Una de las novelas que he elegido para disfrutar este verano ha sido la archiconocida ‘1984’, de George Orwell. En los próximos párrafos explicaré, procurando no desvelar demasiado, aquello que más me ha gustado y también lo que menos. Pero antes de que te pongas en plan “ajá… así que tú, que solo has escrito tres novelas, te dispones a criticar uno de los libros más influyentes del último siglo… entiendo, maldito engreído”, quisiera dejar claro que este articulo está redactado desde mi punto de vista lector, y no escritor. Por favor, ¿por quién me has tomado?
Bueno, ¡vamos allá!
Winston Smith es un simple oficinista que vive en el Londres de 1984. En esa época (recordemos que la novela fue escrita a mediados de los años cuarenta), Oceanía (uno de los tres continentes existentes cuya capital es Londres) está gobernada por el Partido, representado en la figura del Gran Hermano. Esto es en teoría, porque nunca nadie ha visto al Gran Hermano. Los ciudadanos son estrictamente vigilados por el Partido con micrófonos, drones y pantallas instaladas en cada habitación de cada casa. A pesar de ello, todo el mundo se siente ferozmente unido a las ideas del Partido, dispuestos incluso a matar y traicionar a un familiar cercano por el bien del Partido.
Winston, sin embargo, mantiene desde hace tiempo la sospecha de que las buenas noticias que les llegan desde el Partido son falsas, que el pasado ha sido alterado a conveniencia del Partido y que, en definitiva, todo ciudadano es un títere manejado por los hilos del Gran Hermano. Que dos mas dos son cuatro, y no cinco, como el Partido quiere hacer ver. Esta sospecha es altamente peligrosa, pues Winston sabe que será vaporizado en cuanto alguien conozca sus pensamientos, pero se muere de ganas por conocer a alguien de la Hermandad, institución contra el Partido y de la que no hay constancia de su existencia.
La vida de Winston se vuelve peligrosa cuando se enamora de Julia, otra contraria al Partido, y empieza a experimentar las auténticas ganas de libertad.
1984 es la novela distópica por excelencia. (Si quieres saber más sobre distopías, pincha en este artículo de Inteligencia Narrativa; lo explica francamente bien). Una novela futurista sin naves espaciales ni pistolas de luz que basa el progreso en la decadencia humana y su afán por el poder absoluto. Orwell recrea de manera maestra un mundo gélido y carente de sentimientos en el que la sociedad vive presa sin necesidad de cárceles.
Por supuesto, Orwell no acertó en todo (que yo sepa, el único Gran Hermano que existe es el que aparece en Telecinco de vez en cuando), pero me ha resultado asombrosa la idea de que en el futuro íbamos a estar manipulados constantemente, por ejemplo, por la prensa. ¿Acaso todo lo que dicen los telediarios o los periódicos es cien por cien objetivo y veraz? ¿No somos cada vez más consumistas y elitistas por culpa de la publicidad y las marcas que ésta vende? No tenemos telepantallas que nos espían en nuestra propia casa, pero lo que sí hacemos diariamente y de forma voluntaria es acceder a las redes sociales y contarlo absolutamente todo sobre nuestras vidas.
Aunque solo sea por cómo está descrita esta sociedad ficticia, deberías leer esta novela.
Personalmente, como escritor, me ha resultado un auténtico placer paladear cada página de 1984. Creo que Orwell es el autor cuyas descripciones y diálogos más me han impresionado hasta la fecha. No he encontrado ni un solo cliché en todo el libro. Al contrario, cada personaje es descrito con una originalidad y naturalidad realmente fascinante. Y los diálogos, los gestos, muecas o tonalidades de las que Orwell dota a sus personajes entre frase y frase de diálogo ayuda a conocerlos a la perfección sin la necesidad de aburridos párrafos. He aprendido mucho de escritura leyendo esta obra, y, si eres escritor, estás tardando en darle una oportunidad.
Pero también hay cosas que no me han gustado, y esta no sería una review seria si no las mencionara.
Para empezar, la relación de Winston con Julia me ha resultado tan fría como todo el libro. En ningún momento he sentido amor, nostalgia o pasión con esta pareja. El destino de Julia era indiferente para mí, dicho de otra manera. Quizá el autor hizo esto a propósito con el fin de mantener la atmósfera gélida durante todo el libro, pero, la verdad, no es una historia de amor que vaya a recordar.
Tampoco me ha gustado nada un capítulo en especial. Solo uno. Al poco de superar el ecuador de la historia, el autor invierte un capítulo largo y denso en explicar los nuevos conceptos instaurados por el Partido, como la neolengua o el dobleplensar, de una manera tan impersonal que parecía estar leyendo una enciclopedia. No digo que no sean dos conceptos interesantes y originales, porque lo son, pero esa manera de describirlos solo ha hecho que disminuyera mi interés en ellos. Si en el futuro vuelvo a leer el libro (algo que no descarto), creo que me voy a saltar este largo capítulo.
Espero que te haya gustado esta reseña de una obra tan icónica. ¿Estás de acuerdo conmigo? Si las has leído, anímate a comentar tu opinión aquí abajo, y puede que iniciemos un interesante debate. Si por el contrario todavía no la has leído, te animo a que lo hagas. Sobre todo si eres o quieres ser escritor. En serio. Es como un máster avanzado.
Yo no soy Orwell, pero si te apetece leer alguna de mis novelas, ya sea en papel o en digital, lo tienes muy sencillo. Sigue leyendo:
SAGA ÁMBAR
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