por Toby Valderrama y Antonio Aponte
La Revolución debe tener una causa, un motivo, razón, meta, un sentido de vida. Esa razón, ya lo dijo el Che, es el escalón más alto al que puede llegar el humano, se trata de fundar al hombre, que hasta ese momento es una victima de sí mismo, un atrapado en su propio ser. Esa causa inmensa sostiene las mayores hazañas, el hombre imbuido de ella es capaz de crear nuevos mundos en siete días, se hace uno con Dios. Sin esa causa la Revolución solo es una ironía.
Los grandes hombres, los paradigmas de la humanidad lo son por el impulso de una causa colosal, divina: Cristo el inmenso, inspirado por la causa primera del humano: el amor, el crecer haciendo crecer a los otros, dar y al dar recibir fundiéndose uno con la vida. Bolívar, entregó su vida por la causa de la liberación del hombre, desechó fortuna material, oro y poder, por la riqueza de elevarse en la mayor razón sagrada de su tiempo, derrocar imperios, liberar al hombre de su propia esclavitud, en ese empeño, guiado por esa fuerza fue capaz de superarlo todo, no sucumbió a la tentación de conformarse, su fuego interno lo llevó a volar por sobre su tiempo.
Fidel, resume la batalla del hombre por hacerse humano, él desde lo improbable de un país pequeño, aislado, nos da una lección de la fuerza de una idea, de la potencia de una razón sagrada, le dice a la humanidad que es posible liberar al hombre, que no hay evasivas para no avanzar hacia la tierra prometida. El que esgrima excusas para no hacer la Revolución, cuando puesto frente a Fidel deja en evidencia su miseria, después de Fidel nadie puede hablar de falta de condiciones, de necesidad de ir lento, que la Revolución es buena pero nadie entendería, mejor dejarla para el futuro. Después de Fidel nadie puede conformarse con triunfos en el territorio de la democracia burguesa.
Chávez, aquel niño de Sabaneta fue tocado por la causa primaria de la humanidad, por el cristianismo puro, el del “amaos los unos a los otros”, y comenzó su camino de grandeza, llevaba bajo el brazo, o en el morral como dice Adán, una causa, y esa razón le dio fuerza para crecer hasta hacerse gigante, para soportar las adversidades, transformarlas en fuerzas… para pararlo tuvieron que asesinarlo, como a Zamora, a Lumumba, al Che, a Fabricio, a Bolívar, a Cristo.
Lo más importante de una Revolución es la razón que la justifica, la causa, la pasión para concretarla, mientras esto exista habrá esperanzas, la Revolución no habrá sido derrotada. Esa razón es el fuego primario que no se debe extinguir.
En esta época cuando recordamos al que en 33 años se hizo eterno, es buena ocasión para que la Revolución de Chávez reflexione: ¡Hemos, estamos cambiando la razón, la causa por oropel! Olvidamos el sentido que nos trajo hasta aquí: “Construir el Socialismo como alternativa al capitalismo”. Esa debe ser, como nos recuerda Chávez invocando al Libertador, nuestra razón imperturbable.
¡Socialismo o Nada!
¡Horror a las oligarquías!