Restaurante Paras, Los Belones (Cartagena)

Por Chefychof


Después de algún tiempo saliendo a restaurantes en los que nada tuve que ver en la elección, que no quiere decir que comiera mal, se me ha concedido el privilegio de ser yo quien eligiera esta vez. Los motivos por los que elegí el restaurante hindú Paras  creo que son bastante comprensibles. Allí realizan una comida más o menos elaborada, distinta a la tradicional, no está demasiado lejos, equidistante para los que íbamos a cenar, un precio asequible, una fama que le precedía y tengo que confesar, aunque fuera de aquí lo negaré, que para fastidiar a alguno de los que venía.Llegamos al diminuto restaurante de la calle Mayor de Los Belones con una reserva previa, pero un error no sabemos de quien, hizo que nuestra reserva apareciera para el día siguiente. Por suerte, y, sobre todo, por la crisis, se pudo subsanar. En tiempos pretéritos, de más pujanza económica, conseguir mesa para ocho, a bocajarro, un viernes por la noche, era misión imposible 5. La crisis y la competencia han hecho cambiar mucho las cosas y en ocasiones favorablemente. El restaurante tiene capacidad para unos cuarenta comensales más alguno más que puedan colocar en la pequeña terraza que ocupa la acera de la carretera. La decoración de sus blancas paredes no es nada exuberante, pues apenas unas fotografías de temas indios y de especias, y algún que otro complemento oriental como lámparas o espejos, es toda la concesión que hacen a este país. La claridad de las paredes contrasta de manera cercana a la elegancia con los tonos marrones del suelo y las sillas. Lástima que los escaparates al exterior y el cartel de la entrada lo acerquen más al típico kebab. Aquí lo realmente hindú es la comida. En las mesas, unos cristales sobre los que sirven la comida, protegen los manteles de tonos naranjas y fucsias. Las servilletas eran de papel de tonos naranjas, a juego con el mantel y la barra.

Pollo Tikka Masala.

Una camarera, no muy hindú, a la postre nos enteraríamos que era de Madrid, nos tomó nota de las bebidas. En nuestro rápido viaje a oriente hicimos un guiño a  lo autóctono y nos pedimos unas  Cobra. Cervezas típicas indias “made in UK”. Con las bebidas en la mesa y la carta, a la que no parábamos de dar vueltas buscando platos que nos sonaran de entre las más de doscientas referencias que había. Decidimos dejarnos aconsejar por el camarero, quien a diferencia de la primera camarera que nos atendió, sí que tenía rasgos asiáticos. Asesorados por él, pedimos unos entrantes y varios principales, todo al centro. Las opciones, a pesar de la cantidad de platos, no parecían tantas. Tipo de carne y tipo de salsa. Lo más importante es acertar el tipo de salsa y el grado de picante. Según nos vino a decir, no hay límite en el picante. Al gusto del cliente.  - ¡Hasta el infinito o más allá!

Gambas Dhansak.

Empezamos con un variado de entrantes para poder probar más cosas. Para cada dos comensales trajeron un Onion Banjee, unas especiadas cebollas frescas rebozadas con harina de garbanzos, una Samosa vegetal, un Vegetal Pakora, un rebozado parecido al de cebollas, pero con más variedad vegetal y distintas especias y un Four Papadoms, unas mini tortas de lentejas ligeramente picantes. Este plato venía acompañado de tres salsas de la casa, una de menta bastante suave, una de mango y la que más gustó, cebolla con tamarindo.  
Los platos principales también los pedimos al centro. No tenemos la oportunidad de ir muy a menudo a un restaurante indio y cuando lo hacemos, queremos probar el mayor número de platos posibles. El primero que pedimos, como no podía ser de otra manera, fue un pollo Tikka Masala, bastante suave y quizás un poco escaso. Para no repetir carne, pedimos también cordero. Asesorados por el maître, nos fuimos a lo más convencional, el cordero Bhuna, también con curry, jengibre, pimiento y otras especias. De todos los que pedimos, este era el que quizás estaba un poco más fuerte. Pero como habíamos decidido ser conservadores, el picor se podía soportar con tragas de la fresca Cobra. El último de los entrantes, para el que también cambiamos de tercio, fue el Prawn Dhansak. Un plato de origen persa en el que guisan unas lentejas nada parecidas a las nuestras, con piña y unas gambas, que también parecían orientales. Todos los platos nos gustaron, aunque quizás las cantidades son escasas, a no ser que, como hace todo el mundo, se pida arroz para mezclar con las salsas. Esta mezcla, sin duda alguna, es lo mejor de la comida. El arroz elegido fue el Pilau, que permitía disfrutar al máximo de las salsas.

Arroz Pilau.

Otra de las agradables sorpresas de la velada fueron los panes. Unos panes indios, ácimos, llamados Nan, que servían o bien solos, o bien aromatizados  por ajo, por queso o mantequilla o acompañados de coco, almendras o incluso carne. En nuestro afán catador, pedimos tres variantes distintas. El primero de ellos fue el Nan con ajo y queso fresco, que recordaba al pan de ajo de las pizzerías. El segundo fue el suave Parathacon mantequilla que combinaba muy bien con el arroz y las salsas. Y el último, un dulce y delicioso Peshwari Nan de coco, pasas que bien podría pasar por un postre.Uno de los comenasales, rompió la disciplina de grupo y pidió una copa de vino. Se la sirvieron a una temperatura demasiado elevada y la copa casi a rebosar. Una asignatura pendiente, al igual que los postres. Pedimos una crema de mango por recomendación de la camarera, y a ciencia cierta que el postre nos gustó menos que el Peshwari Nan. Para terminar, y siguiendo la buena costumbre de pagar por lo consumido, pedimos los cafés y la cuenta. Quizás debimos pedir un té, que pega más, pero el acercamiento que tuvimos simplemente fue una ronda de asiáticos, que aunque un poco fuerte, estaba bueno. A la hora de pagar, tocamos a 23 euros por cabeza. El exceso de bebidas subió un poco la cuenta, pero es casi imposible comer picante y no llevarnos el vaso a la boca de manera autómata. O bien por prisa nuestra, o bien por falta de interés o costumbre, la casa no ofreció los, ya, típicos digestivos de después de la comida.  Independientemente de esto, el servicio fue bastante correcto y muy rápido. Muy recomendable para quienes gusten de las comidas exóticas o muy especiadas.
El restaurante Paras está en el número 38 de la calle mayor de Los Belones (Cartagena)  y el teléfono para reservar es el 968137450 o al móvil 639946996.