La gran duda de las elecciones sigue presente ahora mismo, y es si Fidesz conseguirá los dos tercios del parlamento que le dan la mayoría absoluta para gobernar, y evitar los debates parlamentarios, como ha ocurrido en ese último mandato 2010-14. Debido a que el cierre de los colegios electorales se produjo más tarde de los esperado por las largas colas que había a última hora, pese a que la participación ha sido más baja que en los anteriores comicios, aún se están terminando de contar los votos, especialmente en un distrito de Budapest, donde la diferencia entre Fidesz y la coalición de izquierdas es de tan solo 20 votos, y puede tener la llave de la mayoría absoluta que depende de tan solo un asiento ahora mismo. Casualmente en este distrito es donde se vio salpicado el gran escándalo preelectoral de este año, el caso Gábor Simon, del cual hablaré más adelante.
Fidesz ha sido relativamente castigado por sus votantes, ha bajado en número de votos de un 53% a un 44% (133 escaños), y ha sido el gran afectado por la abstención de estos comicios, cuya participación ha sido de un 60% (64% hace 4 años), sin embargo está en el borde de conseguir los dos tercios del parlamento, a falta de recontar los últimos votos.
La coalición de izquierdas del MSZP-Együtt-DK-PM-MLP ha conseguido un 26% (38 escaños), subiendo algunos puntos desde el 19% de los últimos comicios. La ausencia de grandes caras nuevas y el escándalo de corrupción del vicepresidente Simon Gábor han impedido cosechar más votos.
Como tercera fuerza, y subiendo, ha sido Jobbik, el partido ultranacionalista de extrema derecha, con un 21% frente al 17% de las elecciones de 2010, lo que otorga 23 escaños. La moderación de su discurso preelectoral ha sido sin duda clave para arañar votos a Fidesz, pese a que su ideología sigue siendo la misma de siempre.
El LMP, con el 5% de los votos (5 escaños), es la cuarta fuerza, y estará en el parlamento. Ha bajado dos puntos desde el 7% del último sufragio.
Una vez más las encuestas estuvieron acertadas. Fidesz ha arrasado en todo el país salvo en algunos distritos de Budapest, tradicionalmente feudos socialistas, en Szeged, otro bastión de izquierdas (no le faltaba razón a Orbán cuando el viernes pasado en un mitin en Szeged decía que "era una ciudad difícil"), y Miskolc, una importante ciudad industrial.
De todas formas, hasta que no se revelen todas las incógnitas, es demasiado pronto para hacer una valoración global. En las próximas horas se sabrá si finalmente Fidesz tiene los dos tercios tan ansiados y plenos poderes para gobernar, o si no los alcanza.