Mucho más interesantes fueron los mini-ciclos que me monté en casa. Primero me decidí a ver los primeros films de Michael Haneke, los únicos que me faltaban para finalizar su filmografía, que agrupó como la trilogía sobre la violencia en la sociedad moderna (como si sus posteriores películas no tratasen también sobre ella). La que más me afectó y más me gustó fue la primera, El séptimo continente (Der siebente Kontinent), basada en un suceso real sobre una familia de clase media que decide que su vida no tiene ningún sentido. Después vinieron El video de Benny (Benny's Video) y 71 fragmentos de una cronología del azar (71 Fragmente einer Chronologie des Zufalls) que me parecieron más interesantes que buenas.
Pero la filmografía de John Hugues no es la única que he descubierto este verano, sinó que también la de Sean Penn como director. La primera película suya que vi es la última, Hacia rutas salvajes (Into the Wild), un relato bastante amargo sobre un recién licenciado que decide abandonar su vida material y lanzarse a la aventura. En cierta manera me recordó a El séptimo continente, y a pesar del abuso de la estética videoclipera reconozco que me llegó dentro. La segunda de Penn que llegó a mis manos fue su debut, Extraño vínculo de sangre (The Indian Runner), una excelente historia sobre la relación entre dos hermanos muy distintos que está basada en la canción Highway Patrol Man del disco Nebraska de Bruce Springsteen. Viggo Mortensen realiza una interpretación soberbia.
Otra película que he disfrutado mucho estos últimos meses es, por ejemplo, una de animación de plastilina belga con un punto muy surrealista, Panique au Village, en la que un indio, un vaquero y un caballo comparten casa y montan una muy gorda en el pequeño pueblo donde viven. Es muy divertida y la recomiendo totalmente. También el último film de Polanski me gustó mucho. El escritor (The Ghostwriter) es un thriller político en la mejor línea de los años 70, con una ambientación que sumerge al espectador. Y para terminar, también vi dos películas que, pese a ser interesantes, no me han dejado mucha huella: Greenberg, con unos personajes difícilmente empatizables, y Las vidas posibles de Mr. Nobody (Mr. Nobody), demasiado pretenciosa.