Reveo su postura, que fue mi propia postura y me digo que si, que vale totalmente la pena volverse madre. Claramente es una transformación, es adquirir nuevas facetas -si alguna aun no la tenia-. Es volverse plena y total. Es tener una marca indeleble de por vida. Pero, claro, esta es la forma maravillosa de vivirlo y es así para las valientes que deciden o quieren o pueden sacarse las vendas socialmente impuestas. Para vivirlo así, hay que de alguna manera hacerse cargo de una misma y de la vida, y enfrentar amorosamente cada día.
La cesárea es dura, quizás tal vez como una mala episiotomía. No poder cargar a tu propio bebe es complicado. Responder a las exigencias sociales, con visitas y saludos, "pasármelo un rato" y todas las demás opiniones no es sencillo. En esos momentos yo solo quería paz, estar sola, en la cueva. Con los meses lo logre, pasaba mucho tiempo en camisón, en la habitación, auto confinada. Salia cuando no aguantaba mas las ganas de ir al baño. No hablaba mucho, si leía mucho. Pero era un aprender constante y un maravillarme por la fluidez de tantas cosas.
Pero también fue duro. Soportar los llantos por los gases, los dolores de las tetas congestionadas, los cambios de ropa y de pañal, las opiniones, las horas sin dormir, mis propios cambios de humor, mis propios miedos y fantasmas y llantos. Y enfrentando todo esto salí, poco a poco, fluyendo hacia el disfrute. Al final, después de transitar estos primeros meses, todo fue tan sencillo como aprender a "leer" lo que mi cachorro expresaba y necesitaba y acomodarnos a su presencia.
Por algún extraño motivo, en varias ocasiones tenia una certeza interna de estar haciendo las cosas de la forma natural y correcta. A la vez, debí enfrentar la incertidumbre que causas las opiniones ajenas, si. Y también aprendí a encontrarme y vi que había un vinculo entre mis estados de animo y los del cachorrito. De algún lado, tal vez intuitivo, saque conocimientos que no conocía y los implemente. Me volví madre animal. Debo reconocer, que mi cachorro no fue el primero. Tuve otros años antes: tres guacamayos, una suricata, dos tigres, un peludo, una puma, un yurumi y tres tamanduas. Claro, todos diferentes y cada uno con sus peculiaridades.
Tengo un nuevo cuerpo
Tengo una cicatrizTengo pechos de leche
Tengo alguien que es mi felicidad diaria
Tengo un pequeñito que duerme de mi mano
Tengo deseos de estar mas tiempo en casa
Tengo ganas de disfrutar mas de la vida, de reír y de mostrarle el mundo, acompañándolo en sus descubrimientos
Tengo menos tiempo para mi (bueno, casi no tengo)
Tengo que trabajar
Tengo a alguien a quien interpretar
Tengo a alguien a quien adoro hacer feliz
Aprendo a diario a vivir hoy
Y así estoy, siempre aprendiendo y conociéndome. Proponiéndome nuevos desafíos, contagiándome de la risa y de los sueños de ese pequeñito que supo vivir dentro de mi.
Yo decidí que fuera algo que me atravesara, que fuera totalmente mio y así lo vivo, y lo agradezco. Con él soy feliz.