1864, Virginia, tercer año de la Guerra de Secesión estadounidense. Una niña que recoge setas entre las encinas del sur encuentra malherido a un soldado del norte y lo traslada al internado en el que, junto a dos adultas y a otras cuatro jovencitas, sobrevive a los horrores de la contienda. En lugar de entregarlo a las tropas confederadas deciden hacerse cargo del convaleciente hasta que se recupere en un tiempo en el que cada una de ellas tratará de seducirlo buscando su amistad, su cariño o, tal vez, algo más. La presencia de ese elemento extraño alterará la convivencia hasta el punto de enfrentar a las ocupantes de la casa señorial que serán capaces de traicionarse por culpa de los celos.
En el minuto cinco salta el resorte de quien se acerca a una película exento de información que condicione su visionado. Esto es un remake de El seductor, que Don Siegel dirigió en 1971 a partir de la novela de Thomas Cullinan. Por más que Sofia Coppola asegure que se trata simplemente de una adaptación del mismo libro, totalmente independiente de la versión cinematográfica existente, resulta harto complicado desvincularla de aquella. La cuestión, además de pertinente, se antoja inevitable. ¿Era necesario?
Buscando qué podría aportar la realizadora y guionista que no se hallase en la anterior aproximación se podría esperar una puesta al día, una modernización de la imagen de la mujer al trasladar el texto a la pantalla, algo que, por otra parte, se ha convertido en signo identificativo del cine de la responsable de Lost in translation.
Ni rastro de novedades que justificasen la revisitación amén del subrayado de los aspectos más interesantes de la novela ya presentes en el trabajo de Siegel. La idea de presentar un aparentemente apacible oasis que se va convirtiendo en una prisión sin barrotes de la que es imposible salir porque hay algo sobrenatural y buñuelesco que lo impide, como sucedía en El ángel exterminador. O el tono turbador que, al reducir el número de féminas que habitan la mansión, ha permitido a Coppola transformar la historia en una retorcida, perversa y oscura versión de Blancanieves, cambiando el sexo tanto al personaje principal como a los encargados de su cuidado.
La ironía desplegada en la narración, subrayada por un par de significativos planos, uno con seis de las protagonistas a la mesa y el último de la cinta en el que la verja de entrada simula una celda para todo el que aparece detrás, y el preciosismo de la fotografía, repartido en el uso de la luz, los elegantes movimientos de cámara y los cuidados encuadres, no parecen bagaje suficiente para haber recibido el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de Cannes. Más aún teniendo en cuenta el ritmo excesivamente pausado del relato y dejando de lado el garrafal error de casting al escoger a Colin Farrell, cuya dudosa capacidad de atracción, sumada a una insulsa y ambigua interpretación, no hace justicia al personaje, palideciendo absolutamente en la comparación con Clint Eastwood.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © American Zoetrope, FR Productions. Cortesía de Universal Pictures Spain. Reservados todos los derechos.
La seducción
Dirección: Sofia Coppola
Guión: Sofia Coppola basado en la novela The beguiled de Thomas Cullinan
Intérpretes: Collin Farrell, Nicole Kidman, Kirsten Dunst
Música: Laura Karpman y Phoenix
Fotografía: Philippe Le Sourd
Duración: 93 min.
Estados Unidos, 2017
Anuncios