Retro-análisis: ‘Nonamed’ de Dinamic (1986)

Publicado el 16 mayo 2013 por Coliseodigital @coliseodigital

Aquella noche en el castillo de Alucard hacía mucho frío. Las primeras nieves del invierno habían hecho acto de presencia en el valle e incluso los osos habían comenzado su letargo. Si quería ser caballero del rey no me quedaba otra opción que pasar las peligrosas pruebas que me habían encomendado. Abdul Honeickam Gargoy quería la mejor guardia para su reino, y no dejaría que ningún mediocre impostor se colara entre sus vasallos. Debía demostrar de qué pasta estaba hecho y salir del Castillo sin nombre con vida.

Los ogros no cejarán en su empeño de acabar con nosotros, al igual que otros seres venidos del averno

Un habitante de la baja Sajonia, como era mi caso, no iba a amedrentarse por los eternos rumores sobre los ogros y esqueletos andantes que pululaban por allí. Por lo visto el mago Nilrem había convertido en horrendas criaturas a todos aquellos que no habían sido capaces de pasar tan ardua prueba. Muchos más peligros me aguardarían, como el Dragón escupidor de fuego, quien podría acabar conmigo si no conseguía rápidamente el hechizo del mago. Para hacerme con él, tendría que recolectar ciertas calaveras diseminadas por las estancias del castillo y llevárselas todas al hechicero. De ésta manera podría derrotar al monstruo alado y conseguir la llave hacia la puerta de salida.

Pero muchas más aventuras me esperaban, porque también debía hallar la Fuente Sagrada, cuya ubicación se encontraba en los jardines interiores del castillo. Se trataba de un líquido elemento vigorizante, capaz de atribuir a quien la bebiese de capacidades sobrehumanas, tales como un salto que me haría llegar a lugares en apariencia inaccesibles. No era la hora de acobardarse, tenía que realizar todas aquellas acciones y demostrarle al rey que era un caballero digno de entrar en las filas de su guardia personal.

El castillo era lóbrego y siniestro. Sus cortinas roídas desenmascaraban una plaga real de ratones y las maderas crujientes del suelo hacían que todo sonase a viejo y destartalado. Pero eso no era lo más desagradable, lo realmente desalentador era ese olor a fétido que se había instalado en el ambiente, seguramente debido a que siempre había permanecido cerrado durante largo tiempo. ¿O quizás era el olor de la muerte?

A todo ese escenario de pesadilla, también contribuían los grandes ventanales de vidrieras, con dibujos que evocaban aquelarres de brujas, vampiros y seres de ultratumba. Las banderolas que colgaban del techo, de color rojo y con una cruz negra en su interior también ayudaban a enrarecer el lúgubre lugar. El mobiliario era muy austero, con sólo algunas mesas y sillas repartidas por sus cuatro pisos, columnas de un gran grosor, pequeñas ventanas, antorchas ancladas a las paredes y una serie de cuerdas por las que tendría que trepar y acceder al piso superior o bajar, según necesitase. La exploración del lugar sería toda una aventura en sí misma.

Los gráficos del juego es uno de los aspectos más destacados

No recuerdo cómo me arrojaron al Castillo sin nombre, pero lo que sí es cierto es que al aparecer tumbado en el suelo, pude escuchar una melodía de las que sonaban en las fiestas de mi aldea. Permanecí parado, pues los músculos no respondían a mi voluntad. Sólo hasta que no cesó el sonido de la música, no pude ponerme en pie y comenzar a caminar. En aquel momento, una voz surgida de un sitio indeterminado me conminó a usar mis habilidades: “Usa tus piernas, aplica tus conocimientos en artes marciales”.

¡Claro, esa era la clave! Debía usar los rápidos movimientos de mis patadas para enfrentarme a los enemigos que sabía que pululaban por allí. Ahora que conocía de qué manera defenderme, estaba listo. Y no pasó mucho hasta que vi aparecer al primer habitante del fantasmagórico castillo de Alucard. Allí estaba, era un ogro de color verde, con un gran gorro y unas zarpas que pretendían apresarme para convertirme en su cena de aquella noche. Sin esperar un segundo, extendí mi pierna y le asesté una patada con la que le reduje a cenizas. De un solo golpe había acabado con aquel esperpento de tres al cuarto. Parecía fácil, la verdad, pero pronto salí de mi error cuando se abalanzaron sobre mí varios objetos que volaban por los amplios corredores de aquella fortaleza. Sables y pajarracos inmundos querían acabar conmigo, pero pude esquivarlos con soltura y no sucumbir a su amenaza. Al igual ocurría con otros objetos y seres espectrales, como por ejemplo los innumerables esqueletos, que parecían surgir de sus tumbas y vengarse de su aciago destino. Los barriles de vino también parecían querer arrastrarme y hacerme desaparecer, pero era tan sencillo librarse de ellos como saltar por encima con mis saltos. En alguna ocasión fui alcanzado por algún objeto, pero como por arte de magia mi cuerpo volvía a regenerarse. De nuevo la voz del más allá volvió a pronunciarse: “¡Cuidado, te quedan cuatro vidas más, no las desaproveches!”. Pero, ¿qué clase de conjuro hacía que oyese esas voces y cuál era el porqué de mi resurrección? Aquel castillo estaba encantado de veras, no había otra posibilidad.

Éste es el poderoso dragón al que debemos derrotar con el hechizo del mago Nilrem

Tan pronto como encontré al mago Nilrem, una vez recolectadas las calaveras de todas las estancias, pude ofrecérselas e intercambiar con él un hechizo que, según me dijo, me daría fuerza para acabar con el Dragón de las mazmorras. Al fin y al cabo no todo iban a ser desventajas, ahora sabía que podía evitar el fuego de esa maldita bestia. No podía perder tiempo, una vez más, y sorteando cientos de enemigos y objetos, pude dirigirme hacia los aposentos del gigantesco reptil. Una vez que estuve en su presencia, tan sólo me bastó aproximarme hacia él y lanzar el hechizo de Nilrem para acabar con su imponente figura, que se vio reducida a un amasijo de carne y desapareció. De repente, muy despacio y con un solemne silbido, fue descendiendo desde el techo una llave de color verde con un brillo especial que cegó mis ojos durante unos segundos. Después aquel fulgurante destello se fue apagando y pude recogerla, puesto que aún se encontraba levitando a unos palmos del suelo. Ahora, con toda la rapidez que pudieron darme mis piernas, tuve que correr como alma que lleva el diablo para encontrar la salida. Tenía la llave, así es que mi próximo objetivo se basaba en encontrar la puerta que me sacara de aquel esperpéntico lugar. Recorrí de nuevo aquellos terroríficos pasadizos atestados de indeseables criaturas y, por fin, pude reparar en una vasija, justo aquella que se encontraba en el comienzo de mi aventura. Con una certera patada pude destrozar su parte más alta e introducirme en su interior. Para mi sorpresa, pude ver un pasadizo que me conduciría hasta la puerta principal del castillo. No había duda, aquí es donde debía utilizar la llave. Al menos mis esfuerzos no habían sido en vano, el rey Abdul me esperaba para reunirme con él y así convertirme en su más útil lacayo. ¿Cuál sería mi próximo objetivo? ¿Quizás su bella e inteligente hija? ¡A por ella!

Nonamed es uno de los videojuegos desarrollados por Dinamic en los que participó Ignacio Abril en su programación allá por el año 1986. De hecho fue el primero que realizó para la compañía y fue ayudado por los hermanos Javier y Manuel Cubedo en los gráficos y la música, respectivamente. Tomás Ledo también intervino en el apartado del sonido. La portada del juego es otro de los grandes logros, puesto que es una creación de Alfonso Azpiri, caratulista de la Edad de Oro del software español muy conocido por todos los amantes de los videojuegos clásicos. Nonamed es una vídeo-aventura en la que la acción tiene un lugar destacado, ya que debemos reaccionar a los diferentes desafíos con gran rapidez y habilidad. El aspecto gráfico del programa está muy bien cuidado, no siendo así el apartado del movimiento que peca de ser algo tosco. La música tan sólo hace aparición en el menú inicio y los sonidos del juego no destacan por su calidad, siendo testimoniales y apareciendo en ciertos momentos como al derribar a los enemigos o al perder una vida. Aun así, éste título merece una oportunidad por lo bien conseguida que está su ambientación y lo adictivo que puede llegar a convertirse pasado un tiempo de juego, en parte debido a su dificultad, un tanto elevada.

Puntuación: 7,3