Después de pasar tres semanas viajando por el sudeste asiático he regresado hoy a Tsukuba. Mi viaje coincidió con las vacaciones de primavera de las universidades en Japón, que tienen lugar en el mes de Marzo. Como ya he reiterado, el inicio de mi viaje fue bastante oportuno ya que mi vuelo despegó de Japón apenas unas horas antes del terremoto y tsunami de Tōhoku y por tanto no me ví afectado.
Lo que pasó después del terremoto ya lo sabéis todos. Muchos expatriados residentes en Japón terminaron huyendo del país o se dirigieron hacia el sur de Tokio durante los días de máxima incertidumbre, así que fue una suerte que mi viaje me llevara fuera de Japón. De no haber sido así, habría tenido que terminar huyendo de todos modos ya que la prefectura de Ibaraki donde resido fue declarada zona de riesgo y se recomendó la evacuación de todos los residentes extranjeros. Algunos de los que escaparon están regresando estos días a Japón, cuando la situación en la central nuclear de Fukushima a pesar de no ser segura se considera estable y su evolución es lenta pero positiva.
En el aeropuerto de Narita he visto hoy muchas caras largas, parece que no todo el mundo está contento de regresar a Japón. Yo no pienso en ello demasiado, no me quedaba más remedio que regresar ya que la Universidad de Tsukuba levantó el 1 de Abril la restricción de acceso al campus para los estudiantes y se puede volver a investigar en los laboratorios. Así mismo, el comienzo de las clases está previsto para la semana que viene y unos días antes tengo que asistir a la orientación del Master.
Mis amigos de Tsukuba están casi todos de vuelta, han ido regresando de forma escalada dependiendo de hacia dónde escaparan (algunos volvieron con sus familias en Europa o América). Lo que sí ocurrió fue que el terremoto les pilló a todos en Japón y hoy al activar de nuevo mi tarjeta de teléfono japonesa en el aeropuerto me han llegado todo los mensajes almacenados mientras estaba de viaje. He podido seguir la línea de acontecimientos posteriores al terremoto en Tsukuba y comprobar que mis amigos vivieron momentos terribles.
Los primeros mensajes muestran como mis amigos se preocuparon por saber si están todos sanos y salvos, y rápidamente intentaron localizarse. Con el paso de las horas la situación se volvió más dramática por el corte en el suministro de luz y agua y algunos decidieron juntarse en la misma casa a ver las noticias.
Con el paso de los días la situación empeoró aún más por el riesgo de las centrales nucleares y muchos de ellos decidieron evacuar. Tarde o temprano todos terminaron haciéndolo, algo que me ha llamado la atención en contraste con Tokio, donde algunos amigos pudieron quedarse intentando hacer vida normal.
Durante esta semana espero quedar con mis amigos y si no es demasiado sensible para ellos intentaré que me cuenten como vivieron el terremoto. Mi compañero de piso aún está por regresar. Intentó quedarse en Tsukuba tras el terremoto ayudando como voluntario en el ayuntamiento pero el riesgo por la central de Fukushima puso a Ibaraki en máxima alerta y terminó escapando. Su salida fue bastante precipitada, por lo que me he encontrado hoy al llegar a casa. Todo patas arriba y muchas cosas tiradas por el suelo, reservas de agua y noodles instantáneos para aguantar varios días, la luz desconectada, facturas sin pagar, cacharros sin fregar, basura sin sacar y etcétera. Mi habitación está casi igual que la dejé, tan sólo se cayeron unos pocos libros y una planta de bambú que tenía sobre la mesa.
Después de llegar a casa y deshacer el equipaje del viaje he ido al supermercado a comprar comida para cenar y desayunar. He visto que el supermercado de Tsukuba Center tiene casi de todo, aunque se nota que hay problemas con el abastecimiento de algunos productos y también con la posibilidad de que estén contaminados por radiación. No había problema alguno con la carne aunque con las verduras es seguro que faltan aquellas que provienen del norte de Ibaraki, ya que el gobierno de la prefectura está controlando el suministro de productos que se han visto afectados por la radiación de Fukushima.
Con algunos productos de granja como los huevos o la leche me he encontrado tan sólo de unas pocas marcas frente a las más de diez que suele haber habitualmente, aunque había en cantidades suficientes. La leche que había venía de Hokkaidō.
Por contra, las estanterías de agua embotellada sí que estaban completamente vacías. Hace unos días se dijo que el agua del grifo podría estar también contaminada por radiación, aunque a niveles no perjudiciales para la salud, y parece que los japoneses están haciendo acopio por lo que pueda pasar. Intentaré volver mañana porque es lo único que no he podido comprar.
Bueno, esta ha sido una pequeña crónica de mi retorno a Japón. Mañana vuelvo al laboratorio de la universidad para seguir con mi investigación e intentar llevar una vida normal. El hecho de que todos los ciudadanos -japoneses y extranjeros residentes en Japón- intenten volver a su rutina es importante para la recuperación del país. Incluso aún cuando el tipo de labor a la que se dedique uno no contribuya de forma directa a la recuperación hay que seguir el ejemplo y aportar al conjunto. Esa es la filosofía japonesa.
A partir de este momento todo lo que queda es がんばれ...