César Ricardo Luque Santana
En un acto de campaña electoral del día 18 de mayo con banqueros en Acapulco, Peña Nieto dijo que la derecha (refiriéndose a los panistas y curándose en salud), no pudieron lograr la trasformación del país y que la izquierda por su parte se ha opuesto tenazmente a las “reformas estructurales” que se supone permitirían esa transformación.¿Pero de qué transformación habla?, ¿en qué consisten las pomposamente llamadas "reformas estructurales"?
En esta postura -por demás ambigua- el priista supone que se trata de un cambio (o transformación) para bien de todos, pero miente en esta suposición porque no se trata realmente de beneficiar a toda la sociedad sino solamente a una minoría de ella; mientras que la famosa “reforma estructural”, consiste en realizar cambios jurídicos orientados a favoreceruna economía de mercado. Sin embargo, estos cambios ya se están dando desde la época de Miguel de la Madrid y han sido continuados en los posteriores sexenios hasta la fecha.
La letanía de los “cambios estructurales” la viene repitiendo pues desde hace casi 30 años, empezando con De la Madrid y siguiendo la cantaleta con Salinas, Zedillo, Fox y ahora Calderón, logrando cambios parciales y graduales a favor de los grandes capitalistas y en contra del pueblo, mismos que se han hecho tanto de iurecomo de facto, no tanto porque hayan encontrado mucha resistencia popular a los mismos, sino porque han existido jaloneos entre los grupos de poder beneficiarios de los mismos y porque políticamente es más conveniente hacerlo poco a poco que de manera repentina, ya que ello podría ocasionar un estallido social de consecuencias imprevisibles. De este modo, algunos cambios que no son otra cosa que privatizaciones de empresas nacionales, nuevas reglas para dar “certidumbre” a los inversionistas (a despecho de dar incertidumbre a los trabajadores), de relajar o “flexibilizar” las normas para inversiones que no pongan objeciones al atropello de los derechos de los trabajadores ni reparos por los daños eventualmente causados al medio ambiente, se han dado, siguen y seguirán dándosemientras los neoliberales sigan en el poder.
Estas políticas privatizadoras han provocado un desmantelamiento del Estado en sus múltiples facetas ocasionando un empobrecimiento acelerado de la población, pérdidas de derechos de los trabajadores y un aumento muy alto en los índices de delincuencia que nos ha llevado de un Estado fuerte (teñido de corrupción y autoritarismo ciertamente) a un Estado fallido (que mantiene en forma más pronunciada esos mismos defectos). Algunas de las medidas lesivas que los sucesivos gobiernos neoliberales del PRI y del PAN fueron tomando y que nos han dañado profundamente son las siguientes (cada lector puede añadir otras o profundizar las que aquí se mencionan):
- Se renunció a un desarrollo científico y tecnológico propio que nos permita ser una nación realmente independiente. Las empresas con tecnología propia como DINA, Renault de México se cerraron y otras como Ferrocarriles Nacionales, Telmex, se vendieron.
- Se vendieron tambiéno mejor dicho se malbarataron empresas de la nación que aportaban grandes recursos al país en vez de sanearlas de la corrupción, y cuando las sanearon como en el caso de los ingenios y los bancos, fue para regresárselas a los empresarios a precios irrisorios (para ellos). Con los ingenios azucareros por ejemplo, se nacionalizaron, se sanearon sus finanzas, y se volvieron a privatizar libres de deudas.
- Se han entregado nuestras riquezas naturales principalmente a extranjeros para dejar que las exploten llevándose grandes ganancias económicas, permitiéndoles al mismo tiempo que ocasiones graves daños a la naturaleza.
- Se han realizado costosas obras de infraestructura de todo tipo para concesionárselas a particulares que no pusieron ni un peso, como el estadio de fútbol, el hospital “Puerta de Hierro” o se han hecho calles, caminos, carreteras, instalaciones de agua, luz, etc., con dineros públicos para que se instalen negocios privados a los que eximen de pagos.
- Se han dado concesiones de obras públicas a inversionistas privados con ganancias exageradas en detrimento de los contribuyentes. En estas obras de por sí con precios inflados, suele haber mucha corrupción entre empresarios y funcionarios cuya factura paga siempre el pueblo.
- Se ha despojado a campesinos ejidatarios y comuneros de sus tierras por la fuerza, mediante engaños o negándoles créditos para obligarlos a venderles a precios irrisorios para luego revenderlos a precios cotizados en dólares (como sucedió con las playas o para restituir las haciendas orientadas a una agricultura de exportación).
- Se ha abandonado a los productores del campo a su suerte sin importar la dependencia alimentaria ni los fenómenos de migración que provocan del campo a la ciudad (con todos los problemas sociales y económicos que ello conlleva) y desde luego a Estados Unidos principalmente (con todos los riesgos que ello significa)
- Se redujo el poder adquisitivo de la moneda deprimiendo los índices de bienestar de las personas. Cada vez compramos menos cosas con el mismo dinero y cada vez la inflación aumenta por encima de nuestros ingresos con una espiral de empobrecimiento inevitable. Y todavía hablan de quitarnos subsidios (cada vez más limitados) porque dicen los neoliberales como Quadri, Erick Guerrero Rosas, Ricardo Alemán, Leo Zukerman y otros culeros, como esas medidas beneficiarían a los pobres.
- Este “argumento” falaz lo reiteran esencialmente en otros casos parecidos, por ejemplo, la ampliación del IVA a medicinas y alimentos y su aumento de porcentaje, los “bonos educativos”, entre otros. Por ejemplo, dicen que el aumento del IVA perjudica más a los ricos que a los pobres porque los primeros consumen más (y mejor) que los segundos. Es decir, Usted y yo, cual viles proles o “asalariados de mierda” como dijeron las damas de Polanco, tenemos un consumo inferior a Ricardo Salinas, a Carlos Slim, etc. ¿Quién paga más IVA? ¡Adivinó! Los ricos, entonces, ¿quién pagó más impuestos? ¡Los ricos! ¡Hurra, hurra!, pero mientras ellos son unos cuantos los demás somos más de decenas de millones. Pero además, con el IVA, los consumidores pagamos los impuestos que los ricos deberían de pagar por sus cuantiosas ganancias. Cada que usted consume un producto está pagando el impuesto del fabricante y del comerciante. Como se puede apreciar, no todo es perfecto.
- Se han venido restringiendo y/o escamoteando los derechos laborales y los derechos sociales, criminalizado incluso algunas formas de protestas políticas para inhibirlas.
- Se mantienen salarios de hambre con menos prestaciones y obligando a los trabajadores a más años de trabajo para jubilarse no obstante los avances tecnológicos y los grandes márgenes de ganancias de empresarios que casi no pagan impuestos, pues la mayoría de ellos –como ya dije- los pagan los consumidores mediante el IVA que Peña Nieto, Josefina y Quadri quieren ampliar a medicinas y alimentos.
- Se deja en la indefensión jurídica a millones de trabajadores nuevos quienes están a merced de contratos leoninos y de un constante escamoteo de los pocos derechos que quedan. Para la fuerza de trabajo emergente, son otras condiciones de trabajo las cuales son más perniciosas todavía.
- Se está dejando en la incertidumbre a millones de los jóvenes excluyéndolos a la mayoría de ellos de los estudios universitarios y con escasas posibilidades de empleo para los que terminan sus estudios y para los demás también. La mayoría de los empleos creados son temporales, mal pagados y sin certidumbre de estabilidad que les permitan pensar a los nuevos trabajadores en tener una familia. De hecho, para quien no tiene un trabajo estable y con una remuneración decorosa, es mucho riesgo contar con crédito. No es casual que en esta época de crisis estructural pululen los negocios de agiotistas porque saben que podrán hacerse de prendas como joyas por un bajo costo o quedarse con otras propiedades más valiosas ante la insolvencia de mucha gente que acude a estos negocios. Son negocios de verdadera rapacidad como las ventas en abonos de Coppel, Elektra y demás negocios como éstos.
- Hay un empobreciendo incesante de cada vez más ciudadanos que sobreviven en ocupaciones informales y que son caldo de cultivo para los grupos de delincuentes.
- Se ha deteriorando el tejido social a niveles inconcebibles de atrocidad por parte de laviolencia delincuencial. La inseguridad pública que afecta a todos los estratos sociales es una de las muestras más palpables y deplorables del Estado fallido.
- La corrupción oficial continúa indetenible. Ahora hasta legalizan la corrupción oficial con la Ley de Asociaciones Pública Privada.
- El fracaso educativo es monumental mientras que la principal causante de ello recibe un trato privilegiado por los gobiernos del PRI y el PAN.
- Se ha retornado a prácticas de corte confesional apenas disfrazadas y está en curso la aprobación de la reforma del artículo 24 que vendrá a socavar al Estado laico y a la democracia misma.
Todos estos males y otros han sido propiciados por los priistas y panistas desde el sexenio de Miguel de la Madrid hasta la actualidad. El progreso -según esta visión neoliberal- consiste en que les vaya bien a los empresarios; mientras retroceso viene a ser que le vaya bien a los trabajadores. ¡Y pensar que muchos trabajadores (y desempleados) son tan ignorantes que apoyan a partidos y personajes que impulsan políticas nocivas a sus intereses! ¿Se acuerdan de Ernesto Zedillo que cada que tomaba una medida lesiva contra la sociedad decía: “son medidas impopulares pero necesarias”?
Enrique Peña Nieto como neoliberal contumaz, es tan derechista y conservador como Calderón, Josefina, Quadri y otros por el estilo. No es de “centro” como quiere hacerle creer a los incautos porque esa posición no existe. Desde hace un par de décadas (cuando menos), cuando el neoliberalismo estaba al alza y el “socialismo” se desmoronaba en diversos países de Europa del Este. Muchos izquierdistas optaron por plegarse a un pragmatismo ramplón intentando vana y tramposamente ubicarse como “centristas” para eludir el desprestigio que el fracaso del “socialismo” estatista y autoritario acarreó a las fuerzas progresistas; acomodándose al mismo tiempo a los nuevos vientos que soplaban de la boyante economía de mercado, creyéndose el cuento de la globalización como un hecho inamovible y unidireccional sin reparar en sus injusticias y peligros potenciales a la democracia, claudicando de sus principios en forma vergonzante. Ciertamente, con la globalización el mundo se relacionó más estrechamente gracias al desarrollo de las tecnologías de la comunicación y del transporte, pero la “interdependencia” es solo un eufemismo porque no existe una relación justa o compensatoria de las asimetrías entre países, sino que unos pocos de ellos ponen la tecnología y hacen los grandes negocios, mientras los demás ponen materias primas, mano de obra barata y el mercado para consumir, ahondando las graves asimetrías entre naciones y al interior de las mismas. Alguna vez le oí decir a Cuauhtémoc Cárdenas, “el problema no es la globalización en lo que tiene de inevitable, sino cómo nos insertamos en ella sin perder soberanía y sin renunciar a un desarrollo que tenemos derecho.” La cita no es textual desde luego.
La mal llamada socialdemocracia europea y sus remedos en México y Latinoamérica, se desdibujaron completamente dedicándose en el mejor de los casos a cortar las aristas más filosas del neoliberalismo tratando de salvaguardar lo que se pudiera del Estado benefactor, pero en general, actuaron sirviéndole a sus propósitos conteniendo los estallidos sociales al permitir cambios lesivos a los trabajadores de manera gradual. La socialdemocracia que originalmente pugnó por alcanzar medidas de bienestar para los trabajadores bajo una estrategia gradual y pacífica, contribuyó al mismo tiempo consiente o inconscientemente a frenar las revoluciones socialistas mediante un asalto al poder. Desde los inicios del neoliberalismo en los 70 y sobre todo a partir de los 80, los socialdemócratas trataron de retener las conquistas de los trabajadores haciendo concesiones parciales y graduales a las conquistas sociales terminando porllevar a sus pueblos a la bancarrota en complicidad con los grupos más conservadores y reaccionarios.
El recuento de los daños y la realidad que ahora viven la mayoría de los países que se aplicaron a un neoliberalismo a ultranza da un mentís rotundo a sus falacias discursivasal grado de que las mismas libertades individuales que les sirvieron de bandera para legitimar sus posturas contra los Estados fuertes se ha mostrado como inconciliables con la democracia misma y con las libertades individuales. Algunos gobiernos en Europa son ahora integrados abiertamente por tecnócratas cumpliendo apenas con los rituales de las formalidades de la democracia representativa. Pero los millones de ciudadanos que pierden sus casas, sus negocios, que no encuentran empleo, etc., y que salen a las calles a protestar exigiendo un cambio del modelo económico, solo encuentran represión, brutalidad policiaca y cárceles de sus gobiernos supuestamente democráticos (no autoritarios).
El neoliberalismo o economía de mercado como gustan llamarle para hacerla ver inocua significa socializar las pérdidas privatizando las ganancias. La enorme concentración de riqueza en pocas manos lleva a una terrible desigualdad social mientras la gente paga los costos de las crisis ocasionadas por la codicia y la corrupción de los grandes capitalistas. Si quieres que todo siga igual es porque eres un inconsciente o un cómplice del sistema en cuyo caso vota por Peña, Josefina o por quien te Quadri, o no votes o anula tu voto que es lo mismo que si les dieras el voto a los neoliberales. Pero si quieres dejar que te pisoteen y tomar el futuro en tus manos, vota por el cambio verdadero, vota por Andrés Manuel López Obrador. Piensa en que su honradez y el gabinete con los mejores hombres y mujeres de México que propone, subsanan sus defectos. Desde luego, no se trata en esta ocasión de delegar el poder sin más con nuestro voto sino de participar activa y críticamente para construir otra alternativa social. Vota en defensa propia para que después no te quejes.