Reto 360º Solidarios, etapa 7: Campillos-Ardales

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

Pasamos buena noche en Los Chopos, aunque no pude conciliar bien el sueño y cuando llegó la hora de despertarse me costó bastante; por lo menos el cuerpo en general seguía reaccionando...

Desayunamos en el mismo hostal y fuimos pasando las cosas al coche, mientras Pablo Gálvez llegaba y se unía a nosotros en una jornada muy especial, además de por ser su cumpleaños, porque teníamos sorpresa...

Gracias a las gestiones de Pepe Pilas, de Paraíso de la Aventura Valle de Abdalajís, así como de Juan Vázquez, Daniel Blanco y Francisco Viegas, atravesaríamos el Caminito del Rey, disfrutando de un paraje sin igual a mediación de etapa.

Tras pasar por el ayuntamiento para agradecer a Campillos su colaboración con el Reto 360º Solidarios, donde nos echamos la foto que encabeza la crónica, pusimos rumbo al Caminito del Rey, guiados por Pablo.


Saliendo del pueblo


En los primeros kilómetros nos acompañó mi padre, hasta la misma salida de Campillos

Pese a ser ya el séptimo día en camino, las piernas reaccionaron bastante bien desde el principio, marcando parciales a entre 6:30 y 7 minutos el kilómetro.

El día volvía a preverse cálido, aunque de momento la densa bruma que comenzaba ya a levantarse refrescaba el ambiente; avanzando entre Laguna Dulce, a nuestra izquierda, y Laguna Salada, a nuestra derecha, emprendíamos el camino, charlando sobre pruebas de montaña y entrenamiento.

Pablo nos comentaba la peculiar forma de entrenamiento de un amigo suyo, Pedro Zurita, que era capaz de encadenar varias carreras de montaña consecutivas y no solo eso, con bastante buen rendimiento.

Entre algunas de sus hazañas, este año corrió en el KV de Sierra Nevada, la CxM Nocturna de Montejaque, y la CxM de Sierra Nevada; 3 pruebas en menos de 24 horas, y sin dormir... ¡de otra galaxia!

Aunque según nos decía Pablo, para la de kilómetros que llevábamos encima, demasiado frescos íbamos, por lo que no somos los más indicados para hablar.

Al igual que Paco, por las zonas que conoce, Pablo es un gran conocedor de la montaña, y estando como estábamos en su zona de entrenamiento, nos fue contando experiencias y anécdotas de los diferentes puntos por los que íbamos pasando, como la de la Laguna de Toro.

Un día, entrenando, un coche le pasó varias veces en uno y otro sentido, por el mismo camino que estábamos siguiendo ahora, nos contaba, y en una de las veces que pasó, el conductor paró el coche y le preguntó por la Laguna de Toro.

La susodicha estaba precisamente a la derecha de la misma carretera, pero por la escorrentía ahora mismo era un campo de cultivo, arado y sembrado, como lo veíamos nosotros al pasar por su vera; es una pena que las lluvias echen a perder la cosecha año sí y año también, pero no se dirá que los agricultores no intentan sacarla adelante.

Pablo nos reveló también algunos de sus secretos de entrenamiento, como el correr por terreno recién arado como preparación para pruebas de SnowRunning, y vistos los resultados que tuvo este año en la Ternua Snowrunning 2015 (18º, 2º promesa y a menos de 3 minutos del ganador absoluto), no es tontería.

El camino iba revelando lagunas, la mayoría invisibles a nuestros ojos en esta época del año, que Pablo nos iba "descubriendo": el Cerero, a mano derecha, Camuñas, a mano izquierda, luego Capacete y posteriormente Toro, a mano derecha.

Mientras avanzábamos por la recta carretera Pablo nos consultó si queríamos coger un poco de vereda, y ante nuestra poca vacilación, entramos en una arboleda bastante bonita, pero muy sucia en los primeros tramos, al ser zona de esparcimiento habitual.

De eso estuvimos charlando mientras el terreno variaba rodeando el Cerro de Juan Vaca, y el asfalto dejaba paso a la vereda, de como a veces las carreras por montaña y el turismo de aventura puede dañar los ecosistemas al atraer "domingueros" de forma masiva.

El inmenso Embalse del Guadalhorce ya se divisaba a lo lejos, y fuimos bordeándolo hasta conectar, nuevamente, con la carretera.

Pablo y Paco, más frescos (lo de Pablo se entiende, Paco es sencillamente incombustibles), avanzaban en pareja, abriendo camino, y tras ellos trotábamos Pascal y yo.

Íbamos muy pegados, conversando ahora, sobre el triatlón celebrado por Globalsport hace algunos meses, muy sonado por su calamitosa organización, entre cuyas perlas estuvo el tratar de meter a ciclistas con bicicletas de carretera por la destartalada comarcal que íbamos surcando.

Pablo nos comentó que conocía una senda muy bonita, que no sabía si sería Gran Senda, pero que merecía la pena, y nos internamos en ella.

Las vistas eran preciosas, con el embalse extendiéndose a unas decenas de metros tras de nosotros, salpicado con pequeñas islitas debido a la escorrentía.

Mientras Paco ponía al día a Pablo del Ötillö, del que ya hablamos en crónicas anteriores, y comentaba lo interesante que sería realizar una prueba en el marco que atravesábamos, nos encontramos con las ruinas de lo que parecía un albergue o área recreativa, cuyas obras, por algún motivo, se habían interrumpido.

Subiendo una inclinada pendiente completamos la primera media maratón de la jornada, y tras echarnos unas fotos, continuamos por el que estaba siendo el tramo más divertido de la jornada, corriendo por una estrecha vereda con pequeños sube y bajas y algunos obstáculos como ramas, troncos y rocas.


Preciosa panorámica que nos regalaba la zona


Zoom


Con Pascal


Excelente día para correr, soleado y buena temperatura

Además de las preciosas vistas del embalse, el camino por el que Pablo nos guiaba, que discurría casi en su totalidad por el trazado de la Gran Senda de Málaga (nos íbamos encontrando hitos bastante a menudo), nos regaló estampas como estas...

Pedazo de seta, avistada en las inmediaciones de Gobantes

Recorrimos con paso alegre el serpenteante sendero que nos llevó hasta el puente, y tras cruzarlo, nos encontramos con el coche de apoyo de Mundorutas.com.

Llevábamos ya cerca de 3 horas y 20 de camino, así que fue una más que agradable sorpresa poder hacer un alto con comida y bebida antes de continuar.

Tras confirmar con Fran Viegas la posición y el tiempo esperado que tardaríamos en llegar a la entrada del Caminito del Rey.

Dejamos atrás los embalses de Guadalhorce y Guadalteba, con un divertido tramo de campo a través que tuvo alguna bajada un tanto salvaje, pero llegamos enteros al Embalse Conde de Guadalhorce.

Íbamos corriendo por el margen izquierdo de la carretera, con el coche de apoyo tras nuestra, y escuchamos una voz que nos jaleaba desde lo lejos... ¡María!

Era María Contreras, hermana de Paco, y con ella estaban varios de nuestros compañeros, como Dani Blanco y Alberto Guerra.


Dando la nota en la zona del Embalse Conde de Guadalhorce


Nos despedimos hasta la entrada del caminito, al que accedimos por el túnel lateral, y allí nos encontramos también con Fran Viegas, nos pusimos brevemente al día y nos preparamos para entrar al Caminito.

Saludando a nuestros compañeros


Entrada del túnel

De izquierda a derecha Fran, Dani, Pascal, Servidor, María, Paco, Alberto y Pablo

El tramo fue increíble, los mejores 7,7 kilómetros de la jornada sin duda alguna, y como una imagen vale más que mil palabras, resumiré en imágenes el trayecto por el interior de esta senda aérea que cruza el Desfiladero de los Gaitanes:

¡Vamos al lío!


Los primeros pasos por el Caminito


Con mi compañero Fran


Unas vistas fenomenales


Internándonos en el Caminito


En la transición entre "caminitos"

Charlando con Paco, Pablo y Alberto sobre el Caminito "original"

"Límite 4 personas" nosotros si que íbamos al límite...

El Guadalhorce, bajo nosotros


¡Fotón!

Finalizando nuestro paso por el Caminito del Rey


Últimos escalones...


¡Se acabó la aventura!

Recepción de 10, con Juan Vázquez y las autoridades de locales de Álora

Empleamos apenas hora y media en recorrer el Caminito del Rey, lo que puede parecer mucho en comparación con el ritmo que traíamos, pero hay que tener en cuenta que en varias zonas no debíamos correr, que había otros transeúntes e incluso zonas con aglomeraciones... y porque no decirlo, también queríamos disfrutar del caminito, para lo que en mi próxima visita espero emplear un día completo, porque sinceramente, merece la pena.

Entre el completísimo avituallamiento perote y algunos víveres que aportó nuestro compañero Raúl, de Mundorutas, nos rehidratamos y recuperamos, y continuamos nuestro camino, hacia las ruinas de Bobastro.

Nuestros compañeros de aventura nos acompañarían aun durante varios kilómetros más, y juntos comenzamos un brutal ascenso, en el que Paco y Pascal se rezagaron un poco.

Mientras nos encontrábamos, Pablo y yo tratamos de ascender un inmenso canuto de hormigón en el Mirador de la Tubería, pero a medio camino tuvimos que dar la vuelta; él, en anteriores ocasiones, si lo ha llegado a subir.


Inmensa tubería...


Al final resultó que Pascal y Paco habían trochado, ignorando el hito de la Gran Senda de Málaga, y continuamos el camino, ascendiendo cerca de 400 metros en los siguientes 3 kilómetros, que nos llevaron hasta el Contraembalse de la Encantada, donde nos cruzamos con un pastor, un rebaño de ovejas y un mastín poco amigable.

En uno de los breves tramos corribles de la zona


Increíbles vistas del pantano


Muestras de la erosión en los muros de roca


Echándonos una foto tranquilamente, antes de la llegada del mastín

Menos mal que íbamos en grupo, ya que costó achantar al mastín cuando apareció... Pablo nos contó una anécdota "curiosa" con otro mastín en un viaje a los Pirineos en bicicleta, en la que un espécimen igual de "simpático" le hizo compañía durante un tramo en uno de los finales de etapa.

Llegando a Bobastro desembocamos en la MA-4400, y decidimos trochar campo a través para recortarle un buen trozo a la carretera, y tras un vertiginoso descenso nos encontramos con María y el equipo de apoyo.


En la parte final del descenso; esto era sencillo ya

Llegada al asfalto


¡Aquí estamos!

Las piernas machacadas, pero los ánimos, intactos

Llevábamos 5 horas y 40 minutos en marcha, acabábamos de completar el primer maratón y estábamos a menos de 10 kilómetros (o con eso contábamos, gracias al atajo del Caminito del Rey) de Ardales, así que aprovechamos para parar.

Pascal venía bastante contracturado, y mientras María le echaba una mano para descargar las piernas nos sentamos donde fuimos pillando y nos comimos dátiles, galletas y fruta.

La etapa estaba siendo súper llevadera, tanto por la compañía, inmejorable en todo momento (y eso que era difícil de mejorar con Pascal y Paco a mi lado desde el primer día), como por las preciosas vistas y el tramo del Caminito del Rey, que fue dio descanso a mis piernas y alimentó mi espíritu.

Fran, Alberto y Dani habían decidido que irían corriendo hasta el coche, pero aun así, tuvimos que separarnos poco después de ponernos en marcha, continuando por uno de los hitos de la Gran Senda de Málaga Pascal, Paco y Pablo, a quien ya habíamos "liado" del todo para que al menos pasase la noche con nosotros en Ardales y se animase a comenzar la siguiente etapa.

El tramo hasta Ardales fue un sube y baja continuo por anchas pistas en las que personalmente alterné mucho las caderas en las largas bajadas, suaves pero constantes, y en las subidas simplemente ascendíamos caminando, mientras Pablo nos contaba sus experiencias en las dos participaciones que había disfrutado en Transvulcania.

El paisaje de la etapa fue una maravilla, de los mejores del reto hasta el momento


La elevación no fue excesiva, pero tardamos cerca de 2 horas en cubrir esos últimos 9 kilómetros, al tener el cuerpo ya machacado, pero finalmente, cuando vimos los molinos a lo lejos, nos supimos ya en Ardales.

Los molinos de Ardales


Con Pascal, a pocos kilómetros de finalizar la etapa

Desde el punto de la imagen anterior ya menos de un kilómetro nos separaba de la ciudad, y tras descender bajo un puente e incorporarnos al ramal de la A-357 por el arcén apenas tuvimos que recorrer 500 metros hasta llegar a la entrada del pueblo... ¡donde nos esperaban María, Fran, Alberto y Dani!

Entrada a Ardales

En la entrada al pueblo vimos una iniciativa que nos pareció excelente, y que Pablo lleva ya bastante tiempo esperando en Campillos... el ayuntamiento había cedido tierras para el cultivo que los lugareños podían solicitar.

Comentando la iniciativa ascendimos por Calle Fray Juan de Andrade, y llegamos al ayuntamiento.

Habíamos sido demasiado puntuales, y ni las autoridades ni el coche de apoyo de mi padre habían llegado todavía a Ardales.

¡Una etapa menos!

Decidimos tomar algo mientras tanto, y como había visto una cafetería con WiFi a escasos metros del ayuntamiento, me dirigí a ella con Pablo para descargar el GPS, ya al 80% de memoria tras 3 etapas sin poder pasar los datos al ordenador.

Por desgracia el WiFi comenzó a dar problemas nada más llegar nosotros, así que nos dio tiempo a merendar, volver al ayuntamiento, saludar a las autoridades y volver a la cafetería antes de que se terminasen de pasar los datos...

Mientras tanto llegaron mi padre y Nati, de la Fundación Cudeca, y estuvimos charlando con las autoridades, con quienes nos echamos la foto "finish" oficial de la etapa.

Con las autoridades pertinentes

Tras despedirnos hasta el día siguiente nos encaminamos hacia el camping donde nos ofrecían cena, alojamiento y desayuno, cercano al Chorro, donde descargamos las cosas y nos dispusimos a cenar, antes de nada.

Raúl pasaría la noche con nosotros y mi padre y Nati volvieron a Fuengirola.

Tras cenar y ducharme me puse a buscar mis pertenencias, de las que no había ni rastro, salvo del portátil, que había recogido de la cafetería justo cuando se habían pasado los datos, la ropa que llevaba puesta, una bolsa de ropa sucia y una bolsa con dos mallas y dos camisetas, dos largas y dos cortas.

No tenía cargadores, toalla, los alimentos, la ropa que tenía pensado usar mañana... pero estaba demasiado cansado como para disgustarme, así que tras avisar a mi padre y repartir las habitaciones, me fui a la cama.

Así finalizó la séptima etapa del Reto 360º Solidarios...