Respeto evolutivo

Por David Porcel

A veces hay que distanciarse de las cosas para que estas hallen sentido. Ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Se trata de buscar la distancia adecuada. Quizá, después de todo, la ciencia sea un ejercicio de equilibristas, siempre en el término medio, dejando así a la Naturaleza, y a cuantos nos rodean, expresarse según su manera de ser.


“Los ácaros son arácnidos diminutos, apenas distinguibles a simple vista. Cuando están listos para poner los huevos, se encaraman a la polilla y se abren camino hasta su oído, un lugar seguro y protegido para sus huevos. Durante el proceso de puesta, los ácaros dañan la delicada estructura del oído de la polilla. Como puede haber muchos ácaros en una misma polilla, ésta se quedaría sorda si aquéllos pusieran sus huevos en ambos oídos; así las cosas, en un ejemplo pasmoso de respeto evolutivo, donde la cortesía y el interés propio coinciden completamente, el primer ácaro en subir a bordo abre el camino, de una forma que aún no comprendemos con claridad, y todos los ácaros sucesivos siguen dicho camino, ponen sus huevos en el mismo oído y dejan al otro intacto. Eso permite que la polilla conserve una capacidad auditiva parcial, con lo que mejoran sus posibilidades de escapar de los murciélagos mientras los huevos de los ácaros eclosionan.” (Sue Hubbell, Un año en los bosques)