En esta ocasión nos acercamos a comer en La Ciudadela, uno de los clásicos restaurantes gijoneses, perteneciente al grupo Gavia, como otros clásicos como Gepetto o Buenavista. En una ubicación muy buena para esta época estival, pensando en playos y foriatos, en la calle Capua, a 200 metros de la Escalerona y la Playa de San Lorenzo. Para los curiosos, toma su nombre de la Ciudadela de Celestino Solar, museo etnográfico que se puede visitar en la misma manzana que el restaurante, y que recrea lo que eran las viviendas obreras de finales del siglo XIX y principios del XX.
Se trata de un restaurante bastante amplio, con una zona de vinoteo y tapeo a la entrada del local y junto a la barra. Tiene dos comedores, uno al fondo del local, y otro en un piso inferior. La decoración en general está muy bien, y especialmente llamativa es la del comedor inferior, en la que cada espacio para comer, imita lo que sería un cueva, similar, y salvando las distancias, a lo que podemos ver el Valdebimbre.
Tiene una amplia carta, que se puede consultar en su web, donde destaca la posibilidad de tomar tapas, en vez de raciones de muchos de sus platos. También dispone de un apartado de platos bajos en calorías, y los fines de semana un menú con dos primeros y segundos a elegir bastante curioso por 24 €.
En esta visita éramos seis adultos, dos niños, y un bebe. Nos colocaron en un apartado bastante cómodo para poder estar con la silla y tener controlado al personal.
Además de lo mío, pude picotear algo de otros platos, así que os comentó. De entrante te sirven gentileza de la casa un aperitivo que en este caso consistía en una crema de fabada con su compango en una tosta de pan. Muy bien para aprovechar seguramente, y muy rico.
De entrantes se pidieron croquetas de jamón ibérico y tiras de calamar. Las croquetas, muy finas, la besamel había cogido muy bien el sabor al jamón, y los calamares también ricos, acompañados de una rica salsa alioli.
Pude probar lo que denominan tiras de pitu caleya, que bueno, no dejan de ser tiras de pollo empanado. Lo del pitu caleya no sé muy bien que deciros, si lo eran, no merece la pena que se esfuercen porque no se aprecia. Con un pollo campero esta igual de bueno. El sabor tenía un toque a vino blanco, recordando el sabor que tiene el pollo cuando se asa. Vienen acompañados de patatas fritas.
De plato principal pedí magret de pato con salsa de frutos rojos al punto. La verdad es que estaba poco hecho para pedirlo al punto más. La salsa de frutos rojos bien, demasiado acida para mi gusto. Bien acompañado de un par de trozos de manzana y de patatas paja. Este tipo de patatas me ofenden un montón porque no hay quien las coma, o se reblandecen con la salsa, o para comerlas crujientes acabas comiéndolas con la mano.
También pude probar el solomillo con foie al oporto y pasas. El punto de la carne también estaba por debajo de lo solicitado. En este caso la salsa bastante rica, y el foie generoso.
De postre pedí coulant de chocolate y cremoso de frutos rojos con helado de chocolate blanco. Bastante rico en general.
Para beber tomamos una botella de Banco Joven D.O. Rueda, Viña Mocén Verdejo, demasiado acido para mi gusto y tres botellas de agua.
Servicio correcto, y precio de 40 € por cabeza sin contar a los niños, que podría ser de unos 34 € en condiciones normales. A mi parecer es un sitio caro en algunos aspectos, si bien es cierto que la calidad de la comida es buena, creo que está un poco por encima de lo que debería ser. Seguramente no vas a salir con mal sabor de boca y la comida te va a gustar pero prepara el bolsillo. Me gusta pero le falta un algo que no llego a saber, para conquistar. Para mí un tres lametones.
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