Reto 360º Solidarios, etapa 4: Canillas de Aceituno-Villanueva del Rosario

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

Pasaban por poco las 6 de la mañana cuando sonó el despertador; sabía que algo había dormido, pero no podía cuantificar cuanto ni en cuentas veces...

La noche se me había pasado en un suspiro, pero a diferencia de la noche anterior, no por dormir plácidamente y de un tirón.

Estando acostado los calambres me martirizaban, en baja espalda y gemelos si permanecía mucho tiempo tumbado boca arriba, y si me recostaba sobre el lado derecho o izquierdo del cuerpo, dicha cadera se retorcía de dolor; por lo hablar de los viajecitos nocturnos para ir al baño, tres esta noche.

Aun así, mientras abría los ojos y trataba de concienciar a mi cuerpo de que teníamos que ponernos en marcha, me sentí mejor físicamente que en el despertar de la primera jornada, lo que, junto a un estómago menos peleón, me dio ánimos.

Paco se levantó del colchón poco antes que yo, lo que me hizo hundirme en él y a mi musculatura trabajar más, lo que me dio la fuerza para levantarme definitivamente.

Pensé en cambiarme, pero hacía muchísimo frío, así que busqué mi buff de las VI 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme y me lo encasqueté; en él se podía leer "Quién Resiste Vence", que es lo que pretendía hacer esta jornada, resistir y seguir avanzando en el reto.

Mientras Pascal desinflaba su colchón yo terminaba de organizar las cosas, y cuando estuvimos listos, antes de que el coche de apoyo llegase, nos dirigimos al único bar del pueblo que ya estaría abierto.

Desayunamos con la trágica noticia de los atentados de Francia, en mi caso una torta de algarrobo, una tostada con aceite y ajo y una manzanilla, cortesía de Paco, que no nos dejó pagar.

Terminando el desayuno llegaron mis padres, nos echamos una fotografía en la Plaza del Ayuntamiento y nos encaminamos al campo de fútbol para cargar las cosas en el coche y comenzar la jornada.


El mismo punto donde finalizó la etapa anterior, pocas horas atrás

La temperatura había comenzado a subir, y tras cargar todo en el coche de apoyo de mis padres comenzaba a sudar profusamente, así que me cambié las mallas largas de abajo por calzonas y las de arriba por la camiseta de manga corta del reto.

Probé a calzarme huaraches, pero tanto los modelos de Enix como de Pies Sucios me hacían daño en la zona de los pulgares, sin duda debido a tanta tralla durante las 3 primeras jornadas, así que decidí calzarme las Skechers Go Run Ultra.

Los primeros pasos con ellas fueron muy raros, pero no había tiempo para acostumbrarse, ya que tras echarnos la foto que encabeza la crónica, nos pusimos en movimiento.

En el primer tramo, asfaltado, eché de menos los huaraches, pero en cuanto nos internamos en la montaña y emprendimos el descenso hacia la Cueva de la Fájara me alegré bastante de haber elegido hoy las Skechers.

Como le dije a Pascal y Paco, no son lo mejor del mundo para bajar por terreno técnico, pero al llevar el pie recubierto y tener una suela gruesa debajo bajaba con bastante presteza; no, no tanto como la de Paco, aun así.

Fue un primer tramo divertido, en el que terminamos de encender motores y, para mi sorpresa, seguíamos avanzando a ritmo vivo cuando la pendiente lo permitía.


Con Paco y al fondo, la Cueva de las Cabras


Al fondo a la izquierda, tras la vegetación, se encuentra la Cueva de la Fájara

Tras vadear el río Bermuza comenzamos el ascenso, mientras Paco nos recomendaba diferentes cuevas para iniciarnos en la espeleología.

No tardamos en divisar Alcaucín a lo lejos, y su imponente cantera, mientras afrontábamos un tramo de sube y baja a media ladera, pero no era una parada contemplada en nuestro itinerario, ya que todos los intentos de contactar con la casa consistorial se habían tornado infructuosos.

La bajada de la Gran Senda de Málaga acababa en un tramo asfaltado, por donde aprovechamos la pendiente a favor para ir estirando las piernas, realizando un segmento kilométrico a 6:30 min/km, un ritmo impensable horas atrás.

Mientras atravesábamos el pueblo, los líderes de un grupo de senderistas identificaron a Paco (creo que estaban relacionados con la sociedad malagueña de excursionismo).

Hoy el balizaje de la Gran Senda de Málaga no estaba siendo malo, pero a la hora de vadear el río Alcaucín te dirige directamente hacia el curso del río; si en su lugar, camináis unos metros contracorriente, encontraréis el puente por el que cruzamos nosotros; si miráis hacia el Boquete de Zafarraya y avanzáis, lo encontraréis.

Durante el ascenso previo al descenso hacia Alcaucín habíamos visto la zona del Arco Calizo Central que nos esperaba en la distancia, así como el vasto mar de olivos que tendríamos que atravesar para alcanzarlo; parecía mentira, pero apenas 2 horas después de ponernos en marcha, ya habíamos avanzado bastante en nuestra incursión.

Íbamos bastante animados, charlando sobre un libro que Súper Paco, con la ayuda de Paco, están elaborando (con suerte estará disponible en unas semanas), y posteriormente, sobre The Barkley Marathons y un evento similar que se "organizó" por invitación privada este año, en la Sierra de las Nieves.

Como estaba siendo habitual, acercándose el mediodía, el sol caía a plomo sobre nosotros, y para variar, apenas teníamos sombra a la vista.

Comares se divisaba en la lejanía, en el rincón opuesto al Boquete de Zafarraya, pero de Periana aun no teníamos visión, aunque íbamos realmente bien de tiempo.

Nos despistamos un par de veces por los extensos carriles paralelos a los olivares, algunos de los cuales estaban siendo vareados mientras atravesábamos los senderos, pero llegamos puntuales, a las 11, como estaba previsto, a Periana.

Por un momento pensamos que habíamos llegado antes incluso que los coches de apoyo, pero solo resultó que estábamos esperando en la entrada trasera del ayuntamiento.


El recibimiento en Periana


Con el equipo de apoyo de Mundorutas.com y las camisetas de Periana

Salvo una concejala, que se había quedado en el consistorio para recibirnos, el resto del equipo de gobierno estaba en un partido de balonmano en Antequera o en una salida en la Maroma, pero aun así la recepción fue excelente.

La concejala se portó fenomenal, ofreciéndonos comida, bebida e incluso bocadillos, realizó una generosa contribución para la Fundación Cudeca y nos regaló camisetas técnicas con el anagrama del ayuntamiento y el nombre por detrás, que me dejé puesta sobre mi camiseta del reto, al ver en la lontaranza que comenzaban a formarse nubes.

Nos entretuvimos más de lo previsto, pero disfrutamos de cada minuto en Periana.

Tras pasar por el baño y comprobar con alivio que el desayuno me había sentado bien, tomamos la salida del pueblo por la carretera comarcal, dirección Riogordo, en busca de los hitos del GR-249, pero tan solo veíamos los de la Ruta del Agua.

Avanzamos varios kilómetros por asfalto, y, ya divisando a lo lejos la Aldea de Guaro, Paco decidió sacar su Garmin de mano.

Tardó bastante en coger señal, así que aminoramos el ritmo, y una vez encendido parecía que ni nos localizaba del todo ni marcaba el recorrido que estábamos realizando; finalmente nos ubicamos... bastante lejos del trazado del GR.

La siguiente parada se suponía que era Alfarnatejo, localidad que tampoco había respondido a nuestros mensajes ni a los de la Fundación Cudeca, así que, tras avisar al equipo de apoyo y al consistorio, decidimos continuar hacia Alfarnate.

Nos avituallamos en un manzano cercano al Río Guaro, y guiados por Paco, que conocía el terreno, nos encaminamos hacia el Puerto del Sol... trochando, que es gerundio.


Esta fue la impresionante trocha que realizamos... 450 metros de desnivel positivo en poco más de 3 kilómetros...

Comenzamos de menos a más, atravesando un enorme campo sin vallas que, por desgracia, estaba recién arado, así que, como si de una prueba de Snowrunning se tratase, fuimos ascendiendo por la ladera.

Paco me comentó, precisamente, que anotase el desvío trazado en el cuaderno de bitácora, indicando que en pocas semanas sería imposible repetirlo, y mucho menos en época de cosecha.

Fue un tramo bastante duro personalmente, no por el desnivel (todavía), sino por la dificultad del terreno; menos mal que hoy no llevaba los pies al descubierto...

Finalmente dimos con la carretera, a la que le recortamos más de 2 kilómetros en el primer tramo de trocha.


Cuando volvimos al asfalto me parecía deslizarme sobre la carretera...

El cielo fue oscureciéndose más y más, casi amenazando tormenta, pero nos alegramos bastante ya que la temperatura era agradable y nos estaba quitando el calor de las horas centrales del día.

La siguiente multi-trocha fue en el ascenso al Puerto del Sol, en el que la carretera serpenteaba trazando enormes curvas que nosotros, simplemente, atravesamos en recto.


¡Atención! Vistas del Pantano de la Viñuela desde la primera trocha, tras salir del "sembrao"

Un par de trochas después... en la lejanía...


Y más trochas


Trochando...


Preparándome para escalar...

Las cabras flipaban con nosotros

Se ve que el esfuerzo hizo mella, por lo que tuve que meterme entre la arboleda, fuera de la indiscreta mirada de las cabras, para hacer de vientre (aun así alguna se acercó...), poco antes de coronar.

Finalmente, llegamos a la cima, con una velocidad inusitada, lógica si tenemos en cuenta el hachazo que le pegamos al recorrido, pero no tanta si echamos un vistazo al desnivel (de casi medio km vertical...); íbamos sin prisa pero sin pausa, a buen paso.


¡Al fin!


Mis infatigables compañeros de aventuras


Una selfie "de altura"

Desde el Puerto del Sol el itinerario discurría al margen de la carretera, que descendía pausadamente durante algo más de 7 kilómetros hasta llegar a Alfarnate; tardamos menos de una hora en llegar, con algún parcial rozando los 5 min/km, un ritmo de locura teniendo en cuenta la de kilómetros que nos habíamos cargado en los tres primeros días...

Último kilómetro antes de llegar a Alfarnate


Llegamos, por tanto, muchísimo antes de lo previsto a Alfarnate, donde nos encontramos con dos noticias, la primera, que el edil venía de camino, ya que lo habíamos pillado por sorpresa al llegar tan temprano, y la segunda, que Elías estaba buscándonos por la zona de la Gran Senda de Alfarnatejo.

Esperamos en la plaza del ayuntamiento, almorzándonos los bocadillos que traíamos de Periana, a que llegasen los equipos de apoyo (al de Mundorutas.com habíamos pillado almorzando), las autoridades, y Elías.


Foto en Alfarnate, en la fachada del ayuntamiento

No tardaron en llegar el edil, cargado de isotónica, frutos secos del terreno y fruta, y poco después Elías, que nos traía una "barrita energética" muy especial, posiblemente, procedente de Xixona...

Mi padre, Paco, la "barrita energética", Elías y Pascal


Tras recargar el estómago y las energías, nos pusimos rumbo a la Sierra del Jobo.

Instantánea con las autoridades locales

Hasta llegar al Puerto del Quejigal avanzamos en grupo todos juntos, pero una vez comenzamos el ascenso, Elías y Paco, más frescos, tomaron la delantera, y Pascal y yo nos quedamos a la zaga, sin perderlos de vista.

Iban conversando sobre diferentes pruebas de ultrafondo, como el Maratón Alpino Jarapalos (en el que Elías sería fotógrafo y Paco, si podía empalmar, escoba), el Ultra de Madeira, muy recomendable desde el punto de vista de ambos, y otras pruebas de larga distancia.

Poco a poco la pendiente se fue suavizando, y llegamos a un tramo donde unos circuitos de aventura colgaban de los árboles.

Un extenso llano se abría camino al final del mismo, y tras él, una inmensa arboleda.

No veíamos ningún hito, así que Elías se adelantó por la derecha y nosotros continuamos por la izquierda; el hito finalmente estaba a la izquierda, pero ambos caminos acababan juntándose.

El paisaje había cambiado radicalmente en cuestión de kilómetros, y por un momento, me parecía estar de vuelta en Alcornocales, Parque Natural que atravesé recientemente durante el Euráfrica Trail.

Los troncos estaban repletos de vegetación, los helechos colgaban por doquier... y por desgracia, comenzaban a colgar también balizas de algunos árboles.

Elías se dedicó a coleccionarlas mientras avanzábamos, y en una de éstas... ¡madre mía que setón!


Antes de comenzar el reto no entendía de micología; ahora puedo identificar las Macrolepiotas Proceras

Conforme avanzábamos en el ascenso la niebla caía sobre nosotros, las balizas se hacían más habituales y los kilómetros comenzaban a pesar en las piernas...

Cuando dejamos atrás los Quejigos nos encontramos con una panorámica que quitaba el aliento... lástima que la densa niebla impidiese sacar ninguna fotografía en condiciones...


Al coronar teníamos, al norte, la Sierra de Loja, a levante el Chamizo, y a poniente, Sierra Gorda

Hubo un tramo de apenas un kilómetro en el que Elías añadió 3 balizas a su colección, cosa que atribuía a la reciente celebración de la I Chamizo Trail.

Tras la subida, en la que el viento fue fiel compañero (tuvimos que sacar los cortavientos...), comenzamos una bajada algo técnica hacia el puerto del Quejigo; menos mal que contábamos con la guía de Elías y Paco, ya que entre la niebla y la ausencia casi total de hitos de la Gran Senda de Málaga nos hubiésemos perdido casi con total seguridad en el ascenso y en el descenso.


¡Con qué ímpetu bajaban Elías y Paco!


Llegando al mirador, entre el retumbar de disparos de cazadores


Ya en el mirador

Tratamos de avisar tanto al equipo de apoyo como a nuestro contacto en Villanueva del Rosario de que llegábamos mucho antes de lo previsto, pero, al igual que nos pasó en la tercera etapa, los móviles estaban sin cobertura...

Elías nos adelantaba que lo que quedaba era puro pisteo y con la pendiente a favor, así que decidimos dejarnos caer un poco a ver si recuperábamos la cobertura al bajar.

No fue así, pero el móvil de Elías si que tenía señal, así que llamamos a la concejala desde él... ¡y acababan de estar entrenando por la zona!

Varios miembros del equipo de gobierno son corredores, ultrafondistas de hecho, incluyendo la propia concejala, y querían acompañarnos en nuestra bajada a Villanueva del Rosario, pero acababan de bajar y no les daba tiempo a prepararse de nuevo...

Notaba las piernas ya bastante cargadas, pero sobre todo Pascal parecía contracturado, y cada pocos metros hacíamos una pequeña parada para reagruparnos.

En la última bajada, camino a la Dehesa del Hondonero, fui metiendo cadera para no sobrecargar más aun los mismos grupos musculares, pero ya ni aun así alejaba el dolor, compañero de camino desde la salida de Alfarnate.

Al llegar a la Ermita de Nuestra Señora del Rosario teníamos dos opciones, a la derecha, por asfalto, camino cortado por un hito de la Gran Senda de Málaga, o hacia delante, por una pendiente hormigonada.

Nos encontramos con varios senderistas de camino al pueblo, en cuya entrada contactamos con la concejalía, al no saber el camino hasta el ayuntamiento.

Por lo visto mi padre y el equipo de apoyo habían salido a buscarnos por la zona de la Ermita, pero no habíamos visto a nadie... pensamos en volvernos (al menos yo), pero finalmente pudieron avisarles a tiempo.

Tras un pequeño rodeo dimos con el ayuntamiento, donde ya nos esperaban, y dimos por finalizada la etapa.

La llegada de Elías, "embalizado", sorprendió a las autoridades locales, que las achacaban a una prueba celebrada recientemente también en la sierra del Chamizo, aunque se comprometieron a volver a repasar la zona.


Llegamos justo al ocaso, sin necesidad de sacar los frontales


Foto de familia con la comitiva de recibimiento en Villanueva del Rosario

El ayuntamiento se había volcado con el Reto 360º Solidarios, y además de recibirnos y proporcionarnos avituallamiento nos ofrecían alojamiento en un albergue rural en desuso; por ello, dado a que la caldera tarda unos días en estar operativas, nos ofrecieron ducharnos en el polideportivo local.

El equipo de Mundorutas.com acercó a Elías a casa mientras a nosotros nos llevaban al polideportivo y en el coche de mis padres se cargaba todo, y tras ducharnos, nos enseñaron las instalaciones que nos habían cedido.

Eran increíbles, todo un hotel, con varias camas y literas, amplios baños, cocina equipada, sala de conferencias... se portaron fenomenal con nosotros.

No era excesivamente tarde, pero teníamos mucha hambre y personalmente algo de sueño también, así que tras organizar nuestras pertenencias en el albergue nos dirigimos a una venta que el equipo de gobierno nos había recomendado.

Cenamos estupendamente, en mi caso, un campero del pollo más sabroso que he probado nunca (pero sin mayonesa, que ya comenzaba a estar bien del estómago pero no quería tentar a la suerte), y mi padre sorprendió a Pascal por su cumpleaños con un postre envelado.


¡Felicidades Pascal!


Fue una velada muy agradable y una comida estupenda, tras la cual nos dirigimos, personalmente muerto de frío por el viento y la humedad, al hotel.

Me enfundé en mis mallas térmicas y me coloqué en lo alto de una de las literas del cuarto que compartía con Pascal, y esperé a que el sueño se apoderase de mí, algo que en esta ocasión, no tardó en suceder...

Así finalizó la cuarta etapa del Reto 360º Solidarios...