La vida es algo maravilloso, pero también tiene sus partes malas, muchos de ustedes habrán oído esa comparación con los ríos. La que dice que la vida es como un río, con sus remansos y sus turbulencias, con sus pozos, con sus meandros donde descansar de la corriente que te empuja hacia el final del camino, a la desembocadura. Y hoy elegimos un río para ustedes, un río al que también la vida ha golpeado, pero que ha sabido levantarse, ese tan famoso que lleva muchísimos años siendo el camino a seguir en nuestra provincia. Nos referimos al Río Asón, en Ramales de la Victoria. Perteneciente al Club de Calidad de Restaurante de Cantabria, y siendo el más antiguo poseedor de la tan ansiada estrella Michelín. Hacia allí nos dirigimos un mañana, dispuestos a pasar otro día más por ese maravilloso valle de Soba.
Con una decoración clásica, vajilla Villeroy y cristalería fina, tiene forma de “L” con aproximadamente 19 mesas, vestidas con mantel ocre y cubre de color vainilla.
Amablemente nos traen la carta, en la que nos sorprende que haya apuntes a bolígrafo, creo que hoy en día con los ordenadores y las diferentes formas de hacer las cartas no se debería de dar este mal detalle. No así la carta de vinos, con un bonito diseño, y una calidad en cuanto contenido muy importante, explicando las diferentes denominaciones de origen, nos gustó mucho la verdad.
Somos tres personas y pedimos, como casi siempre tres picoteos y un segundo plato cada uno, y para acompañarlos un tinto Allende 01 de Rioja.
Nos traen varios tipos de pan, la pena que no estén calentitos pero si estaban bien hechos y comenzamos con un aperitivo: gamba de Huelva con salsa de cacahuete, una gambita por persona en tempura sobre la salsa, rico para empezar con buen sabor.
Nos sirven variación de anchoas, marinadas y ahumadas, crema agria y polvo de naranja. Un plato novedoso y exquisito donde empezamos a notar la creatividad de la cocina, con una crema de yogur fantástica, un poco de queso sobre cebolla pochada, tomate y pimiento, con unos filetes de bocartes en su punto perfecto y bien hermosos, muy buen plato.
Continuamos con huevo Imanol sobre salmón ahumado y salsa de oporto caramelizada, habíamos oído hablar de este plato, pero nos sorprendió muy gratamente, con una salsa espectacular combinando genial con el salmón ahumado y el huevo, la pena que saliese roto, pero no desmereció al placer que nos produjo el paladearlo.
Y terminamos el picoteo con salsa fresca con bogavante, pues eso tal cual, ya saben lo que nos gusta comer lo que nos dicen, sin esconder nada, en un buen punto de cocción el bogavante y una gelé exquisita, un buen hacer de Maria Antonia que ha cogido muy bien el relevo de Enrique Galarreta.
Como plato principal fueron dos pescados y una carne, siendo esta última solomillo con hígado de pato al jugo de trufa, como base puré de patata, un jugo de española y trufa muy rica, y sobre ello un corazón de solomillo y dos generosos trozos de foie, bien, rico, en su punto.
Uno de los pescado fue mero de Cabo Mayor al horno con crujiente de verduras, vinagreta al jugo de carne, espectacular, que pescado más sabroso, que punto de cocción perfecto, sobre ello una tempura de verduras, que la verdad no estaban a la altura del resto, pero la vinagreta era de sobresaliente.
Y el otro pescado rape de Santoña, trufado con anchoas, pasta de chipirón y salsa de centollo, pues lo dicho tal cual, cuatro buenos trozos de rape, con la justa guarnición, y una salsa para no parar de hacer barquitos con el pan.
Claro está hoy si que no podíamos dejar pasar el postre, pues de todos es sabido de la fama de este establecimiento en los mismos, y pedimos dos para compartir, el mítico cisne del parque relleno de praliné con salsa de kiwi, espectacular la presentación, haciendo un parque con chocolate y fresas con nata y el culís de kiwi muy rico. El típico plato que la gente comenta que le da pena comérselo de lo bonito que es y encima muy sabroso.
El otro postre fue pastel de chocolate caliente, galleta crujiente, mango y su sorbete. Ese chocolate que sale del crujiente calentito, está genial, y la guarnición combinando muy bien y el sorbete perfecto ni gota de hielo, todo un acierto para terminar una buena comida.
El vino de bodegas finca allende, estuvo bien, le conocemos de otras ocasiones y fue lo esperado, con un rojo teja muy cubierto, quizá se queda algo corto en nariz, notas de humo, siendo en boca cremoso con unos taninos bien suavizados, la pena es que estaba excesivamente caliente, la verdad que la sala no estuvo muy a la altura, el servicio correcto, pero los detalles no estaban en consonancia, no sonrieron ni una vez, parecían enfadados, la verdad estaba el local lleno, pero el cliente no tiene nunca la culpa, el detalle del vino caliente, no se puede dar en este establecimiento y cuando nos trajeron el azucarero, no estaba todo lo bien repasado que debiera, la factura con café, que no era nada del otro mundo, ascendió a 217,42 €, un poco excesivo para el conjunto global del establecimiento. No sé porque no se cuida dar café con una calidad suficiente y que salga en su punto.
Un buen local, con una cocina excepcional, y raciones muy generosas, pero con una sala que seguro pueden hacerlo mucho mejor.
Capacidad del restaurante 80 pax en dos comedores
Numero de mesas: 20
Salones privados:2
1 para 30 y otro para 200
Precio medio carta: 60 €
Precio menú: 15 €
Cierra Domingo noche y lunes excepto en verano que cierrra lunes noche
Vacaciones: del 23 de Diciembre al 1 de Febrero
Dirección: Barón Astaneta, 17
c.p. 39800
Ramales de la Victoria