La comparación con la “La Pasión de Cristo” surge inevitable, pero conviene aclarar que ambas películas no sólo abordan momentos históricos distintos, sino también géneros diversos. El film de Mel Gibson es un drama religioso hiperrealista de gran hondura teológica, mientras que “Resucitado” podría ser calificado como thriller bíblico.
Dirige Kevin Reynolds (“Robin Hood, príncipe de los ladrones”,“Waterworld”, “La venganza del conde de Montecristo”), que también coescribe el guión junto a Paul Aiello. La película, dividida en dos partes claramente diferenciadas, combina entretenimiento, emoción, recreación histórica y relato evangélico, con la intención de atraer a un amplio espectro de público: creyentes y no creyentes; adolescentes que buscan acción y suspense, y adultos de todas las edades que se interesan por un cine más reposado de relaciones humanas.
Reynolds y Aiello han escrito una historia que se ciñe con fidelidad a los textos evangélicos, una decisión loable que –además de evitar el riesgo de la polémica– les permite gozar de una gran libertad inventiva para desarrollar el personaje de Clavius y detallar su evolución. En este sentido, es un acierto la contraposición entre el protagonista y Pilato, dos hombres ambiciosos pero con aspiraciones dispares: a Pilato sólo le interesa hallar el cuerpo del Nazareno para su propia tranquilidad; Clavius quiere saber la verdad, justo lo que a Pilato nunca le importó.
El film presenta a un Jesús (Cliff Curtis) muy normal físicamente, familiar, alegre y misericordioso (la escena con el leproso resulta realmente conmovedora), y a unos Apóstoles sencillos e idealistas. En cambio, la presencia de la Virgen es testimonial y sólo la vemos fugazmente al pie de la cruz, mientras oímos sus gritos de dolor; una decisión poco afortunada que es quizá el descuido más relevante del guión.
Con una notable y emocional banda sonora de Roque Baños, la aportación española se completa con las interpretaciones de María Botto en el papel de María Magdalena, de Jan Cornet como el apóstol Tomás o de Antonio Gil que encarna a José de Arimatea.
Aunque “Resucitado” no alcanza la excelencia de “La Pasión de Cristo”, tiene el mérito de recuperar parte del clasicismo de las películas bíblicas, sin renunciar a los recursos del cine moderno. Una propuesta que puede marcar el camino a futuras producciones de calidad, de modo que logren armonizar el espectáculo con la verdad del hecho religioso.