Sin respiro y sobresaltándonos el ataque fortísimo en "tutti" In Tempo des Scherzos. Wild herausfahrend "Auferstehung" (texto de Klopstock) realmente salvajemente exteriorizado y jugoso, refulgente tras las anteriores preguntas y dudas, el amor divino, el reconocimiento y convencimiento de que hay vida después de la muerte, esperanza más que resurrección, el tiempo de Mahler que llegó antes de lo que pensaba, una montaña rusa de matices y tiempos. María Espada emergiendo de las trompas cual tranquilo amanecer vocal tras la tormenta, preparado por unos bronces con destellos de arpas y mecidos por la madera, paso firme hacia el mediodía esplendoroso, el crepúsculo más que ocaso y un sueño hecho música antes de la irrupción del coro en empaste ideal con la emeritense y después la germana, desde unos pianissimi claros (en pie para poder ver al director por una tarima demasiado baja y ocultos tras la enorme percusión), convencidos, entregados en las manos de Pablo González balanceando el poderío orquestal hasta el plano perfecto, tanto desde fuera de escena como dentro, encajando con una flauta bucólica y cristalina contestada por los metales celestiales antes de abrazar ese final sinfónico coral con ambas solistas igualmente claras y presentes, texturas increíbles bien buscadas.
Si este tiempo de scherzos es todo él un universo vital, campanas de fe, paso firme y convincente hacia una luz primordial, cegadora y llena de fuerza interior hasta la resurrección, la música de Mahler revuelve entrañas y devuelve la esperanza. La iluminación del auditorio aumentada para seguir los textos traducidos pareció sumarse al espectáculo, principio y final, la inabarcable irrupción sonora dentro y fuera manteniendo pulsión y tensión, corazón y pasión de Pablo González transmitida a todos los intérpretes, "levantando el vuelo hacia la luz que no ha alcanzado ningún ojo", morir para vivir. No se puede pedir más.