Restaurante LHARDY (1839)

Publicado el 21 octubre 2013 por Javier Hervas Gaona @MarcoPoloenZap
Tras cruzar el majestuoso ornato de su bella fachada en caoba cubana, el ambiente que nos encontramos en su interior, nos traslada a una época dorada, donde la aristocracia, la burguesía y grupos selectos de intelectuales, convivían en interesantes tertulias sosegadas, donde los clásicos de Espronceda, Duque de Rivas o Zorrilla, se iniciaban en la literatura, y donde la villa avanzaba en su progreso industrial, se respiraba los años del romanticismo en toda Europa.
Azorín, llegó a afirmar que ... - No se puede concebir Madrid sin Lhardy -, y donde la reina Isabel II, en sus salidas fuera de palacio, degustaba alguno de sus deliciosos platos; lugar de encuentro donde acudian solas, jóvenes damas elegantes, en las tertulias al atardecer, algo impensable para la época, entre selectas copas de Tokay, como signo de modernidad avanzada en la sociedad; Lhardy, durante éstos casi 175 años, ha mantenido ese espíritu cortesano y aristocrático hasta nuestros dias, siendo el hijo del fundador y pintor, Agustín Lhardy, el que al mas estilo ambiente parisino de "la Bohème" llevara el mundo mas artístico al restaurante.
Muchas de las decisiones mas importantes para éste pais, sucedió en Lhardy; intrigas, conspiraciones, derrocamientos de reyes y politicos, cuentan que el general Primo de Rivera, reservaba el exótico salón japonés, para sus consejos de ministros, y que también se ejecutara el nombramiento de Niceto Alcalá Zamora como presidente de la Republica. ________________

Emilie Huguenin 

Fué la emperatriz Eugenia de Montijo, la que animó a Emilie Huguenin, un suizo-frances, respostero y cocinero, al que conoció en sus visitas al Café Hardy de la capital parisina, para que buscara un lugar glamuroso y elegante en Madrid, e incluso le busco un lugar y un mecenas como el Marqués de Salamanca para llevar a cabo la apertura, de la entonces tienda y pastelería, en 1839.
La situación no fué al azar, ya que la Carrera de San Jerónimo, adquiere un protagonismo, con la cercanía a la clase politica del Congreso, e innumerables escaparates de joyerías y orfebrería, que ofrecen un ambiente muy selecto en el barrio de las letras.
Fué su hijo, Agustín Lhardy, un prestigioso y reconocido pintor, el que continuará con el negocio, y realizara las numerosas reformas, que a dia de hoy, mantienen a Lhardy con un espiritú genuino de lo que fué y lo que es, el restaurante va cogiendo prestigio por su asidua e importante clientela. Es en 1926, cuando la familia lhardy, decide vender el negocio a sus empleados, el jefe de cocina Antonio Feito y el jefe de pastelería Ambrosio Aguado, formando una sociedad que continúa hasta el dia de hoy, con sus herederos Milagros Novo y Javier Pagola.
Durante la guerra civil, ante las restricciones de alimentos, el restaurante permaneció cerrado; una vez pasada la misma, Lhardy volvió a recibir a los intelectuales de la época, politicos, artistas afamados, como años atras creó Agustín Lhardy, a similitud del ambiente bohemio de Paris.
La decoración de Lhardy, se mantiene intacta, desde que Rafael Guerrero, precursor en ésta profesión, y que realizara unos trabajos muy exquisitos, desde su fachada a la decoración interior de la tienda, enfrentando sus dos mostradores y vitrinas, con el majestuoso espejo isabelino del fondo de la misma, y elegantes frisos en "boiserie" y techos en molduras de madera y escayola; y donde podemos encontrar un centenario y brillante Samovar ruso en plata, de donde poder servirnos un caldo o consomé. 
En sus salones, sus revestimientos son de papel pintado de la época, unido a sus espejos, relojes en bronce  y muebles de la época, donde sus elementos decorativos infunden una exquisitez en el ambiente, con sus blancas mantelerías, cubertería en plata, cristalerías de Bohemia y vajillas de Limoges, aún manteniendo las lamparas de gas sobre sus mesas en el salón isabelino, invocan a una historia pasada, no muy lejana en el tiempo. Sus pasillos y salones cuelgan numeras obras del pintor impresionista propietario y originales de Agustín Lhardy.
Lhardy cuenta con seis exclusivos salones, Isabelino, Japonés, y el Blanco, con función de comedor privado para hasta 8 personas; tras la reforma que se realizó en el edificio, se ampliaron otros tres mas, con nombres de contertulios habituales de éste romántico restaurante, Sarasate, Gayarre y Tamberlick, manteniendo el espiritu orginal en la decoración.

Salón Isabelino

Salón Japonés

Salon Blanco

(fotos cortesía Lhardy, más aquí)Salones:
  • Isabelino (65 personas) Japonés (28) Blanco (8) Sarasate (20) Gayarre (11) y Tamberlick (8)
En Lhardy, se cuida el mas minimo detalle en la presentación de sus mesas, con una refinada cocina, conservando su tradicional gastronomía castiza, con sus cocido y los callos, pero actualizándose con platos mas europeos, como el gamo a la austriaca, o sopas, cremas, ensaladas y verduras; y servidos con importantes vinos franceses y grandes reservas de Rioja o Ribera del Duero.
Numerosos premios y reconocimientos asisten en Lhardy y donde nos evoca a un tiempo pasado y aún presente en el ambiente, en pleno centro de la villa, a dos pasos de la Puerta del Sol.
´El silencio no se pierde en Lhardy a medida que se come, sino que aumenta.´Ramón Gómez de la Serna, 1916Restaurante Lhardy
Carrera de San Jeronimo 8
Telf. 915 213 385Reservas aquí.<Metro Sol>