Restaurante Graciela: un delicado jardín escondido en Plaza de Castilla

Publicado el 06 noviembre 2017 por Noemi Megustamibarrio @megustamibarrio


¡Ay, las terrazas! En cuanto empieza a soplar el cierzo y las nubes tapan nuestro azul cielo, echamos de menos nuestras terrazas queridas de Madrid, esas en donde recalamos con cada rayo de sol. Las necesitamos y a ser posible, que no sean esas recubiertas de plásticos que invaden las aceras, que es no tiene nada de satisfactorio. Para no olvidarnos de nuestro verano perpetuo, en cualquier época del año podemos trasladarnos de cuerpo y mente al restaurante Graciela. Este espacio detrás de Plaza de Castilla esconde una terraza preciosa, elegante y delicada, que nos transporta, con su ubicación en medio de un pacífico jardín, a un acogedor porche de vivienda en el campo, refrescante en verano, acogedor y cálido en invierno, con una carta de sabores mediterráneos y tradicionales actualizados.

No me esperaba yo semejante paz después de dejar atrás el bullicio del Paseo de la Castellana, donde todo es ruido, prisa y atasco. Pero en las zonas aledañas a la calle Doctor Fleming (la zona conocida en los años '60 del siglo pasado como Costa Fleming), se abren bulevares llenos de plantas, tiendas de barrios, vecinos que pasean y pequeños bares más o menos apañados. Mi primer acercamiento vino de la mano de ese precioso chiringuito sin playa que es Nitty Gritty, al que volví diseñando una ruta por el norte de Madrid. Y en ese paseo, encontré una terraza abierta al cielo en verano y acristalada en invierno, decorada con bambú, piedra natural y acogedoras telas y cojines: Graciela.

Graciela es el proyecto personal de Jacobo Domínguez, que se empeñó (pese a los problemas y los permisos) en abrir este refugio de paz y gastronomía al que llamó con el nombre que usan cinco generaciones de mujeres en su familia, con su sobrina como la más pequeña. Jacobo quiso recuperar los procesos y técnicas de la cocina tradicional y el buen comer de la mano de Jorge Portes, chef que trabajó en Viridiana (uno de los restaurantes más icónicos de Madrid).

Con su pericia y la experiencia de trabajar con Abraham García, el chef prepara en su cocina delicias como la ensalada de foie fresco (hecho por ellos) con berros y níscalos, los canelones de gambón con papada confitada, el lingote de cochinillo, el rabo de toro al vino tinto, los boquerones, la corvina o las albóndigas. Pero lo mismo que os cuento esto, igual ya no lo encontráis porque la carta, corta, se enfoca a trabajar productos frescos y de temporada, siempre del día.

Pero no todo en Graciela es jardín y cristal. El restaurante cuenta con un espacio interior en el que se imponen el aperitivo, la barra, las cañas y el tapeo. Dominado por un precioso mural, el local está decorado con reminiscencias a los años 20 en las telas azules y los dorados viejos. Es ideal como complemento mientras esperas mesa o para un vermú por la zona el fin de semana.

Recuerda: un núcleo muy especial de bares y restaurantes te están esperando por detrás de las tumultuosas aceras y carriles del Paseo de la Castellana a la altura de Plaza de Castilla. Para y relájate en Graciela, que en invierno también te lo mereces.

Los datos. Graciela. Calle Pedro Muguruza, 1. Horario: de martes a sábado, de 12 a 02am. Domingo, de 12h a 18h. Lunes, cerrado. Precio medio: 25-30€. Reservas y más detalles en su web.