Primero de todo había que tratarla contra la infestación, inyectando en los agujeros con aspecto sospechoso el producto anticarcoma e impregnándola, dejando la pieza bien envuelta una semana para que los gases hiciesen su efecto.
No hubo que decaparla, con una buena limpieza con disolvente le quité las capas de cera que había en toda la superficie y después, para nutrir e hidratar la madera, una fina capa con aceite de linaza aplicado con hilos de algodón y quitando el exceso con otros hilos de algodón secos.
Y para renovar su aspecto, me decanté por la técnica del cerusado, pero solo en la parte del cajón, dejando las patas torneadas de su color natural, aprovechando las vetas marcadas de la madera y marcándolas más cepillándolas energicamente con un cepillo de cerdas de alambre. A continuación apliqué una capa abundante de cera blanca, insistiendo, sobre todo, en las vetas para que se ir rellenándolas y limpiando la superficie a fin de que se mantuviese la cera unicamente en las vetas.
A las patas les di un acabado con goma laca aplicado con muñequilla, que además de protegerlas les da un acabado brillante y natural.