Situado entre el puerto deportivo de San Pedro del Pinatar y la playa de La Llana, no es la cerveza la primera alegría que nos llevamos, sino ver que en la terraza del restaurante, a la vista de las mesas, pero lo suficientemente alejados de estas para no molestar a otros comensales, hay unos columpios y un pequeño hinchable donde los pequeños pueden jugar mientras los mayores alargamos la sobremesa. Del restaurante a parte de la terraza, poco más puedo decir al no movernos de allí. Es un chalet trasformado en restaurante y con una buena parcela que le da juego para la celebración de eventos de distinta índole.
El arroz no se hizo esperar. Antes de servir, al ir a pasar un largo y entretenido rato juntos, vinieron las
Aún quedaba sitio para algún postre. Y menos mal.
Hay veces en los que nos cebamos con el arroz y no hay cabida para nada más. Esta vez sí lo hubo y gracias, porque los postres fueron lo mejor de la comida, junto a la primera cerveza.Estaban bastante buenos y azucarados. El problema es que ninguno me llamaba más la atención que los demás, o dicho de otra forma, dudaba entre varios, y no me gusta tener que decidir. Los finalistas, todos caseros, eran una mouse de turrón y una diferente tarta de queso, servida en vaso. Al final pedí la mouse bañada, por si no tenía suficiente azúcar, por sirope de caramelo, aunque también probé la tarta de queso. Ambas fueron un acierto, como también lo hubiera sido las natillas que se quedaron en tercer lugar.