Hoy vamos al barrio de pescadores de Gijón. Se trata del restaurante Crocante, situado en la calle Rosario de Cimavilla, más o menos en frente del pub Soho. Es un local en el que recuerdo que hace unos años había un restaurante vegetariano.
Es una casa antigua de Cimavilla, no muy grande, con una pequeña barra y un par de mesas en la parte baja y unas ocho mesas en la primera planta. El estilo de cocina no sé muy bien cómo definirlo, ya que su carta es bastante variada, aunque podríamos decir que combina platos más españoles con algunos ejemplos más asiáticos, ensaladas, tempuras, sushi, croquetas, mollejas, magret, focaccia,… como veis un variado.
En nuestro caso pudimos disfrutar de tataki de atún rojo, sellado ligeramente en la plancha con sésamo y salsa agridulce o de soja. Yo nunca lo había probado, con lo que no se deciros que tal. Fresco estaba y rico, sabía a atún, pero es un sabor fuerte y yo prefiero el bonito.
Continuamos con Pulpo a brasa, muy rico. Siempre que lo veo en una carta, lo suelo recomendar, ya que es un plato muy rico si se sirve correctamente.
Otros platos orientales fueron las gyoza de gamba y vegetales, una especie de ravioli oriental, muy ricos. No note la gamba en el primero, y el vegetal me recordaba mucho al sabor de los rollitos de primavera.
Continuamos con yakisoba de langostinos, un sencillo y clásico de la comida japonesa, que principalmente se compone de un variado de verduras con fideos y salsa yakisoba salteado en sartén o plancha. Para los que nunca lo habéis visto lo sirven con katsuobushi, que es unas virutas de bonito que al servirse en el plato caliente se mueven de forma muy simpática al estar en contacto con el vapor e hidratarse.
Fuera de carta nos ofrecieron solomillo de cerdo con hojaldre y queso mascarpone y azul. Estaba muy rico, para mí lo que más. Es una especie de Wellington de cerdo con el toque del queso no muy fuerte, y servido con patatas gajo.
De postre personalmente probé el arroz con leche, servido con helado de mantecado. Creo que es de thermomix, al igual que la tarta tres chocolates. Si no es así, el sabor es el mismo, rico. El único postre que no gusto es la tarta de avellana y cremoso de limón, muy acido el sabor a limón, llegando a ser desagradable.
Nosotros éramos un grupo de siete personas y creo que no está pensado para este tipo de grupos, y es una carta más dirigida a grupos pequeños o parejas. Lo digo porque pagamos 32 € por cabeza, lo cual es un poco excesivo teniendo en cuenta que se pidió todo para compartir, nueve raciones, cuando la sabiduría popular recomienda una por comensal más/menos otra dependiendo del caso. En el precio está incluidos, seis postres, 6 cervezas, agua, cafés y chupitos.
El comedor es muy acogedor y la atención fue muy rápida. Tienen dos turnos de cena, a las 21 y a las 23, y es recomendable llamar con tiempo, ya que no es muy grande y estaba lleno.
Me gusto, un poco caro, pero bueno, probé cosas que nunca había comido y estaba todo bueno. Un tres lametones
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