La semana pasada me escribieron de Som gent de profit, la nueva campaña contra el desperdicio de alimentos de Barcelona, para comunicarme que era uno de los ganadores del concurso de consejos de táper al que me apunté sin muchas pretensiones.
Se trataba de dar un consejo relacionado con el táper y el mío resultó uno de los escogidos por el jurado: ¿Cómo preparar unos tallarines a la carbonara para que no estén secos al día siguiente?
El premio fue un taller de cocina de aprovechamiento impartido en Espai Boisà, local que ya conocía porque estuve en un evento de Lékué hace unos meses. Un espacio donde se organizan eventos culinarios para empresas y particulares, así como talleres temáticos participativos.
¿Qué pasa si juntas a quince desconocidos alrededor de unos fogones con unos pocos ingredientes?
Pues que se lo pasan teta piruleta. Cada uno de su padre y de su madre, distintas edades, distintas inquietudes, vegetarianos, amantes de la carne, dulces, salados, pero con ganas de pasarlo bien.
Momento de concentración preparando el tartar de fuet, que los cuchillos los afila el diablo.
Y además, si al acabar de cocinar te lo comes... ¿Qué más se puede pedir?