Aquí están los resultados:
Que haya algo pero no predomine, ¡que estoy harto! - 51 (41%) Que sea uno de los temas principales y haya mucho - 37 (29%) Que no haya nada de nada - 1 (0%) Me da igual, depende de la novela - 35 (28%)
Los sectores más radicales caen en picado. En cuarta posición y con un único voto, está la posibilidad de que no aparezca nada. Puestos a pedir ¿por qué no pedir un libro totalmente ausente de esto? Aunque constituya el 0%, tengo que aceptar que tiene parte de razón: hoy en día encontramos micronovelas que no llegan ni a las trescientas páginas. Y el amor ocupa gran parte de ellas. Si es de fantasía... ¿por qué no escribir sólo sobre esto? Por probar algo nuevo, no perdemos nada.
Y en tercera posición, llevándose la medalla de bronce, tenemos a esos que se inclinan hacia ese "depende". Como bien decíamos antes, si la historia carece de esa chispita necesaria para hacer que el amor brote, no es necesario forzarla con un lanzallamas. Que surja si la trama lo pide, y si no, pues nada.
La medalla de plata va para aquellos que siguen apostando por esas novelas romanticonas, en las que el elemento romántico no es una decoración escenográfica; puede ser considerado como ese bonito Cupido invisible que sigue a los personajes vayan a donde vayan. Y es que, señores, parece que las novelas amorosas nunca faltarán.
Sujetando la bonita copa dorada, en la posición más alta del podio, está la primera opción: que ni falte, ni sobre. Al fin y al cabo es algo natural, y en la mayoría de los casos, los personajes evolucionan, y con ellos sus vidas y sus relaciones. Sea novela fantástica, histórica, realista o de ciencia ficción, en el momento en el que dos personajes comparten argumento, ya se puede prever lo que sucederá.
Y eso es todo por hoy. ¿Seguís opinando lo mismo sobre el amor en las novelas juveniles?