Ricardo Luque - Teoría de la Argumentación

Por Hetairo

Teoría de la argumentación
César Ricardo Luque Santana
Los días 25 y 26 de enero del presente año, el Programa Académico de Filosofía de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) realizó con éxito un taller intensivo sobre Teoría de la Argumentación dirigido por el Mtro. Carlos Fernando Ramírez González, profesor e investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guadalajara y responsable del Cuerpo Académico “Retórica, Lógica y Teoría de la Argumentación” de la Facultad de Filosofía de esa institución. En dicho taller participaron no sólo estudiantes y profesores de la licenciatura en filosofía de la UAN, sino también colegas profesores de otras carreras del Área de Ciencias sociales y Humanidades.
Resulta difícil exponer en pocas líneas lo visto en el taller, por lo que haré un resumen apretado de lo más importante. En general, se comenzó con un repaso breve de lógica formal para transitar de ahí con fines comparativos al ámbito informal propio de la argumentación, haciéndose luego un repaso histórico de la retórica y la dialéctica en grandes pinceladas y se concluyó con un esbozo de la Teoría de la Nueva Retórica de Ch. Perelman. Con base en estos cuatro apartados haré una descripción sucinta aunque desigual de cada uno.
El expositor ofreció de entrada su visión personal de la Teoría de la Argumentación (TA), la cual dijo, consiste en una relación de fines y contexto (contrario a los lógicos formales que excluyen el contenido). Ambos, forman un todo que lleva a determinadas prácticas, esto es, cada actividad científica o profesional tiene su propia forma de argumentación o práctica. Añadió que los argumentos no son desinteresados ni aislados. Señaló también que aún dentro de una misma práctica como la actividad jurídica por ejemplo, suele haber diferencias, como ocurre en este caso entre los litigantes y los teóricos del derecho. Lo importante es que los fines que cada uno persiguen deben ser satisfechos. Esto quiere decir que el contexto en el que se desarrolla cada actividad es muy importante, aunado desde luego a las capacidades personales del sujeto que emite un mensaje.
Planteó que no hay una única forma de argumentar y que el discurso no sólo se dirige a la razón sino también a las emociones. La argumentación no es por tanto exclusivamente lógica. Hay prácticas argumentales diversas pero existe un conjunto de reglas comunes. “Podemos pensar esas prácticas como un continuo donde los extremos son claramente distinguibles pero las partes medias son difusas.” En un extremo está lo formal (la razón) y en el otro lo informal (lo emotivo). ¿Cómo nacen las prácticas argumentales y sus respectivos argumentos? Surgen para resolver las diferencias entre las personas pues en todas las actividades, ordinarias y científicas, hay disputas. La forma como se procesan estás diferencias mediante la argumentación (o sea sin violencia) es variable.
Los argumentos lógicos son estudiados por la ciencia de la Lógica y los no lógicos (o sea los que incluyen lo emotivo), por la TA. La primera está muy formalizada; la segunda es de carácter informal. La lógica plantea axiomas, tablas de verdad, reglas de transformación, reglas de formación y símbolos primitivos. Es un todo cerrado, autosuficiente. Esto no sucede en el caso del lenguaje no formalizado (que mezcla lo racional con lo emotivo) porque en él es importante el contexto (que es variable) así como la situación intelectual personal. La diferencia de la TA con la Lógica es por tanto que la primera carece puntos fijos de referencia y la segunda no, por lo que en vez de la lógica formal, la argumentación recurre a la retórica y la dialéctica como las formas de razonamiento apropiadas.
¿Qué es entonces un argumento? es un razonamiento donde hay una inferencia de una afirmación a otra, pero a diferencia de lo que ocurre en lógica formal donde el nexo entre las premisas y la conclusión es necesario, en la argumentación, la conclusión sólo puede ser probabilística (en el mejor de los casos) o de tipo plausible. Es decir, hay conclusiones que son necesarias, probables y convenientes (plausibles). Las primeras y las segundas pueden ser verdaderas o falsas (aunque por razones diferentes pues una es tautológica y otra empírica), pero la tercera no se mide en términos de verdadero y falso. Por ellos se dice en lógica que si las premisas son verdaderas y la inferencia es correcta, la conclusión es verdadera y el proceso de razonamiento es válido.
En este punto, la diferencia entre Lógica y Argumentación interpreta a la primera como ciencia porque trata de que sus cálculos se den sin contradicciones, de forma consistente, completa y se deriven invariablemente de sus premisas y de sus propias reglas y artificios; la segunda es considerada como arte porque se orienta a las aplicaciones del lenguaje. Los lenguajes lógicos son pues artificiales mientras que los lenguajes ordinarios son naturales. Este último es variable y está determinado por el uso que hace la gente del mismo. Todos los lenguajes naturales se transforman con el tiempo.
En el análisis del lenguaje se distingue entre “lenguaje objeto” y “metalenguaje”. El primero hace referencia a objetos; el segundo se refiere al lenguaje mismo. Ejemplos: La plaza estaba llena de gente. Carlos dijo: “la plaza estaba llena de gente”. El primero es lenguaje objeto y el segundo metalenguaje. El lenguaje lógico tiene un cálculo como estructura y una interpretación de ese cálculo mediante el cual se le da significado. Para el primero se utilizan símbolos primitivos, signos operativos y signos de agrupación. A cada uno hay que darle una interpretación. Luego hay que tener reglas de formación. Hasta aquí todo es sintaxis, no hay todavía interpretación o semántica.
Para esclarecer más el sentido de la lógica simbólica, se abordaron las proposiciones haciendo formalizaciones a partir de algunas frases. Con ello, se puso en juego los símbolos primitivos, operadores, signos de agrupación, reglas de transformación y de formalización, etc. En suma, se trató de transformar frases del lenguaje natural al lenguaje artificial. La idea era subrayar la cuestión de las inferencias y su validez para analizar un argumento formalizado. Dicho de otro modo, en términos formales, la validez de un argumento depende de aplicar las tablas de verdad.
Argumentación informal o dialéctica y breve historia de dialéctica. Para este tipo de argumentación se necesitan dos contendientes (al contrario de la argumentación formal que puede ser hecha por uno solo, si bien Perelman admite como válido cierto tipo de soliloquio). La dialéctica tiene variantes: en Heráclito es una concepción del mundo que se mueve por oposiciones (el día y la noche, lo seco y lo húmedo, etc.); en Sócrates se trata de un diálogo para llegar a la verdad. Platón contrapuso la retórica a la dialéctica diciendo que sólo esta última busca la verdad, mientras la otra sólo pretende vencer incurriendo en subterfugios, falacias, etc. Aristóteles considera a la dialéctica como un arte para ganar disputas anudando la verdad con la belleza del discurso, su forma con su contenido. Enseguida, el Mtro. Carlos Ramírez abordó “Los Tópicos” de Aristóteles (9 libros) refiriendo sucintamente cada libro. En el libro I, Aristóteles se propone encontrar un método para razonar sobre problemas relativos a cosas plausibles sin contradecirnos. En el debate hay quien pregunta y quien contesta. Este último debe evitar contradecirse. Sócrates por ejemplo, trataba de inducir a su oponente a contradecirse. El que pregunta debe tomar en cuenta lo que el otro dice para pillarlo en contradicción. Cada interlocutor tiene su papel. En el libro II, Aristóteles se refiere a la personalidad del orador, su talento, credibilidad, etc. En el libro III, aborda la selección literaria para adornar el texto y darle a su mensaje un carácter más persuasivo, causar mayor impacto en el auditorio. En el libro IV, habla del objeto de la retórica el cual son los entinemas (pruebas y razonamientos). Hay tres tipos de discursos: deliberativo (convencer a alguien para una acción futura), judicial (pasado, sobre los hechos consumados) y epidíctico (tiene que ver con el presente, alaba o desprestigia). Los recursos para persuadir son el logos (la razón), el ethos (el deber) y el pathos (la pasión). Aristóteles dice que en la retórica hay pruebas del arte (lo discursivo) y pruebas fuera del arte (los factores emocionales). En el libro IX están los argumentos erísticos (referidos a la disputa o discusión).
Enseguida presentó un bosquejo del orador romano Quintiliano (s. I d. C.) y su noción de la retórica. Él proponía cinco operaciones retóricas (integradas entre sí): Inventio. Es el hallazgo, es decir, cuando uno tiene algo que decir, hace una selección y búsqueda para comunicar algo que sea agradable o interesante (atractivo) para los lectores. Dispositio. Es saber organizar el discurso. Hacer un exordio (introducción), narración del caso (narratio), exponer argumentos (argumentatio) y cerrar destacando lo más importante (perorata). Elocutio (elocuencia). Adaptar el discurso, acomodar las palabras que agraden: frases, metáforas, etc. Memoria. Es la puesta en escena del discurso. Un orador debe tener memorizado todo lo que va a decir. Actio o pronuntiato. Es la exposición completa de la dispositio.
Por último, abordó muy someramente la teoría de la argumentación de Ch. Perelman recomendándonos algunas lecturas al respecto. Por lo pronto, mencionó que un mérito en sí mismo de Perelman fue retomar los estudios de retórica y dialéctica como formas de razonamiento o argumentación indispensables en muchas actividades teóricas tanto filosóficas, políticas como científicas. En efecto, la retórica emergió y se desarrolló entre los griegos y romanos por la necesidad de persuadir para la vida política, aunque también hubo un importante aporte en la escolástica donde se llegó a profundos niveles de sutilezas dentro de las discusiones teológicas, pero luego pareció perderse interés por ellas, hasta que Perelman las retomó en forma sistemática y exhaustiva analizando todo los aspectos involucrados en estas formas de razonamiento: lógicos, psicológicos, estructurales, funcionales, históricos, etc., si bien en la modernidad también hubo algunos tratados importantes de retórica como los de Schopenhauer, entre otros.