Vuelvo a Giovanni Papini, para leer sus Retratos, que me traduce el servicial José Miguel Velloso (Luis de Caralt, Barcelona, 1984), y encuentro otra vez el pulso narrativo de un genio. Entre otras cosas, he podido encontrar en sus páginas unos buenos análisis del Quijote y de Walt Whitman, así como una interesantísima biografía de Edgar Allan Poe, redactada con pericia magistral. Este hombre (Papini) tenía muchas cosas en la pluma, pero también en la cabeza. La parte dedicada a Tristán Corbière es lo único plomizo del volumen: ni lo conocía, ni lo había leído, ni tampoco me apetece hacerlo tras leer el opúsculo del italiano. En suma, un libro bello, de lectura enriquecedora, y donde Giovanni Papini juega —con plenas garantías intelectuales y con pleno desparpajo— a francotirador dulce de aquellos autores a los que ama. Ojalá hubiera hecho otro trabajo (sería muy interesante leerlo) con aquellos a los que odiaba. “(Cervantes) Un desgraciado, célebre por haber escrito la historia de un desgraciado”. “Con Don Quijote, el realismo plebeyo se contrapuso a aquel lánguido y artificioso idealismo de las clases superiores”. “El Don Quijotees la primera obra maestra de la reacción contra la elegancia, la mundanidad, la futilidad, la irrealidad y la melindrería de los literatos humanistas a la antigua”. “Para cumplir grandes empresas, la barriga sobra”. “Sansón Carrasco —símbolo siempre vivo de la pequeña burguesía medio instruida y enemigo de cualquier audacia— es el verdadero asesino del alma y del cuerpo del inmortal Don Quijote”. “La manera más segura de falsear el Quijote es suponer que en él hay una filosofía”. “Los libros más profundos y a la vez más populares son libros de viajes”. “Ningún hombre es una repetición, y mucho menos el hombre de ingenio”. “En materia de poesía no gustar a nadie es propio de imbéciles o de genios demasiado nuevos; gustar a pocos, o a todos, es propio de los grandes”. “No quisiera (...) hacer crítica literaria (...) como suelen aquellos que, no teniendo nada propio que decir, estudian de qué manera dicen los otros sus cosas”.
Vuelvo a Giovanni Papini, para leer sus Retratos, que me traduce el servicial José Miguel Velloso (Luis de Caralt, Barcelona, 1984), y encuentro otra vez el pulso narrativo de un genio. Entre otras cosas, he podido encontrar en sus páginas unos buenos análisis del Quijote y de Walt Whitman, así como una interesantísima biografía de Edgar Allan Poe, redactada con pericia magistral. Este hombre (Papini) tenía muchas cosas en la pluma, pero también en la cabeza. La parte dedicada a Tristán Corbière es lo único plomizo del volumen: ni lo conocía, ni lo había leído, ni tampoco me apetece hacerlo tras leer el opúsculo del italiano. En suma, un libro bello, de lectura enriquecedora, y donde Giovanni Papini juega —con plenas garantías intelectuales y con pleno desparpajo— a francotirador dulce de aquellos autores a los que ama. Ojalá hubiera hecho otro trabajo (sería muy interesante leerlo) con aquellos a los que odiaba. “(Cervantes) Un desgraciado, célebre por haber escrito la historia de un desgraciado”. “Con Don Quijote, el realismo plebeyo se contrapuso a aquel lánguido y artificioso idealismo de las clases superiores”. “El Don Quijotees la primera obra maestra de la reacción contra la elegancia, la mundanidad, la futilidad, la irrealidad y la melindrería de los literatos humanistas a la antigua”. “Para cumplir grandes empresas, la barriga sobra”. “Sansón Carrasco —símbolo siempre vivo de la pequeña burguesía medio instruida y enemigo de cualquier audacia— es el verdadero asesino del alma y del cuerpo del inmortal Don Quijote”. “La manera más segura de falsear el Quijote es suponer que en él hay una filosofía”. “Los libros más profundos y a la vez más populares son libros de viajes”. “Ningún hombre es una repetición, y mucho menos el hombre de ingenio”. “En materia de poesía no gustar a nadie es propio de imbéciles o de genios demasiado nuevos; gustar a pocos, o a todos, es propio de los grandes”. “No quisiera (...) hacer crítica literaria (...) como suelen aquellos que, no teniendo nada propio que decir, estudian de qué manera dicen los otros sus cosas”.