Exposición¡Hola, hola, hola! ¡Ho, ho, ho, feliz Navidad! ¡Espero que estas fiestas estén llenas de lecturas estupendas! J ¿Qué tal os ha tratado la semana? ¿Ya tenéis ganas de iniciar el año? ¿Algún plan? Yo de momento no creo que haga gran cosa, aunque no descarto planes de última hora. Esta semana – después de una desaparecida – quería traeros un book-tag, aunque al final no me he visto con ganas de hacerlo y, bueno, he decidido traeros una entrada de la sección más jovencita del blog. ¿Nos ponemos a ello?Exposición Siempre le había gustado estar sola, pero rodeada de gente. Siempre le había gustado saberse observada, tal vez querida desde lejos; pero sola al fin y al cabo. Siempre le había gustado, porque era fácil. Por eso se sentía tan perdida leyendo aquellas palabras. Sentada con la vista puesta al frente, observaba la fría noche que se cernía sobre la ciudad. Podía ver cómo las farolas proyectaban sus luces y sus sombras sobre la gente que se atrevía a salir allí afuera, embutidos en gruesos abrigos, luciendo coloridas bufandas. Personas valientes. Personas que no temían lo que pudiera pasar después. Y ella sólo los miraba, buscando en ellos algo de sí misma, preguntándose qué hacer con aquellas estúpidas palabras que habían conseguido trastornar su paz, su maldita tranquilidad, su jodida armonía. Estaba enfadada. Enfadada de verdad. Enfadada porque no sabía cómo lidiar con aquello, cómo decir lo que realmente pensaba. Cómo ser débil sin dejar de ser valiente. Y es que cada vez que pensaba en ello sonreía con tristeza, sintiéndose de nuevo pequeña. Pequeña porque aquellas palabras la herían, porque le hacían pensar en cosas que ya creía enterradas. Porque había promesas. Y ella sabía que las promesas no eran más que palabras que se llevaba el viento. No se engañaba, sabía que se le pasaría. Sabía que sólo era pasajero, que el tiempo ejercería su magia y la haría olvidar. También sabía que había otra solución, la de los valientes, la de las personas que no temen sentirse expuestas. Pero la valentía andaba muy lejos en aquellos momentos. Y ella sólo quería que el tiempo actuase, que la monotonía se cerniera sobre ellos, haciendo que todas aquellas palabras, todas aquellas promesas, cayeran en las garras del olvido.