Podríamos decir que hoy, lunes 25 de mayo, es el "día de la igualdad" porque "igual da" que hayas votado o no, "igual da" que te hayas cabreado, "igual da" que hayas luchado contra la bajeza y la corrupción porque el sistema te pasa por la trituradora y los políticos siguen en sus cargos, disfrutando de la orgía del poder y de privilegios que no merecen, a juzgar por los pobres logros de sus gobiernos y los terribles daños que han causado a España y a sus ciudadanos.
Sin embargo, algo muy importante ha cambiado en España, donde se ha demostrado que el pueblo enfurecido puede cambiar las cosas. La rabia ciudadana solo ha enseñado los dientes, pero eso ha bastado para poner de rodillas al bipartidismo, aunque no haya sido suficiente para imponer la ansiada regeneración. Seguiremos cuatro años mas en manos de los sinvergüenzas, pero ellos están mas débiles y tienen ahora mas miedo, un miedo saludable y esperanzador al pueblo indignado porque saben que la resistencia crece y los esclavos se rebelan.
La trituradora del sistema es terrible e inmoral porque lo mismo da que la victoria haya sido de la abstención y del voto de castigo. Al final, el sistema pervive y se exhibe invulnerable. Los políticos "obtienen la confianza de los ciudadanos", aunque hayan conseguido solo un pequeño porcentaje de votos. Con que solo les voten los suyos, ellos se sentirían legitimados. Todos dicen que han triunfado, aunque hayan sido vapuleados. El PP y el PSOE han perdido muchos litros de sangre, ciudades y gobiernos y los votos del pueblo les obligarán a dialogar y pactar, enterrando parte de su arrogancia endémica, pero a pesar de todo se visten de gala y dicen ante las cámaras que han vencido. El sistema es brutal porque sus maquinistas y gestores está educados en la mezquindad y carecen de grandeza y de nobleza de alma.
El verdadero enemigo del pueblo y de la democracia, el sistema político truculento y viciado de España, sigue vigente e indemne. El que se mantenga vivo constituye un peligro para el cambio y la regeneración. Ese sistema es un bodrio preñado de trucos, trampas y falsedades, en el que el ciudadano siempre pierde y el político siempre gana. En la política española ocurre como en el Casino, que "la banca siempre gana".
Todas las injusticias y barbaridades siguen vivas: esas autonomías incosteables, cuajadas de gobiernos, parlamentos, enchufados y miles de instituciones y chiringuitos inútiles; esos partidos políticos sin controles, capaces de anteponer una y otra vez sus intereses al bien común; la impunidad de los políticos, habilitados por el sistema para burlar las leyes sin que tengan que pagar muchas veces por sus delitos y sin obligación a devolver lo robado; esos partidos y sindicatos, financiados con el dinero de los impuestos; ese sistema sin ciudadanos y sin controles ni frenos democráticos, esa Justicia inexistente, controlada por la política; esa pobreza que avanza y extermina a los débiles; ese desempleo que se hace endémico y que se ceba en los mas humildes; esa destrucción sistemática de los que piensan, de los que quieren ser libres y de esas clases medias que son el sustento de la racionalidad y la solvencia del sistema... Todo sigue igual después de los millones de votos depositados.
Hemos soportado una campaña electoral vergonzosa y vergonzante, plagada de mentiras, engaños y trifulcas, de falsos debates, ruido, papeles, despilfarro, cartelería, vocerío y titulares de plástico, fabricados por estrategas bien pagados. Hemos elegido a nuevos diputados, concejales, gobiernos y alcaldes, pero España sigue siendo un país sin democracia, sin valores y sin ciudadanos, básicamente inmoral e injusto.
¿Ha merecido la pena?
Por supuesto que sí porque el cielo no se conquista por asalto sino golpeando mil veces con el martillo, empleando tesón y muchas generaciones en la lucha.