No te asustes, no me estoy poniendo zen, aunque un poco de su calma sí que nos vendría bien en esta sociedad tan acelerada.
Me propongo indagar y potenciar maneras de fomentar la motivación intrínseca en los alumnos como verdadero motor que les permita progresar en sus estudios y en sus vidas. De tal manera, que llegue incluso a compensar las taras que el sistema y sus actores, les puedan generar.
Ardua empresa, de difícil consecución, pero estoy empeñado en ella.
Les he dicho a los alumnos que lo que hagamos será más importante que aprobar todas las asignaturas, que también. Será importante para sus vidas. Hemos hablado sobre las cosas que les proporcionan energía, de estrategias para superar las cosas que no les gustan o les gustan menos, a emplear el pensamiento alternativo y a cambiar el punto de mira cuando algo no les ilusiona, buscando entonces los aspectos que más les puedan atraer.
La primera cosa que les he planteado es que, durante unos días, piensen en un reto voluntario que se pongan a sí mismos y que busquen a un compañero que lo verifique. Se plantearán un reto libre cada trimestre. Al final del mismo, deben verificar su consecución con un compañero que hará de colaborador, no de notario. El reto y, posteriormente, el resultado con un comentario, lo compartirán en un documento de Drive en Classroom, junto a un comentario, con el resto de la clase.
Por último, dedicaremos una sesión a reflexionar al respecto.
Lo cierto, es que estoy disfrutando mucho de las clases desde que estoy en ello (a ver lo que me dura-cell). Lo que más me ilusiona, no es únicamente que los nuevos alumnos estén sorprendidos pensando si el nuevo profesor está algo mal de la azotea, sino que a los repetidores, los veo totalmente enganchados.
El tiempo dirá si progresamos adecuadamente en este empeño.