La historia del aviador Frankie es muy sencilla. Sobrevolamos la zona del Mar Cantábrico con un avión de la casa Kas-Cajo sobre una isla desierta. De repente nos vemos sorprendidos por una lluvia de piedras (todas ellas muy bien esculpidas. ¿Capricho de los dioses tal vez?) que hace peligrar nuestra vida, por lo que Frankie opta por tirarse en paracaídas hacia la isla. El avión, gracias al piloto automático ha quedado dando vueltas alrededor de la isla y nuestro cometido será llegar hasta el para volver a casa sanos y salvos.
Con esta premisa tan fantástica nos encontramos ante un videojuego programado por dos hermanos, Pedro Raúl Fra Franco y Arturo Fra Franco, que conformaron en 1988 el grupo de programación Ideal Software, haciendo surgir éste videojuego tan sencillo en su concepción pero de una jugabilidad y adicción muy reseñables.
Las premisas para entender el juego son muy simples. Tendremos que alcanzar la parte alta de la pantalla, siempre estática y de fondo negro, y que de vez en cuando posee algún dibujo que hace variar su estética. Con nuestro cabezón protagonista hay que empujar los bloques que van cayendo, de tal manera que conformemos una escalera que nos permita ir saltando hacia la cima.
Para complicarnos aún más la tarea vamos a tener que aguantar ciertos escollos que nos harán la partida más difícil. Esto se traduce en ciertos personajes que aparecen en los laterales de la pantalla tirando bloques contra nuestro amigo Frankie. Por si fuera poco, también habrá que esquivar ciertas piedras que son lanzadas por una especie de grúas que aparecen aleatoriamente cuando menos lo esperemos.
Pero no todo va a ser desgracias para nuestro colega el aviador, también dispondremos de ayudas en forma de esferas. Algunas de ellas, las de color verde, con una b de bonus en su interior, nos proporcionan puntuación. Así es que cuanta mayor puntuación mayores beneficios, más alto llegaremos en el “hall of fame” y antes aparecerán las vidas extra. Otras esferas, las amarillas, nos dan una capacidad de salto mayor, por lo que más nos vale mantener el marcador a un buen nivel, o nunca llegaremos a la parte alta de las pantallas. Hay que vigilar, por supuesto, cuando veamos aparecer un muñecajo con nuestro aspecto, es una vida extra, cógela por lo que más quieras.
El juego técnicamente no hace ningún alarde en cuanto a gráficos, movimiento y sonido, pero todos estos aspectos están a un nivel correcto. Lo más destacado será la rapidez de movimientos del personaje y de los elementos en pantalla, dejando constancia de un nivel frenético que invade todo el conjunto.
Frankie nos proporciona un divertimento fantástico si lo que queremos es no complicarnos la vida demasiado. Su fácil juego y su rápida dinámica nos harán disfrutar de un rato bastante agradable intentando llegar al final de su conjunto de fases. Es un gran título que vino de regalo con la Microhobby 189, una época en la que nuestra máquina ya empezaba a dar sus últimos coletazos.
Puntuación: 7,2