Ricky Gervais tenía razón

Publicado el 12 enero 2016 por Anade @Anade

No soy fan de los desmanes verbales de Ricky Gervais, porque en muchas ocasiones en vez de ser un cómico es un payaso, y en los matices lingüisticos está la consideración profesional. Pero anoche, mientras hacia gracias sobre la desigualdad salarial entre actores y actrices, el personaje de Jeffrey Tambor en Transparent o los abusos sexuales en la Iglesia Católica, tuvo unas palabras para sus jefes. Los integrantes de la Asociación de la Prensa que entregan los Globos de Oro formaron parte del monólogo del cómico cuando dijo que “es un premio, sin ofender, sin valor.” Y añadió que los críticos simplemente los otorgaban para poder hacerse selfies con los ganadores. Y creo que, por una vez, Ricky tenía razón.

La noche comenzó con el merecidísimo premio a Maura Tierney por su trabajo en The Affair. Y desde aquí, (a excepción del reconocimiento a Óscar Isaac)  los premios destinados a la televisión, entraron en una vorágine surrealista que ofrece en un mismo palmarés, Mozart In The Jungle y Wolf Hall, el día y la noche de la televisión. Ambas son adaptaciones literarias, la primera ha dado lugar a una serie ligera, escasamente cómica y floja en muchos aspectos, que como mucho puede servir para pasar una tarde conociendo los supuestos entresijos de la Filarmónica de Nueva York. La segunda es una miniserie británica, y por ello soberbia, con grandes interpretaciones que curiosamente no lograron ser reconocidas. Además, es muy discutible que se mereciera mayor reconocimiento que la segunda temporada de Fargo, que a priori partía como favorita. Pero en vez de premiar la originalidad y el buen hacer de la creación de Noah Hawley, decidieron cubrir su cuota británica con una producción a la que es difícil poner un pero, más allá de que desentona con el resto del palmarés. Es como si los críticos hubiesen decidido que al menos en una categoría, había que ser responsable y cumplir con lo que se supone que premian, lo mejor, lo sublime, de la televisión.

Por si el esperpento no hubiese sido suficiente, y teniendo como nominados a un actor que ya premiaron el año pasado, como Jeffrey Tambor, o a la promesa más evidente de la comedia norteamericana, Aziz Ansari, los votantes decidieron que estaba bien premiar a Gael Gª Bernal, protagonista de Mozart In The Jungle. El director de la orquesta de la Filarmónica de Nueva York no es el mejor personaje del actor mejicano, al que en demasiadas ocasiones se le ve forzado y poco creíble. Y la noche alcanzó su cenit cuando la buena de Kirsten Dunst, que había encontrado en el rol de Peggy Blomquist en Fargo uno de los papeles de su vida, vio como una diva del pop le robaba un premio que a todas luces era suyo. Porque es sabido por los especialistas en los galardones, que estos disfrutan premiando lo nuevo, lo más vistoso, aquello rompedor.

Tristemente los críticos perdieron la oportunidad de sorprender de verdad premiando el excelente trabajo de Rami Malek como protagonista de Mr. Robot, en beneficio de un Jon Hamm que competía por última vez por su trabajo en Mad Men. El reconocimiento como mejor serie dramática para la primera es discutible, si revisamos el conjunto de la historia, pero innegable si lo que se tiene en cuenta es su frescura y particular factura. Fue, junto a UnReal una de las series del verano, y aunque quizá sea un premio excesivo, sirve para que no caiga en el olvido y tal vez alguna cadena más, por ejemplo alguna española, se anime a emitirla. Aunque sólo sea para presumir.

Antes de terminar la ceremonia, quedaba un último premio, el de mejor actriz dramática. Que se lo llevase Taraji P. Henson por su papel en Empire fue la confirmación de que la fiesta estaba destinada a pasarlo bien, a conceder un minuto de gloria a una actriz que interpreta un papel tan exagerado que me cuesta reconocer donde termina la persona y comienza el intérprete. Pero a los fans les gusta, y da lugar a numerosos memes, que es lo que triunfa ahora. Ah, y a selfies, que supongo que habrán quedado estupendos en los perfiles de las redes sociales de los críticos. Porque a eso íbamos, ¿no Rick?