Sigo de "vacaciones" chicos. Pues me encuentro elaborando dos papers sobre rumiantes del Pleistoceno y también estoy completando unos reportes con nuevas investigaciones de mi tesis doctoral... Pero prometo estar de vuelta lo antes posible y también, responder comentarios y retomar la página de Paleontología de Vertebrados en Facebook. De momento, les dejo estas reflexiones salidas de una lectura a un comentario que llamó poderosamente mi atención, espero que les resulte útil la información.
Recién me topé con una publicación que decía que no se deben respetar las creencias, usando como ejemplo creencias que en la historia humana han llevado a cometer a sus creyentes atrocidades horribles.
Y me dije "tienen razón", pero veamos qué nuevas bobadas tiene la linda caja de comentarios. Y resulta que un curioso personaje argumentaba: "si, si debes (respetar las creencias), ya lo dijo Benito Juarez (sic): el respeto al derecho ajeno es la paz..." (fin de la cita).
Tras asombrarme de la cantidad de personas que apoyaban tal comentario decidí dejarle un comentario. No lo reproduciré aquí, pero si hay cosas importantes que destacar, pues son útiles no sólo en debates religiosos, sino que también para entender mejor cómo funciona la ciencia.
Por experiencia propia me han salido con ideas del mismo tipo cuando examino de forma crítica un artículo científico. Desde joyas imperdibles como "pues ya se publicó, ¿quién eres tú para criticar un paper? ¿apoco crees que sabes más que los revisores?" (falacia ad baculum), "pues llegar a esto me costó mucho dinero y tiempo por lo que sé que es irrefutable" (falacia del alegato especial), "tu no lo puedes entender porque no viste los fósiles" (falacia del alegato especial, de nuevo) hasta exquisiteces como: "seguro eres fan del T. rex, por eso odias a Spinosaurus y dices cosas malas de él" (falacia del hombre de paja). Éstas y otras delicias del mundo de la retórica y las falacias (donde el plato principal es ad hominem) sólo buscan una cosa: dogmatizar una idea científica. Es decir, pretenden mancillar la ciencia y reducirla a una secta con fanáticos religiosos que atacarán a cualquiera que se oponga a sus dogmas (esto desgraciadamente, parece estar funcionando muy, pero muy bien).
Pero ¿qué es un dogma? Es una proposición cuya validez no requiere de evidencias, ni se cuestiona. Las religiones y doctrinas son por definición dogmáticas. Pero la ciencia no. La Ciencia (con C mayúscula por favor) no opera con dogmas, por el contrario, opera con principios, que son por definición sujetos de ser demostrados. Y más aún, pues resulta que todo conocimiento científico es cuestionable y sujeto de ser debatido. Algo que no saben los "defensores de la verdad" que tanto detestan la crítica racional.
Pero volvamos un poco a Benito Juárez (con tilde). El benemérito dijo que el DERECHO al respeto ajeno es la paz. Y claro, para garantizar una sociedad civilizada, se debe de respetar, procurar e incluso, garantizar que todo individuo tenga el derecho a pensar lo que quiera. Pero cuidado con la lectura. Lo que se procura es el "derecho a", no la idea. Don Benito no defendía las ideas, defendía el derecho a tenerlas. Claro, cualquiera tiene el derecho a pensar que Dimetrodon tenía una vela desnuda, que Spinosaurus tenía "doble postura" (lo que sea que signifique eso), que Tyrannosaurus rex era una bestia calva y otras cosas. Pero cuidado, cualquiera tiene derecho de rebatir esas ideas y ponerlas en duda. Amar tanto las ideas científicas al punto de considerarlas dogmas es un error garrafal.
¿De qué sirve procurar el derecho a las ideas? O parafraseado distinto: ¿no es lo mismo procurar las ideas mismas? No, no es lo mismo. También recordemos que la libertad de unos termina donde empieza la de otros (eso incluye desde luego, el derecho a la libre expresión). Si una idea implica dañar los derechos fundamentales de otros, se debe procurar impedir que esas ideas se materialicen en el mundo. De lo contrario, nos enfrentaremos a nuevos holocaustos, segregaciones raciales, genocidios religiosos y otras monstruosidades. Las personas tienen derecho a criticar las ideas, pero no a rebajar, difamar y humillar públicamente a los que tratan de defender esas ideas, sin importar las circunstancias.
Si nos encontramos frente a alguien que se dice científico, que dice amar la ciencia y sus productos, pero paradójicamente transforma sus ideas en dogmas y trata de indoctrinar a otros para practicar libertinaje, ¡cuidado! Estás frente a alguien que no ama la ciencia, ama el fanatismo y es un sectario de su propia 'religión'.
En Ciencia (pese a quién le pese), se nos enseña a ser críticos, a juzgar las ideas. En Ciencia, las ideas son culpables, hasta que se demuestre lo contrario. Las ideas no son personas, no tienen derechos y definitivamente no se escudan al escrutinio. Al menos no, aquellas ideas que pretendemos formen parte de cuerpos de conocimiento no dogmáticos como la Ciencia.
Aquellos que fuimos formados en Ciencias tenemos el deber moral de inculcar en otros el pensamiento crítico y racional, no el fanatismo y el dogmatismo. Si hacemos esto, haremos de la sociedad, un mejor lugar para vivir, uno donde tienes derecho a creer y ser respetado como persona, pero tus ideas son sujeto de la crítica y el escrutinio.
Si te gusta la Paleontología, no la deformes en una secta. Ensalza su estatus como Ciencia, enamórate de criticar y verás que a la larga, será útil en la vida cotidiana. Cambio y fuera.