Es muy posible que ella tomase la foto del relieve de piedra mostrado encima, a la izquierda. Esta obra de arte, que en su día adornó un muro palaciego, representa a un sacerdote celebrando una ceremonia ante el árbol de la vida. Pero la foto revela una curiosidad: un corte alrededor de la cabeza del sacerdote. Quizás haya que culpar a los saqueadores decimonónicos, aunque también pudiera ser obra de un ejército invasor de la antigüedad.
La ciudad de Nimrud, llamada Cálaj en la Biblia, se convirtió en la capital del Imperio Nuevo asirio en 883 a. C., durante el reinado de Assurnasirpal II. El imperio cayó a finales del siglo VII a. C., y una coalición de enemigos la saqueó. "Este relieve del sacerdote pudo resultar dañado precisamente durante ese ataque. Nos consta que en el saqueo se produjeron profanaciones", dice Mark Altaweel, experto en Mesopotamia del University College de Londres.
La historia se repitió en 2014, cuando el autodenominado Estado Islámico ocupó Nimrud tras tomar la vecina ciudad de Mosul y destrozó los edificios restaurados por los iraquíes. Algunas piezas sobrevivieron, como la sección del relieve mostrado a la derecha. Al igual que la escena retratada por Agata Christie, ya había sido restaurado antes. ¿Podrá volver a recomponerse? "Gran parte del yacimiento saltó en pedazos con la onda expansiva de las explosiones -dice Altaweel-. Tal vez esos pedazos puedan unirse de nuevo".
Agata Christie fotografía una de las miles de tallas de marfil halladas
en Nimrud. Muchas de estas piezas adornaban en su día muebles
y llegaron a la capital asiria como botín o como tributos
procedentes de ciudades del Levante mediterráneo.
Fuente: National Geographic.