Ricky Martin

Por Alejandropumarino

Ricky Martin es rico. Muy rico. A Ricky Martin puede tener niños, automóviles o nacionalidades, mientras vive la vida loca, porque se lo puede permitir. Ricky Martin se retrata en una playa de guisa que no podamos saber si es la madre o el padre de los pequeños, y eso está bien. Ricky Martin es español, porque así lo han querido las leyes o los abogados del cantante, que tanto da. Ricky Martin es español porque en este país se llama matrimonio a la unión civil de dos homosexuales, en un ejercicio sin precedentes de interpretación de la lengua. En España, adalid de los logros sociales, se puede unir en matrimonio a dos hombres, pero se prohíben las corridas de toros, circular a más de ciento veinte kilómetros por hora, o fumar en establecimientos públicos de propiedad privada, en una particular interpretación del sentido de la libertad que debemos al ínclito leonés errante. A lo que se ve, el ejercicio de la misma no va mucho más allá de casar “gays”, porque seguimos financiando los bodrios cinematográficos que nadie ve mientras nos morimos de frío en los portales para consumir una droga legal, y los cocainómanos campan a sus anchas por los aseos de este mundo y del otro. Ricky Martín puede hacerse español o lo que le venga en gana, pero la razón de acudir a nuestro país, es casarse. Le hace ilusión que su pareja pueda verse convertida en su esposa, o su marido que tanto da. Y eso solo puede suceder en nuestra España, dentro de la vieja Europa, que ni es tan mayor ni está tan unida, a lo que se ve. En Holanda las prostitutas se exhiben en las calles, porque es un país libre que no mira hacia otro lado cuando Gallardón propone multar a los clientes; además se puede fumar marihuana en establecimientos públicos especialmente destinados para ello, pero nosotros, con prohibiciones de consumir cannabinol y dejando las putas en situación alegal, que no ilegal, casamos homosexuales como exponente de amplitud de horizontes y altura de miras, ahí es nada. Ricky Martin se viene a casar a España porque no puede hacerlo en Estados Unidos y porque sería lapidado en Arabia Saudí, pese a la Alianza de Civilizaciones zapateril. Sea bienvenido. Con el mismo cariño que despediremos a Zapatero siete años después de su nefasta gestión como peor presidente de nuestra joven democracia.