Restaurante el bodegón de daimiel. un lujo de sitio

Por Graci @pinchosycanapes


No pretendo hacer una crítica gastronómica, "ministros tiene la Iglesia...para eso" pero si transmitiros el consejo de, si alguna vez vais por Daimiel (Ciudad Real) no dejéis por ningún motivo ir a comer al Restaurante El Bodegón, un lujo de sitio.
Contaros, que ya sólo al entrar, podréis empezar a disfrutar su decoración en el seno de una antigua bodega y almazara, en la que se han evitado la profusión de objetos viejos y si se han instalado o conservado aquellos que aportaban singularidad y belleza, consiguiendo así un lugar con clase y señorío irrepetible.
¡Qué decir de la bodega del restaurante! En el subsuelo del mísmo y en tres pisos distintos a los que se accede por una preciosa escalera excavada en el propio suelo, en la que, con humedad y temperaturas diferentes, reposan multitud de distintas reseñas y añadas de vinos tintos, blancos, claretes, cavas y espumosos...merece la pena seguir disfrutando al verla.
El restaurante lo regenta Rubén Sánchez-Camacho, uno de los cocineros que forman parte de la Selección Española de Cocina Profesional Asoc. y es su hermano Ramón, quien como sumiller, durante la comida nos llevó por una senda de sensaciones adecuadas a los distintos platos que tomamos bajo sus recomendaciones.
¡Un verdadero crack!
Sus explicaciones y elección de los distintos vinos fue un festín para los sentidos.
La comida, simplemente sensacional.
Desde el pan, horneado por ellos mísmos, hasta el postre, un exquisito risotto de piñones, para el que me faltan palabras para calificar.
Fue una verdadera excursión por una cocina de autor, del que La Mancha debe sentirse orgullosa.
Ante nostrosos desfilaron una serie de platos de exquisita presentación, formidable textura e inigualable nuevo sabor pero sin perder su genuino paladar, una deliciosa crema de foie con ajo negro, un pulpo frito crujiente en su exterior y pura mantequilla por dentro, un solomillo de gamo asado en su propio jugo pudieron ser los exponentes bandera de esa jornada gastronómica.
Al final, delante de una magnífica taza de una infusión de la casa hecha con frutos rojos y con la presencia de Rubén que vino a saludarnos, compartímos un rato de charla que puso el broche de oro a la comida.
Os repito, en Daimiel, en la calle Luchana, 20. No dejéis si tenéis la oportunidad de visitarlo, que sin duda pasaréis una velada difícil de olvidar.