Ricardo Bruno

Publicado el 13 mayo 2018 por Calabazon

¿Cómo se hace un tango? Viviendo. Por las mismas razones que un día me crucé con Diego López. ¿Y por qué un tango y no una chacarera? Tal vez la crianza, el lugar de nacimiento. Pasé mucho tiempo en Piedra Blanca, cerquita de Merlo. Y 30 años en Santos Lugares, cerquita de Caseros. Por eso escribo tangos y chacareras.Bueno, no es tan así. Los changos de la Porteña Jazz Band hacen música del Misisipí. Y Carel Kraayenhof, holandés, toca el bandoneón.Decía Manzi que hacía tangos porque no quería ser un poeta de élites. Yo hago tango porque me sale, porque me piace, porque me las rebusco cantándome yo mismo. Porque me nacen con música.Les decía que siempre estuve cerquita. Un día, vaya a saber por qué, me dejé de remilgos y me metí en el centro mismo.Insistí. Insistí. Insistí.Tuve la suerte de encontrar a Juan María Solare, un gran pianista residente en Alemania. Compuso seis letras mías, las grabó en el estudio de Tangoloco. Las toca en Europa.Tuve la suerte de encontrar a Ernesto Pierro, letrista, en Letrango.Tuve la suerte de ser amigo de Ricardo García Blaya, de Todo Tango, y de su mano derecha, Néstor Pinsón.Tuve la suerte de conocer a Walther Piazza, de la Academia Nacional del Tango.Tuve la suerte de que Marcelo Oliveri me invitara a presentar mi libro en la Academia Porteña del Lunfardo. Lo que estuvo a cargo del gran Oscar del Priore.Si no entendí mal a Mandrini, Hugo Salerno es un diamante en bruto. Pues bien, este diamante me llevó a la peña del Tortoni, orientada por Eugenio Mandrini y Héctor Negro. Mandrini no escribe tangos sino poesía. Dios lo dotó. Como a Pepa Vivanco. Ya hablaremos de ella.Bueno, no les daré la receta del guiso. No les diré cómo se hace un tango. Responderé a las preguntas, eso sí. Por unos minutos más hablaré de todo.Hablar de todo obstaculiza mi suerte en Buenos Aires.En este ambiente se piensa que la música salva a la humanidad, mientras yo pienso que solamente nos salva a nosotros, individualmente, uno por uno, como a Andrea y Diego los salva el baile, a Fulano la mecánica y a Mengano la cocina.No nací del aire. Ya mi abuelo, maquinista e italiano, escribía con donaire. Mis padres hablaban muy bien. Tuve buenos profesores de castellano y literatura. E intenté tímidamente la poesía sin música antes de tirarme a la pileta.