No soy yo muy de zombies. Los que me conocen bien saben que tengo pavor a las películas de terror y todo lo relacionado con espíritus, muertos vivientes, niños poseídos, y demás atrocidades de la ficción.
Pero hay que leer de todo, y este libro en concreto me llegó recomendado por una persona en cuyo gusto confío plenamente. Y, en fín, ha cumplido las expectativas con creces.
Lo primero que me gustaría destacar de esta novela es que está escrita por un joven abogado español (gallego, más concretamente), con el mérito que ello supone. Manel Loureiro no escribe como los clásicos, y lo mejor de todo es que ni siquiera lo pretende. Se nota que escribe para divertirse. Sus líneas están empapadas de pasión. Manel Loureiro no redactó esta novela sobre muertos vivientes para ganar premios y hacerse millonario. Lo hizo para sí mismo.
Y se nota.
El libro está escrito a modo de diario, en el que un joven abogado viudo cuyo nombre no se menciona en toda la novela (frikada sin importancia que me ha encantado) redacta en primera persona su día a día en Pontevedra. Todo empieza cuando un virus desconocido empieza a cobrarse las primeras víctimas en un país lejano del Caúcaso, y antes de que el lector se haya dado cuenta, el mundo entero se encuentra infectado de No Muertos (a destacar, no se menciona la palabra zombi en toda la novela) y no hay escapatoria segura posible.
Tras las trepidantes primeras páginas, el protagonista se ve envuelto en una vorágine de acción sin tregua con el único fin de sobrevivir. Viajará con su inseparable gato, “Lúculo”, y se encontrará con otros supervivientes que le ayudarán (o entorpecerán) en su misión.
Resulta impactante obervar nuestro país, en la actualidad, devastado por seres salidos del mismo infierno. Loureiro describe este escenario tan cercano a nosotros y a la vez tan surrealista de una manera tan magistral que es inevitable preguntarse: “¿y si sucediera de verdad?”
Si tuviera que elegir una palabra para definir a esta novela, sería TREPIDANTE. No hay una sola página de sosiego. El lector deberá saber, cuando decida empezar este libro, que cada capítulo será más vertiginoso que el anterior. En ocasiones, y por poner una pega, esto puede hacerse un pelín monótono (al fin y al cabo, se trata de evitar que unos bichos muy feos te muerdan), pero en líneas generales, Loureiro da con la tecla para conseguir una novela adictiva y emocionante.
Destacables las misiones que el protagonista se ve obligado a realizar a través de las calles muertas de Vigo, y sobre todo, ese clímax final en el infernal hospital de Mexoeiro. A uno se le pone la piel de gallina al imaginarse ese hospital, vacío, oscuro, frío… y con los restos de la carnicería más salvaje y apocalíptica de la historia de la humanidad.
Nunca me imaginé devorando un libro de muertos vivientes con tanto ansia, pero eh, la vida te da sorpresas. Y la literatura, más.
¿Os animáis a sumergiros en el apocalipsis? Yo lo recomiendo, por mi parte que no sea.
Y ahora, para terminar, os dejo con mis novelas. En ellas no salen zombies, pero también son trepidantes. Y dan menos canguelo, que para este verano no queremos sustos. Con su lectura, estaréis colaborando por un ínfimo precio a que siga escribiendo novelas y artículos como este.
SAGA ÁMBAR
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