Restaurante Elías - Xinorlet (Alicante)

Por Chefychof

 

Anchoas.

Después de criticar las grandilocuentes listas de los mejores arroces del levante, de la zona mediterránea o incluso de toda España, para celebrar el día de la madre no se nos ocurre otra cosa que coger el coche e irnos a celebrarlos a uno de esos afamados restaurantes que pueden presumir de estar en muchas de esas listas que valoran los mejores arroces de este nuestro país. Con el agravante que está a cierta distancia y la carretera no es demasiado buena. Muy cerca de la localidad alicantina de Pinoso (El Pinos), en Xinorlet, una pedanía de Monovar, está el Restaurante Elías. Las referencias de su arroz, no solamente venían de revistas y web especializadas, sino que el boca a boca también había hecho su papel.
La llegada no fue nada difícil, por todo el pueblo hay carteles que indican el camino a seguir. En la moderna fachada de grandes ventanales de cristales de espejo, solamente hay un pequeña placa de metal oxidada, junto a la puerta, que indica que nos encontramos en nuestro destino. Entramos al recibidor y ya podemos vivir el ambiente arrocero que se respira en Elias. Junto a la barra de madera, hay, acristalada, una sala donde podemos ver como los maestros arroceros trabajan utilizando leña como única fuente de calor, como si del nido de un maternal se tratase.

Fritura de la huerta.

La mesa está en un comedor privado, el salón grana, iluminado por dos de los ventanales de la fachada. La estancia es de tonos grises y de una de las paredes cuelga una antigua puerta de aparador hecha espejo. Mientras esperamos a que estemos todos, nos tomamos una cerveza acompañada del aperitivo de la casa. Dos platos de almendras marcona fritas, una botella de aceite Masia El Altet, que no llegamos a abrir y un par de morteros que contenían uno, una salsa de tomate medio confitado y alioli en el otro a las que nos entregamos con pasión y con pan tostado a leña.

Ensalada de Merluza.

Teníamos encargado un arroz de conejo y caracoles, pero no era cuestión de llegar, comernos los aperitivos y pasar directos al arroz. Además siendo esta zona de gazpachos, no podemos dejar de degustarlos y comparar con los que recientemente hemos probado en La Zorrera o en De Loreto. Como entrantes pedimos algo para todos los públicos. El primero de ellos fue una ensalada de merluza. Muy desmigada, mezclada con una mahonesa a modo de ensaladilla rusa y decorada por huevo duro rallado, perejil y cebollinos. Un entrante bueno, pero excesivamente caro. Su sabor era bastante suave y lo conpensamos con el segundo de los entrantes, unas anchoas del cantábrico, de buen calibre, sobre una tosta de pan con tomate restregado. El último de los entrantes fue el llamado fritura de la huerta que no era otra cosa que un variado de verduras en tempura, bastante bien logradas pero si cabe más cara aún que la merluza.
Antes del arroz trajeron el gazpacho manchego, servido sobre una torta cenceña (de pan ácimo). La carne que utilizan es conejo y pichón a la que añaden caracoles y setas. En el plato había cierto sabor a quemado que ensombrecía los sabores, aunque no pudo con el de las setas.

Gazpacho Manchego.

Por último el famoso arroz de conejo y caracoles al estilo Pinoso, donde el arroz se degusta directamente de la paella sobre la mesa. Aquí la puesta en escena es muy importante y cuidan mucho los detalles. El primero de ellos es el cubierto a utilizar, un tenedor especial de arroz. Una especie de híbrido entre cuchara y tenedor, la pala es algo más cóncava que la de los tenedores comunes para recoger mejor la comida y al mismo tiempo dispone de púas para pinchar la carne que podemos encontrar. El segundo de los detalles está en la paella, viene protegida por un  molde de acero que evita que nos manchemos de hollín y con unas patas de altura justa para dejar espacio para un plato bajo ella. El tercero de los detalles, es la disposición de los tropezones, que quedan repartidos de manera homogénea dando un bonito efecto visual . Para acompañar el arroz, pedimos un vino de la tierra, Toscar de 2010, de Salvador Poveda y de variedad monastrell. En cuanto al arroz no se si llegará a ser uno de los mejores que he probadosi puedo nunca, mi memoria gustativa no me da para tanto, aunque puedo asegurar que estaba delicioso. De sabor suave frente a otros mucho más especiados y potentes. Lo extraordinario de este arroz es, sobre todo, su textura. La capa de arroz es muy fina y practicamente todos los granos están en contacto con el metal. Una vez consumido el caldo, se carameliza sin llegar al punto de "socarrat", concentrando en cada grano el sabor de los caracoles con un ligero toque a leña. Ni que decir tiene que fueron poquísimos los granos que dejamos.

Creps de manzana.

No quedaba mucho espacio para los postres. Aún así, no estabamos en un sitio al que podamos venir muy amenudo. No tomar postre no era una opción. Por ser de costumbres fijas, pedí leche frita con helado de turrón. Según la leí, aquí sí flambean la leche frita, cosa que cada día es más dificil encontrar y eso es de agradecer. Pero mi listón de leche frita está demasiado alto, aquí si funciona esa memoria gustativa que tantas otras veces me falla. Otros postres que probamos tuvieron más éxito, como el Creps de manzana con helado de vainilla, especialidad de la casa, la crema catalana o el volcán de chocolate caliente. Este último tuvimos que pedirlo con tiempo, pues su preparación lleva doce minutos.

Crema Catalana.

Para terminar unos cafés y la cuenta mientras alargábamos la sobremesa comentando y comparando arroces. Desagradablemente la cuenta fue bastante mayor de lo esperado. El motivo está en la forma de cobrar los platos. Pedimos varios platos al centro y en lugar de cobrar los platos, cobraron por comensal. Creo que es un disparate cobrar por cabeza, teniendo en cuenta que había al menos tres cabezas menores de diez años. Aún así, viendo el tamaño de los platos, me cuesta imaginar como es la ensalada de merluza o la fritura para una sola persona. Si alguna vez tienen la oportunidad de ir a Elias, recuerden que a la hora de pedir los entrantes, digan para cuantas personas quieren cada plato. De lo contrario se pueden llevar la misma sorpresa que nosotros.
Desde aquí no puedo discutir la merecida fama del arroz del Restaurante Elias, pero ir a comer un arroz con conejo y caracoles por muy bueno que esté, sin haber abusado de vinos caros, marisco ni nada por el estilo y pagar cerca de 40 euros por cabeza, me hace pensar que están en una realidad muy distinta a la del mercado. La próxima vez, si es que la hay, haré caso a mi instinto y pediré gazpacho, arroz y la cuenta. Por cierto, el Restaurante Elías está en la calle Rosales 7 de Xinorlet, y su número de teléfono es el 966979517.

Leche frita.