En investigación científica, lo que no se publica no existe. Y lo que no existe no es. La regla es sencilla, y puede concretarse en una frase habitualmente utilizada que resulta tan perversa como cruel: Publish or perish. Publicar o morir. La carrera de un científico la sujetan sus publicaciones, y el propio avance de la Ciencia es conducido por lo que se publica en ella.Pero no todo vale. No todo puede –o debe– publicarse, y todo lo que se publica es valorado de un modo distinto dependiendo de cuál sea el medio en el que se hace. Del mismo modo que no es lo mismo jugar en el Real Madrid que en el equipo del barrio, no es lo mismo publicar en una revista o en otra. El problema es que no existe un espacio como la Liga de fútbol, en la que las revistas midan su competitividad. Pero eso no quiere decir que no exista un ranking para las revistas científicas. Existe. Y ese ranking viene establecido por un parámetro llamado Factor de Impacto. Sin profundizar en su cálculo, este parámetro nos da información sobre el número medio de citas que reciben los artículos publicados en un intervalo de tiempo determinado, por una revista concreta. Porque más importante aún que publicar es ser leído. Si un investigador publicara a lo largo de su vida un gran número de artículos científicos, pero no consigue que ninguno de sus colegas lo cite, la relevancia de su trabajo habrá sido nula. Por ese motivo, las grandes revistas siempre persiguen publicar a los autores y los artículos que previsiblemente van a tener un mayor número de citas, mientras que los buenos autores persiguen publicar sus mejores artículos en las revistas con mayor Factor de Impacto.En la actualidad existen miles de revistas en las que los científicos del mundo publican sus más de dos millones de artículos anuales. Pero si preguntáramos a pie de calle, la práctica totalidad de esas revistas serían completamente desconocidas para la mayoría de nuestros vecinos. Creo que sólo habría dos de ellas mayoritariamente conocidas: Science y Nature. Y es que, no en vano, éstas son dos de las revistas de mayor Factor de Impacto, repercusión social y tradición científica que existen. En estas revistas se han publicado la mayoría de los hallazgos más notables de los últimos ciento cincuenta años. Y hasta los rankings de Universidades utilizan como elementos a valorar los artículos publicados en ellas.En estos días se ha publicado en Nature un artículo cuyo principal trabajo se ha desarrollado en Almería. Se trata del descubrimiento de un planeta que orbita en torno a una estrella que ocupa el lugar central de un sistema estelar relativamente cercano. Independientemente de la repercusión que esto tenga en nuestro día a día, a nadie se le escapa la gran importancia que la Ciencia le concede al descubrimiento. Y eso es bueno. Porque la Ciencia también crece en este Sur. También hay Ciencia en la Ciudad Celeste.
En investigación científica, lo que no se publica no existe. Y lo que no existe no es. La regla es sencilla, y puede concretarse en una frase habitualmente utilizada que resulta tan perversa como cruel: Publish or perish. Publicar o morir. La carrera de un científico la sujetan sus publicaciones, y el propio avance de la Ciencia es conducido por lo que se publica en ella.Pero no todo vale. No todo puede –o debe– publicarse, y todo lo que se publica es valorado de un modo distinto dependiendo de cuál sea el medio en el que se hace. Del mismo modo que no es lo mismo jugar en el Real Madrid que en el equipo del barrio, no es lo mismo publicar en una revista o en otra. El problema es que no existe un espacio como la Liga de fútbol, en la que las revistas midan su competitividad. Pero eso no quiere decir que no exista un ranking para las revistas científicas. Existe. Y ese ranking viene establecido por un parámetro llamado Factor de Impacto. Sin profundizar en su cálculo, este parámetro nos da información sobre el número medio de citas que reciben los artículos publicados en un intervalo de tiempo determinado, por una revista concreta. Porque más importante aún que publicar es ser leído. Si un investigador publicara a lo largo de su vida un gran número de artículos científicos, pero no consigue que ninguno de sus colegas lo cite, la relevancia de su trabajo habrá sido nula. Por ese motivo, las grandes revistas siempre persiguen publicar a los autores y los artículos que previsiblemente van a tener un mayor número de citas, mientras que los buenos autores persiguen publicar sus mejores artículos en las revistas con mayor Factor de Impacto.En la actualidad existen miles de revistas en las que los científicos del mundo publican sus más de dos millones de artículos anuales. Pero si preguntáramos a pie de calle, la práctica totalidad de esas revistas serían completamente desconocidas para la mayoría de nuestros vecinos. Creo que sólo habría dos de ellas mayoritariamente conocidas: Science y Nature. Y es que, no en vano, éstas son dos de las revistas de mayor Factor de Impacto, repercusión social y tradición científica que existen. En estas revistas se han publicado la mayoría de los hallazgos más notables de los últimos ciento cincuenta años. Y hasta los rankings de Universidades utilizan como elementos a valorar los artículos publicados en ellas.En estos días se ha publicado en Nature un artículo cuyo principal trabajo se ha desarrollado en Almería. Se trata del descubrimiento de un planeta que orbita en torno a una estrella que ocupa el lugar central de un sistema estelar relativamente cercano. Independientemente de la repercusión que esto tenga en nuestro día a día, a nadie se le escapa la gran importancia que la Ciencia le concede al descubrimiento. Y eso es bueno. Porque la Ciencia también crece en este Sur. También hay Ciencia en la Ciudad Celeste.