Restaurante el 360, en Baillargues (Francia)
Situado en el club de golf Massane, a 15 kms de Montpellier y en el que estuve alojado durante unos días para asistir la feria de Vinisud Montpellier 2016.
En conjunto, este hotel de 3 estrellas resultó algo simple, de instalaciones viejas y habitaciones aisladas y dispersas a modo de apartamentos, en un entorno muy tranquilo, aislado de ruidos, ideal para descansar, pero todo esto con muy pocos lujos.
Desde cualquier mesa del restaurante, se puede disfrutar durante el día, de una atractiva panorámica a una pequeña parte del campo de golf, detalle que le hace tener un punto atractivo y relajante, al disfruta de la buena mesa, de una copa o de una buena compañía.
El restaurante goza de una iluminación coqueta, de una decoración sencilla, elegante y poco recargada. Sala amplia para poder acoger grupos grandes y un servicio un poco irregular, ya que la chica que nos atendió tenía una gran formación, con amplios conocimientos de su carta de vinos y sin embargo, el otro chico que también llegó a servirnos, resultó muy despistado y con muy poco don de gentes. Por lo que si hacemos la media entre los dos camareros, el servicio se podría catalogar de correcto sin más.
Después de ojear la carta con atención, el primer entrante por el que opté, fueron unas deliciosas Clóchinas de Nueva Zelanda rellenas de ajo, perejil y gratinadas al horno, un plato que me llamó la atención por la procedencia de su materia prima, ya que no olvidemos que Montpellier se encuentra a escasos kilómetros de Séte, Mèze, Bouzigue y Balaruc les Bains, ciudades bañadas por el "étang/ bassin de Thau", con sus famosos criaderos de moluscos y a la vez "meca" de las ostras y mejillones.
Pese a claramente podido optar por maridar las almejas con un vino blanco, finalmente decidimos atrevernos con un muy interesante Tinto Reserva Espacial 100% Syrah cosecha 2012 con 10 meses en barrica, elaborado por un conocido productor local llamado Gérard Bertrand, amparado a la indicación geográfica protegida de Pays d´Oc. Un tinto de capa baja, con aromas muy frescos y un paso por boca ácido, de poca estructura y que de una manera sorprendente pero poco casual, maridó de una manera muy acertada con los mejillones del primer plato.
El entrante siguiente fue un delicado pastel de hojaldre relleno de un surtido variado de setas silvestres cocinadas con tiernas alcachofas, y todo bañado por una muy apreciada salsa elaborada principalmente a partir de setas colmenillas y trompetas de la muerte.
El vino para este plato fue un Tinto "La Clape 2014", elaborado por Chateau de la Negly con uvas procedentes de una parcela llamada "La Falaise", con una corta crianza en barrica de roble francés de algo menos de 5 meses y bajo el sello de calidad de la A.O.C Languedoc. En vista se mostró notable, con porte serio y capa alta. En nariz, tardó en abrirse, mostró ligeras notas evolutivas en los primeros compases, pero a los pocos minutos, pudimos apreciar sus cualidades, destacando aromas espaciados y de fruta roja no demasiado madura. En boca decepcionó un poco, ya que se esperaba un vino algo mas concentrado y trabajado, con una marcada acidez, un peso en boca liviano y un recorrida fugaz. Este vino dista mucho de los grandes vinos que se pueden llegar a tomar en Francia, aunque este estilo pueda ser representativo de los vinos que se elaboran en esta región, sobre gustos no hay nada escrito, y cada uno es libre de defender su punto de vista, pero por el precio de esa botella, estoy seguro de poder encontrar cosas mucho mejores que este.
El plato principal fue un tierno Chuletón de Carne de Toro procedente de la región de "La Camargue", asado a la parrilla, y presentado con una muy acertada salsa de vino procedente de la región del Pic Saint Loup y todo el conjunto sobre una fina capa de puré de patata. En mi opinión, la carne muy rica et interesante, siempre tuve en mi menta el concepto, de que la carne de toro era algo duro y únicamente apta para guisar, pero siguiendo las recomendaciones de nuestro camarero, he podido descubrir una nueva y no menos llamativa manera de disfrutar de este tipo de carne, que me resultó muy jugoso, sabroso y sin duda bien fácil de masticar.
Para acompañar el plato principal y no fallar a la hora de pedir el último vino de la noche, optamos por previamente conversar con el camarero para explicarle el perfil de vino que teníamos en mente, y de este modo tratar de acompañar la carne que habíamos pedido, de la manera mas acertada posible. Seguidamente a nuestras aclaraciones, la elección fue un Tinto Terrasses du Larzac 2011, elaborado por Domaine de Montcalmés también elaborado, al igual que el vino anterior, bajo el sello de calidad de la A.O.C Languedoc. Este vino ya se prestó a otras cualidades hasta entonces inéditas, tal vez en vista no destacó por su intensidad, pero en nariz supimos apreciar su notas maduras, bien conjugadas con notas tostadas no demasiado marcadas, elegantes y muy bien integradas. en boca resultó amable y fácil de beber, con peso en boca medio-alto y recorrido largo, además de un postgusto persistente. Muy buen vino para ponerle el broche a esta velada.
No soy muy aficionado, a quedarme a cenar en los restaurantes de los hoteles en los que me suelo alojar, pero debo reconocer, que está vez no desmereció la pena. Apunto este lugar como una buena posibilidad, con el fin de evitarme hacer kilómetros en busca de un restaurante por el centro, ya que tanto su carta como los vinos que ofrecen, son más que acceptables.