Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean niños felices. Niños que se desarrollen plenamente tanto a nivel físico como emocional. Todos deseamos que tengan amigos y jueguen. Que se diviertan y entretengan. Sí, todos deseamos esto y mucho más. También deseamos que lleguen a ser personas independientes, autónomas y responsables. Niños que se conviertan en adultos que hayan aprendido a organizar su tiempo y su trabajo para desempeñar correctamente sus obligaciones personales, familiares y laborales . Pero ¿estamos seguros que les estamos enseñando realmente el sentido de la responsabilidad a nuestros hijos o bien estamos siendo padres demasiado protectores evitando que se responsabilicen de sus acciones o inacciones? Ante esta cuestión, hoy quiero hablar de la importancia de educar a nuestros hijos en este valor tan importante como es la responsabilidad. Porque a ser responsable se aprende y forma parte de nuestras obligaciones, como padres, enseñar a nuestros hijos cómo llegar a serlo. Es por ello que hoy planteo los siguientes interrogantes:
- ¿Cómo podemos educar este valor tan importante íntimamente ligado al compromiso y al cumplimiento de tareas y deberes?
- ¿De qué modo podemos ayudar a nuestros niños a ser responsables?
- ¿Estamos haciendo suficiente para que aprendan el sentido de la responsabilidad?
¿Qué es la responsabilidad y por qué es un valor tan importante a desarrollar?
Primero de todo quiero empezar definiendo un poco qué es lo que entendemos como “responsabilidad” que, como cualidad o valor humano, no es otra cosa que el cumplimiento de las obligaciones o compromisos que hemos adquirido y que nos corresponden en el ejercicio del rol que desempeñamos en cada momento (como madre, padre, hijo, empleado, directivo, …) conociendo y aceptando las consecuencias que se derivan de su ejecución o no, tanto para uno mismo como para los demás.
Visto de esta manera la responsabilidad está íntimamente unida a otro valor fundamental: la confianza. No es necesario decir que la confianza es imprescindible en cualquier relación ya sea personal, académica o laboral. Porque confiamos en aquellos que no olvidan sus obligaciones, ni las posponen ni las incumplen. Confiamos en aquellos que realizan aquello que dicen que harán. Confiamos en aquellas personas que aceptan sus errores y se esfuerzan para enmendarlos. Porque la responsabilidad genera confianza y ésta nos proporciona tranquilidad y estabilidad.
Por estos motivos es tan importante que nuestros hijos aprendan el valor de la responsabilidad desde pequeños. Ofreciendo pequeñas tareas a nuestros hijos para que aprendan a ser responsables (regar una planta, dar de comer a una mascota, recoger la mesa, …) pero también dejando de ser sus agendas recordándoles en todo momento todo cuando deben hacer, les estaremos brindando la oportunidad para que desarrollen otro tipo de habilidades que conforman la responsabilidad como son el compromiso, la perseverancia, la autonomía, la seguridad, … Lo explicamos con más detalle a continuación.
La influencia de los padres en la responsabilidad de nuestros hijos
En primer lugar debemos decir que la responsabilidad se aprende ejerciéndola. Uno no puede aprender a ser responsable si hay alguien detrás que asume que nosotros no tenemos la capacidad para hacer algo por nosotros mismos o no nos ofrece un marco de referencia que nos muestre las consecuencias de nuestras acciones. Esto ocurre cuando los padres somos demasiado protectores o bien demasiado permisivos.
Los padres debemos aprender a dejar que nuestros hijos aprendan por sí mismos, aunque esto a veces signifique dejar que se estrellen. Y si eso ocurre, nuestra obligación no es restarle importancia, si no hacerles conscientes de las repercusiones que su irresponsabilidad ha tenido para con ellos y/o para los demás. No se trata de cargarles de culpa, ni mucho menos, si no que se hagan cargo de las consecuencias (económicas, personales, emocionales, … ) Hay que buscar ese delicado equilibrio entre la protección, el dejar hacer o culpabilizar porque al fin y al cabo la responsabilidad es un signo de madurez, una madurez que deberán ir desarrollando poco a poco, con el paso de los años y la acumulación de experiencias.
¿Cómo podemos educar la responsabilidad, un valor tan íntimamente ligado al compromiso, a la confianza y al cumplimiento de tareas y deberes?
Como madre cada día soy más consciente que los sermones no sirven para inculcar valores. Son monólogos estériles. Nuestros hijos aprenden observándonos e imitándonos por lo que debemos ser coherentes: si pedimos responsabilidad debemos ser nosotros los primeros en mostrarles cómo ejercemos nuestras propias responsabilidades.
Junto a la observación e imitación los niños aprenden probando, a veces hasta el extremo, los límites de las normas y la paciencia de sus padres o educadores para saber hasta dónde pueden llegar. Ellos, nuestros hijos o alumnos, necesitan aprender viviendo y para ello debemos dejarles que hagan cosas, que se tornen autónomos permitiendo que se equivoquen y que suspendan un examen si cabe. No hay mejor manera de aprender que hacerlo de nuestras propias experiencias, acertando o equivocándonos y encontrando el por qué de esos éxitos o fracasos.
En resumen para educar la responsabilidad de nuestros hijos deberíamos
- Ser un modelo a seguir, dar ejemplo con nuestras acciones.
- Dialogar, no sermonear. Hablar sobre las consecuencias positivas o negativas de las decisiones que tomamos.
- Fomentar su autonomía. Esto significa no hacer por ellos aquello que pueden hacer solos.
- Dejar que se equivoquen. A veces el modo de que vean la importancia de ser responsables es dejar que se equivoquen.
- Valorar los esfuerzos.
- Establecer normas claras.
- Dejar de ser sus agendas, son ellos quienes deben aprender a mirar sus horarios de clase y a organizar sus deberes y tareas. Y esto incluye los puntos siguientes.
- Establecer un horario y un lugar en casa para estudiar diariamente.
- No pedir los deberes en el grupo de WhatsApp de padres cuando olvide anotarlos o no traiga el libro que corresponde.
- Enseñarle a hacer su bolsa de deporte y a no olvidarla en casa. En caso que la olvide no la llevaremos nosotros más tarde al cole.
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Éste es un tema que da para más de un post. Soy consciente que con éste no lo puedo abarcar todo, por lo que me comprometo a escribir y desglosar este temática, la de la responsabilidad, en próximos post que iré publicando.
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