Aunque los conflictos internos y las deserciones son fenómenos cuidadosamente ocultados por los partidos, temerosos de que el ejemplo cunda y la organización entre en crisis abierta, hay síntomas suficientes para afirmar que el PSOE está viviendo su crisis más profunda desde que fue legalizado, tras la muerte de Franco.
Los rebeldes acusan a sus dirigentes de haber abandonado las ideas clásicas del socialismo, de haberse convertido en un partido pobre en ideas y propuestas, únicamente preocupado por el poder, de no haber reaccionado con firmeza frente a la corrupción y de haber relajado y debilitado la ética y los comportamientos públicos.
La crisis interna se manifiesta sobre todo en las agrupaciones, donde los debates son intensos y a veces muy tensos, con la militancia dividida entre sumisos al aparato y rebeldes que reclaman un nuevo rumbo y un acercamiento a la sociedad, tras acusar al partido de haberse convertido en insensible a las demandas y deseos del pueblo y de haberse vinculado más a los ricos y a los mercados que a los ciudadanos más desprotegidos.
En las agrupaciones se están viviendo fenómenos interesantes, que denotan la existencia de una crisis profunda en el socialismo, no exenta de enfrentamientos graves y riesgos de ruptura, donde se están produciendo extrañas alianzas entre jóvenes rebeldes que quieren que los viejos cuadros se retiren y dejen espacio a las nuevas generaciones, y otros militantes más preocupados por la regeneración interna, donde no todos son jóvenes.
Fuentes que considero solventes me aseguran que en el PSOE, prácticamente en todas las regiones, pero con especial énfasis en Andalucía, Extremadura, Madrid y las dos castillas, se están produciendo importantes olas de renuncias y abandonos, además de actitudes rebeldes en las agrupaciones, protagonizadas por gente que reclama renovación en los cuadros, la jubilación de los dinosaurios del partidos, un rearme ético y una recuperación de las ideas y los valores tradicionales del socialismo democrático.
Uno de los argumentos esgrimidos con mayor vehemencia por los rebeldes es el abandono de las ideas básicas de la izquierda por el partido, seguido de la acusación al aparato de haberse divorciado de la ciudadanía y de una crítica profunda al liderazgo de Zapatero y de Rubalcaba, al que se considera un sucesor directo de ZP, implicado en su fracasado liderazgo y cómplice de sus errores y desviaciones.
Mis fueentes comentarion que en estos momentos la militancia del PSOE está tan revuelta que votará siempre en contra de lo que proponga el aparato, lo que explica el reciente triunfo de un dirigente del Partido Socialista Madrileño tan quemado y mediocre como Tomás Gómez, de 43 años, sobre Pilar Sánchez Acera, próxima al actual líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.