Pero, ya no solo son las convulsiones que pueda causar, es el ataque soporífero que entra cuando visionas el casi minuto en blanco y negro de un/a niñ@ caminando por las aceras entre la nieve; es el mareo que te embarga cuando empiezas a ver fogonazos de luces, son las siguientes secuencias de carteles luminosos pasando a la velocidad el rayo; es Rihanna, siempre ya semidesnuda –creará sorpresa el día que vuela a ponerse una camiseta–, haciendo los mismos aspavientos de siempre, es… un vídeo totalmente prescindible.
Poco favor le hace al polémico cantante que, no satisfecho con sus ya vergonzosas actuaciones públicas, lo remata con este vídeo tan pobre, tan poco a la altura de su trabajo.
Para quien lo quiera, el vídeo: