Rigoberta habla sobre el odio racial que ahora nos sorprende (el bullying) porque lo estamos viviendo de manera generalizada, pero en otros tiempos, en el suyo, no era sólo el bullying, sino el permiso de matar a quien no es igual que tú, y entonces, no tendría por qué opinar. Durante la persecución de estudiantes en su época, las dictaduras van detrás de los estudiantes más inteligentes porque son los más peligrosos para el régimen dictatorial:
“Un intelectual opositor es más peligroso que miles de gente analfabeta”La precursora de la paz, piensa que el poder que tienen los norteamericanos de cierta manera es ideológico, psicológico y emocional. Es una necesidad de posicionamiento de ideas; y las ideas de racismo, la discriminación, es lo primero que ella valoró en Martin Luther King cuando tenía 23 años y le impresionaba el nivel de exclusión de EEUU. Si hubo algo que la identificó en corazón y alma con Mandela, fue esa gran lucha contra la esclavitud, contra la discriminación. Por eso dice entender la filosofía de esos países que tienen necesidad que gobernar aunque no tuvieran un poder real. Y entonces se pregunta: “¿Hasta dónde nuestros países (Latinoamérica), de verdad, no son poderosos?” “El racismo y la discriminación es una herencia colonial y esa herencia colonial ha traspasado las dimensiones espirituales, las dimensiones psicológicas, emocionales, pero también las dimensiones sociales”.
Para Menchú el racismo no es sólo un tema de superioridad económica y materialista, sino realmente una visión integral que se trae en la mente de estas personas, compara esto con cualquier tipo de droga que conocemos. Asegura que contra la discriminación y el racismo todos estamos llamados a hacer un examen y una lucha personal, nos llamemos Trump o nos llamemos de cualquier otra manera. También, comenta, que hay algunos prejuicios, unos estigmas a los que el mundo le da espacio en su hogar, en su comunidad y en su trabajo.
Aprovechó el intervalo entre las preguntas para felicitar a los organizadores de la FIL, por reunir a través de la literatura a Latinoamérica. Recordó sus años en este país y puso un “dedito” a México por el nacionalismo que vivía en ese entonces. Los mexicanos tenían un nacionalismo insoportable (bromea), un nacionalismo expreso evidente, donde en cualquier lado decían “¡Viva México!”. Ya sea que estuvieran hablando de los refugiados guatemaltecos, o cuando estaban hablando de un eclipse. Señala que esa identificación, ese amor por México también le daba una conciencia social, que las dictaduras en otros países veían como una expresión sentimental pero también lo veían con mucha conciencia.“Valoremos lo que tenemos, nuestros valores y principios, que los educadores, como los políticos, los comunicadores dispongan de un espacio de tiempo para la exhortación de lo que nos da nuevas ideas”.Con el tema de la migración repite convencida: “¡Todos somos migrantes! Este mundo nos pertenece, porque este planeta es nuestro único planeta, el planeta Tierra. Nos han prometido otros planetas para vivir, pero esa promesa no la van a ver tan pronto nuestras futuras generaciones, así que más vale que cuidemos nuestro planeta porque aquí vamos a estar, aquí vamos a depositar nuestro ADN por tantísimos años más, entonces ir a un lado no puede ser legal o ilegal y es aquí que todas las normas se han hecho para reprimir y no para prevenirlo”.Rigoberta Menchú ve la migración proceso de libertad propia de los seres humanos, sin embargo reconoce que la lucha por el trabajo es algo tremendo y global. Europa misma la está sufriendo en estos momentos.