Corrían los años noventa cuando un grupo de colegas fuimos a uno de esos templos del entretenimiento juvenil, donde adolescentes aficionados a videojuegos y jóvenes delincuentes se reunían a partes iguales. Esos lugares que conocíamos bajo el nombre de salas recreativas, hoy prácticamente extintas1. Era una época en la que probar un juego costaba tan solo cinco duros2 y por tanto no era arriesgado probar juegos totalmente desconocidos.
Boogie Wings / Data East / Recreativa
Entre todas las máquinas que había a nuestro alrededor, nos llamó la atención una en la que se nos invita a manejar un avión biplaza y disparar a todo lo que se nos ponga por delante en un shooter de scroll horizontal. Nuestro avión tiene un enorme gancho colgando de la parte de atrás, que a su vez tiene una mina que podremos lanzar contra nuestros enemigos, y además nos permite recoger casi cualquier elemento del escenario (cajas, enemigos, nuestro compañero si jugamos a dobles, estatuas, vehículos…) que igualmente causará daños cuando lo lancemos. El juego nos introducía en una ambientación de principios de siglo XX con toques tecnológicos que se quedan a un paso de ser steampunk. Todo ello aderezado con elementos absurdos como un Papá Noel gigante y armado o una noria rodando a lo largo de las vías de una montaña rusa.
Pero nunca volvimos a verlo en esa sala ni en ninguna otra. Para nuestra desgracia ni siquiera recordábamos el título y pasó a ser aquel juego del avión con un gancho. Durante muchos años no volvimos a tener noticias de él, hasta que el mundo de la emulación nos lo devolvió: después de casi diez años, Boogie Wings (o The Great Ragtime Show en Japón) volvía a nuestras vidas…
Data East, creadora de grandes clásicos de las salas recreativas como Windjammers, Spinmaster o los Magical Drop, fue la desarrolladora este título que fue lanzado en 1992. Nada más comenzar el juego, nos ponen a los mandos del avión y apreciamos la enorme simplicidad de los controles. Sólo tenemos dos botones: disparar y lanzar aquello que llevemos en el gancho, que al principio del juego será una mina con la que estaremos equipados. Al disparar, si lo hacemos de forma frenética como estamos acostumbrados en este tipo de shooters, se lanzará una descarga eléctrica alrededor de nuestro biplaza causando daños a todo lo que se nos acerque. Además, al ir derrotando enemigos nos aparecerán los típicos power-ups, clásicos en este género, para incrementar la velocidad del avión o mejorar la ráfaga de disparos.
Cualquier objeto, como la cabeza de un dinosaurio del museo natural, puede ser usado como arma
Por otro lado, el gancho se moverá por inercia dependiendo de cómo manejemos el avión, y si somos lo suficientemente hábiles, podremos causar importantes daños a las unidades enemigas mediante impactos con la mina incluso sin necesidad de lanzarla. Con el otro botón arrojaremos la mina, o cualquiera que sea el objeto que llevemos amarrado en el gancho, para causar devastadores daños a nuestros enemigos, y una vez liberado el gancho podremos recoger casi cualquier cosa que se nos ponga al alcance. Bastará con que simplemente pasemos el extremo de la cadena por encima de aquello que queramos obtener para pescarlo con nuestra garra metálica. Casi cualquier cosa es susceptible de ser recogido: vehículos, soldados, animales y fragmentos del escenario son algunos de los elementos que pueden ser capturados con el gancho.
Con dos impactos, el avión que manejamos quedará destruido, y será entonces cuando Boogie Wings dará otra muestra de los detalles que lo hacen un juego único. Cuando el biplaza es derribado, nuestro personaje saltará del aeroplano en llamas y continuará la aventura desde el suelo. Desde ese momento manejaremos al piloto armado únicamente con una pistola, con el que podremos saltar usando el botón que anteriormente nos servía para lanzar el objeto del gancho. En este modo de juego podremos agenciarnos cualquier medio de transporte que se nos cruce por el camino. Estos vehículos van desde el típico tanque hasta una extraña caja metálica con enormes piernas que nos permitirán dar enormes brincos por el escenario, pasando por elefantes, caballos e incluso un saltapic.
Hay infinidad de medios de transportes... que por supuesto también pueden ser usados como armas
Pero lo que sin duda más llama la atención de este título son los escenarios, que rozan lo absurdo, y la enorme cantidad de detalles que nos encontraremos en ellos, aderezado con una música que, aunque no es el punto fuerte del juego, es pegadiza y se complementa bien con el carácter delirante del título. Exceptuando el preludio y el epílogo, podremos escoger el orden en el que queremos superar las fases. Éstas son un parque de atracciones en el que nos enfrentaremos a un gigantesco Frankenstein mecánico, un dirigible gigantesco en el que llegamos a luchar en gravedad cero, un museo científico con esqueletos de dinosaurios, una ciudad nevada en plenas navidades que llegaremos incluso a recorrer bajo tierra para colarnos en el estadio de béisbol e incluso tendremos una incursión en las fábricas de Detroit. En esos escenarios nos encontraremos con un montón de detalles como estatuas de Trio the Punch, otro absurdo juego de la Data East, un par de personajes que andan por ahí de vez en cuando y que sospechosamente recuerdan a los Blues Brothers, las copas de los árboles que toman formas cuando les disparamos…
Desde aquella primera vez que lo probé en un recreativo hasta que lo encontré de nuevo pasaron muchos años y por un momento pensé que el recuerdo era demasiado bueno y que la realidad no debería estropear aquel maravilloso juego del avión con un gancho, por lo que estuve a punto de no volver a jugarlo cuando tuve la oportunidad. Sin embargo al final me decidí a darle una oportunidad y ver hasta qué punto el recuerdo se había empañado con el paso del tiempo. Por suerte Boogie Wings superó la prueba de la nostalgia y se mostró como el juegazo que recordaba. Pero como era de esperar en un juego del que perdí la vista durante tantos años, el título pasó sin pena ni gloria y jamás fue editado en ningún otro soporte, ni siquiera como parte del típico recopilatorio de máquinas recreativas editado para las consolas de la actual generación.
La encarnizada lucha contra una noria en el parque de atracciones
Y a pesar de ello no puedo dejar de recomendarlo. Sobre todo en partidas a dobles, porque jugar con tu compañero montado en un tanque y colgado del gancho de tu avión son unas risas garantizadas.