Normalmente en los pueblos de montaña, se suele comer bien, comida abundante casera, buenos precios. Pero en este caso, este local sorprende por su propuesta, más habitual en ciudades más bien grandes.
La primera sorpresa es el bonito comedor, moderno y acogedor. Pero la gran sorpresa es la comida, con productos de la zona, pero una elaboración muy cuidada. No hay que dejarse engañar por el tamaño del pueblo, hay bastante turismo montañero y el sitio se llena, conviene reservar.
En la carta de La Capilleta podemos encontrar cosas como patatas bravas (muy muy buenas), croquetas de ternera, foie micuit, huevo poché, hummus con falafel, varias hamburguesas, tabla de quesos,ceviches, varios arroces . A los fans de la ensaladilla rusa como yo, les recomiendo la que tienen, con encurtidos de pulpo y huevas de trucha. Y un imprescindible son los donettes de longaniza de Graus con sepia en su tinta.
El servicio es bueno, especialmente en el comedor. En la zona de bar, o terraza es más lento, pero el personal es muy agradable.
Vamos con las notas:
Comida: 9
Decoración: 9
Servicio: 8
Calidad/Precio: 8.5