Sin embargo, cabe determinar si la responsabilidad sobre las habilidades gramaticales y aritméticas de nuestros jóvenes discentes recae únicamente sobre la institución escolar o habría que mirar también en otras sectores sociales, educadores subsidiarios de segundo orden, como puede ser la televisión, la prensa o la propia publicidad. Como ejemplo extremo podemos tomar esta valla publicitaria, en la que con sólo diez palabras, se han cometido tres errores gramaticales u ortográficos. No sabemos si el publicista superó escuela, instituto y universidad con las presentes aberraciones o si por el contrario fue victima de un corolario de docentes analfabetos.
Sea como fuere, cuando una empresa invierte una cantidad importante de dinero en una campaña publicitaria, que menos que contratar a alguien con un mínimo dominio del idioma para hacer una corrección de estilo. alfonsovazquez.comciberantropólogo