Resultados electorales. Hemos pulsado la tecla pausa

Publicado el 21 diciembre 2015 por Manuhermon @manuhermon
Ni rompemos totalmente con el pasado, ni generamos una alternativa clara de camino nuevo de futuro. El lío de formar gobierno es mayúsculo, olvídense de la estabilidad, necesaria para encontrar salidas posibles a esta nueva normalidad en que estamos instalados, desigualdad, precariedad, deudas, globalización… independentismo. La precariedad nos está comiendo, y seguirá, crear varios millones de puestos de trabajo resultará sencillamente imposible, porque las condiciones no se construyen con voluntarismo y discursos emocionalmente perfectos, las ideas de los programas electorales pueden ser buenas, malas o regulares, tanto da, tener razón teórica en política sirve de muy poco, se necesitan fuerzas descomunales para derribar muros y construir caminos y las bases materiales que rodean esta sociedad necesitan enormes cambios para crear puestos de trabajo en Occidente. Lo que sería una tarea hercúlea para una mayoría de gobierno, será prácticamente imposible de realizar para la diversidad de grupos tras el resultado electoral. Por eso cabe la posibilidad de que hayamos pulsado la tecla pausa, para después de unos meses volver a otras elecciones. Son de poca utilidad las propuestas acertadas, teóricamente, si no se pueden aplicar, si no tienen en cuenta las fuerzas que se opongan, si no tienen en cuenta el resto de factores sobre los cuales hay que interactuar, la globalización y la competencia de los países avanzados tecnológicamente que nos orillan a los españoles, la competencia de los países emergentes que cubren nuestro nivel de desarrollo, la potencia de los mercados que llevan y traen las grandes masas de dinero de unos rincones a otros a velocidades de vértigo siempre sobre la base de encontrar altos retornos en el corto plazo, lo cual requiere posibilidades de beneficio. Estimular la demanda con impulsos públicos es necesario, de cajón, pero insuficiente si no se generan inversiones y éstas no lo harán si no hay expectativas de beneficios y la caída de las tasas de beneficios es un problema grave y serio, imposible de encontrarle salidas a escala país sin acuerdos globales. Rajoy se alegra, igual que muchos otros, de que los bonos españoles que se emiten en representación de la deuda pública se vendan con tipos de interés negativos, ¡nos pagan dinero por prestarnos dinero! Los mercados, los inversores aceptan meter su dinero en unos bonos sin obtener beneficios a cambio. ¿De verdad han pensado lo que significa eso? El dinero mundial no encuentra donde invertir para obtener rentabilidad, no genera inversiones productivas, no crea puestos de trabajo, no genera demanda. Se está abriendo una nueva puerta que no sabemos hacia dónde conduce, habrá que seguir con el tema en otros momentos, porque probablemente los avances tecnológicos digitales, el mundo de internet, no sea tan productivo como anteriores revoluciones. Este es el lugar y momento de las elecciones en España, obviado por todos en la campaña electoral, ni hubo un relato para explicar por qué estamos aquí ni lo hubo para exponer tendencias posibles, costes y sacrificios. Pregunten por Europa, no terminan de aumentar inversiones a pesar de los esfuerzos del BCE comprando deuda a mansalva, además de los planes de inversión Junker, a pesar de la caída de los precios del petróleo, a pesar de la devaluación del euro respecto al dólar… a pesar de todo, Europa no termina de arrancar y estabilizar un crecimiento que frene la desindustrialización, que abra proyectos que frenen la caída del empleo. Ahora añadan el frenazo de los emergentes, en parte por la caída del precio de las materias primas, la cuestión es que se verán afectadas las exportaciones españolas, las europeas y las extracomunitarias. La recuperación española, siendo real en algunas cifras, es un espejismo por provocar un rebote después de una caída tan inmensa, espejismo por inconsistente que será imposible de mantener sin reformas profundas, que serán imposibles de realizar por nadie, sin grandes acuerdos. Y las cifras parecen bloquear más que permitir acuerdos.