Leer a Dostoievski me rejuvenece. Hubo un tiempo en que uno leía y se entusiasmaba y gritaba a los personajes: "¡sí! ¡es así! ¡yo te entiendo! ¡sé cómo te sientes!" Este libro nos devuelve a aquellos tiempos. Leyendo las desventuras del viejo funcionario Makar Alekséievich o las de la huerfanita Varinka es difícil no sentirse otra vez como un adolescente: triste y confundido, pero lleno de pasión.
Retrato de la vida en la ciudad soviética de los años 20. Toque de genio en breves relatos sobre funcionarios corruptos, antiguos aristócratas de incógnito, borrachines y odio entre vecinos.
Con esta novela gráfica se dio a conocer Alfonso Zapico. Llegar y besar el santo, dado que con ella ganó el Prix BD Romanesque en Francia. Zapico, que es un enamorado de la gran novela rusa y francesa del XIX, creó una obra de gran interés y sencilla lectura sobre unos temas tan profundos como universales: el valor, la traición, el perdón, nuestra condición humana por encima de nacionalidades, y la cultura como la vía hacia nuestra plena realización como personas.El dibujo de Zapico, sencillo, efectivo y sin florituras de diseño, me ha recordado a las ilustraciones de Hergé aunque con un trazo, ¿cómo decirlo?, algo más cálido y humano. Uno se da cuenta de que el autor siente verdadero cariño por sus personajes, en especial por Bertenev, el despistado profesor, liberal y humanista, incapaz de matar una mosca y reclutado prácticamente a la fuerza; pero también por el capitán Townsend, tan zafio como fiel a sus principios; o incluso por el despiadado Golitnicheff, el superior de Bertenev, que jura vengarse de la traición de su subordinado.Una estupenda lectura.
Esta excelente recomendación de Ricardo empieza como una historia de amor en los años del nazismo y la guerra. Narrada con gran sensibilidad sin caer jamás en la sensiblería, tiene muchos puntos en común con Berlín, otra fascinante crónica del auge del nazismo.Sólo se me ocurre un pero a esta novela gráfica: ésta es la primera parte, publicada en 2002, y a saber cuándo se publicarán en castellano los tomos restantes.
Como ya he dicho en alguna otra ocasión, leer la obra maestra de un autor antes que toda su obra anterior es un error: todo lo demás nos sabrá a obra menor. Me sucedió, entre otros, con Sebald y Austerlitz, con Murakami y la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (aunque algunos dicen que 1q84 es mejor), y con Joe Sacco. Palestina. En la franja de Gaza es una muy buena novela gráfica, pero no ha dejado de parecerme un preámbulo a la extraordinaria Notas al pie de Gaza. Como en esta última, Sacco nos ofrece unos retratos de los personajes con los que se encuentra y comparte vida, casa, café, chaparrones o comida, pero nunca calzoncillos, y los convierte, para el lector, casi en amigos de la familia. Y de nuevo, es de agradecer la ecuanimidad de Sacco al retratar el conflicto palestino-israelí, pese a en ningún momento ocultar su simpatía por la causa palestina. La fijación de Sacco por las dentaduras es quizá aquí más acusada que en Notas...
Llegué a este libro tras la lectura de El regreso del húligan; me parecía una manera interesante de seguir explorando la Rumanía de Manea, Eliade y Sebastian y su literatura. Desgraciadamente, y a juzgar por este libro, Eliade, como autor de ficción, me pareció, si no malo, sí bastante coñazo. Es una pena, porque la premisa inicial de algunas de las historias era bastante interesante. Sin embargo, la lectura se hace farragosa y tediosa por culpa de un estilo pomposo, sobrecargado, y lleno de un seudomisticismo bastante soso. De las cinco historias, me quedé a mitad de la segunda.
Sólo recuerdo dos cosas de este libro: que no entendí ni jota y que me gustó mucho.
En mi aún no tan lejana juventud leí El sueño de los héroes, libro que me maravilló. Esa novela y un par de colecciones de cuentos era todo lo que había leído de Bioy Casares, por lo que desde hacía tiempo tenía muchas ganas de leer el que nos ocupa. Se dice, además, que Borges calificó La invención de Morel como "una novela perfecta". Ahí es nada. Sin embargo, aunque no era muy aficionado a las boutades, me temo que aquí se le escapó una, tanto peor cuanto que viene del profeta de la reescritura infinita, que es otro modo de decir que no existe la obra perfecta.Con una boutade hay suficiente, así que no voy a decir que La invención... no es una buena novela (aunque sí afirmo que está muy lejos de la "perfección"). Parte de una idea muy interesante, y es innegable que el trasfondo filosófico tiene mucha enjundia. ¿El problema? Pues que a pesar de su brevedad, se hace laaarga. La culpa de ello la tiene, en parte, la, para mí, imperdonable falta que comete Bioy Casares (pese a que son legión los escritores que tienen este vicio), a saber, regodearse en tediosas descripciones de lugares imaginarios, y en este caso, incluso de máquinas fantásticas. Mientras leía La invención... se me ocurría que, con tantos dobles atardeceres, con tantos paseos, con tantos encuentros sin palabras entre un hombre y una mujer, y con la ya mencionada enjundia filosófica, algún director de cine francés debió de llevar la novela al cine en los años 60. Bingo. Y no fue sólo uno sino dos, Alain Resnais y Claude-Jean Bonnardot. Porque el libro es así, como una peli de la nouvelle vague.
Una gota más de leche que Acantilado ha conseguido exprimir de la ubre Zweig. Breve historia que, con el tamaño de letra adecuado, puede alargarse hasta las 60 páginas que justifiquen la publicación de esta historia por separado. Se trata de una historia sobre el tema del doble, (en su variante opuestos-complementarios), que, por su trama, podría haber sido sacada del Decamerón. Narrada con la habitual maestría y profesionalidad de Zweig, no deja de ser, a mi juicio, una historia menor del autor vienés.
Fup, una especie de palabrota suavizada, en español se tradujo como Jop. Esta novelita (o, como la subtitula el autor, "fábula moderna") tiene un comienzo absolutamente desgarrador, aunque pronto se encauza por el camino de lo entrañable, con unos personajes divertidos e interesantes. Se trata de una historia original y sencilla, de ambiente rural y protagonizada por personajes al margen de la sociedad. Como se señala en la introducción, quizá "fábula" no es el término adecuado, y se acerca más a la parábola, aunque los escasos pero evidentes elementos sobrenaturales nos alejan también de ese género. Tenemos abundancia de detalles, símbolos, imágenes y sugerencias, desperdigados por aquí y por allá de manera tal que parecen iluminarnos el camino pero que, de hecho, lo hacen más enigmático e interesante. No me ha despertado el fervor casi religioso que inspira a la mayoría de sus lectores, pero creo que eso se debe a que no lo he leído en el momento adecuado.Muy interesante prólogo, y una entretenida entrevista de Kiko Amat al autor. Muy cuidada edición de Captain Swing, con preciosas ilustraciones, donde, una vez más, la revisión de la traducción se la han encargado a la señora de la limpieza (con todos mis respetos; mi madre lo fue muchos años). Nombres propios que cambian, que a veces se traducen y a veces no, y un dolorosísimo "inflingido" del que todavía me estoy recuperando.
Os deseo un feliz fin de año y que 2012 sea mejor para todos.