Estoy en plena crisis creativa, siempreenmedieros. Y he recurrido al comodín (llevo un ratazo buscando esa palabra, mi cerebro está agujereado) del grupo de whatsap de autores/as de este blog. Y la fortuna ha querido que alguien me recuerde que, todavía hoy, según algunas de las definiciones de vida, los virus no estarían técnicamente "vivos" (los virus, para replicarse, necesitan la célula de otro ser vivo, no son "autónomos"). Así que, encima, además de la guerra que dan, ¿ni siquiera están vivos?
Me dirán que bueno, igual hay que modernizar la definición. Y seguro que ya la hay (muchas y muy sesudas, baste ver la lista que tiene la wikipedia), pero a mí me sigue haciendo ilusión pensar que los bichos estos no están vivos, que son algo así como zombis.
Porque si se trata de resucitar, al final los que mejor lo hacen, al menos en el cine y la literatura, son los zombis.
Luego están los extremófilos, que igual te aguantan la radiactividad que el frío que el calor que lo que se tercie. Y una no sabe si se pueden "resucitar" (por ejemplo, tras mucho tiempo congelados) o que, simplemente, hacen un kitkat de la vida.
A veces molaría poder hacer un kitkat de la vida porque, total, con el panorama que tenemos, la cosa no pinta muy bien. Ya no sé si decantarme por los extremófilos o por los zombis.
Y visto el revuelo que se está montando ahora mismo en el grupo de whatsap con el tema de si virus vivos o no vivos (que aquí hay gente que sabe mucho, señoras), me retiro a mis aposentos a seguir intentando recuperar las pocas neuronas que me quedan, a ver si para la siguiente vez que me toque escribir les puedo contar cosas.
Y cuando digo cosas, digo COSAS. (Se frota las manos malévolamente).
P.D.: Si quieren leer algo que de verdad merece la pena, no se pierdan esta historia sobre Louis Pasteur y el niño mordido por un perro con rabia al que salvó la vida, un texto escrito por el maestro neurocientífico José Ramón Alonso. ¿Quién dijo que no puedo robarle la inspiración a otros? 😉 " El niño alsaciano y monsieur Pasteur ".